¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Jueves 23 De Marzo
“Es como si soplara un viento muy fuerte e intenso”, “se parece a una trompeta que suena, grave”, “me recuerda a cuando pasaba el tren, hace años”. Son solo algunos de los testimonios de los vecinos de Tunuyán que, cada 25 de febrero, sienten una vibración de baja frecuencia que no todos pueden percibir. Se trata del “Zumbido”. Es un fenómeno conocido y estudiado internacionalmente. Muchos lo relacionan con la aparición de objetos voladores no identificados. Aquí va la anécdota de cuatro adolescentes que escucharon el Zumbido y no lo olvidarán jamás.
Las vacaciones estaban casi en la recta final, a mediados de febrero del 2010. Sin darse cuenta, los asuetos de estudio habían pasado volando para cuatro amigos que decidieron ir a acampar al Manzano unos días, como para cerrar las vacaciones.
Así es que Romina, Rocío, Maxi y Lucio, los cuatro amigos, se hicieron el viaje desde la capital mendocina hasta Tunuyán, dispuestos a pasar días agradables en el lugar, sin saber que se llevarían de recuerdo el susto de sus vidas.
Armaron la carpa, ordenaron los bolsos y decidieron salir a caminar antes de volver para preparar el asado como cena. Llegaron a la Cruz y tomaron por la calle asfaltada, llegaron a la casa de un puestero que estaba ordeñando una cabra casi en plena calle. Los cuatro amigos se acercaron por curiosidad, y el hombre amablemente les dio charla. Aunque, más que charla, les contó la historia.
“Lo que les voy a contar es sobre algo que sucede todos los años acá, cerca de la Cruz. Muchos de los que han venido, y yo también, lo hemos sentido. Todavía nadie sabe con precisión lo que es”.
Lo cierto es que es un extraño zumbido silencioso y muy suave. Se siente durante toda una noche, un día especifico del año, el 25 de febrero. Es difícil explicar cómo es el sonido, porque nunca he escuchado nada parecido. Lo raro es que comienza despacio y aumenta gradualmente, vuelve a apagarse y aparece nuevamente. Mucha gente dice que las manos le vibran cuando lo sienten y que parece venir de todas partes, es decir que no se sabe de dónde viene específicamente.
El hombre les dio mayores precisiones sobre el lugar y el momento en que este fenómeno se producía y el grupo de amigos decidió asistir ya que, casualmente, habían decidido ir a Tunuyán un día antes de que este se produjera. Así, la madrugada del 25 de febrero se instalaron detrás de la Cruz, como les había dicho Jachal, el puestero. Prendieron el fuego y un par de cigarrillos, sacaron el termo y se dispusieron a esperar tomando algunos mates. El reloj marcaba las dos. No habían escuchado absolutamente nada, excepto por los gritos de algunos fiesteros acampando. Ya se habían resignado, y el sueño les estaba pegando de a poco. De repente, sin aviso, Rocío empezó a escuchar un soplido, como cuando corre viento, el problema era que no había nada de viento. “¡Chicos, ¿escuchan?!” Les dijo agarrando el brazo de su amiga. Los demás se quedaron tiesos con los ojos abiertos y blancos como un huevo esperando escuchar. “¡¡Sí, sí!! ¡Lo escucho, es como un soplido!”, expresó Maxi en voz baja. Romina y Lucio permanecieron callados, todavía no podían escuchar nada. Pero el sonido fue progresando, ya no era un suave soplido, más bien era como una trompeta metálica que perduraba un tiempo y se minimizaba por momentos. La cara de los cuatro era de pánico, estaban congelados, era claro que todos escuchaban lo mismo.
Uno de los jóvenes propuso la idea de ir hacia la casa de Jachal, para ver en qué estado estaban sus animales, ya que suelen ser los que perciben el sonido en mayor medida. En el trayecto hacia el puesto, comenzaron a ver una luz y un fuerte resplandor blanco entre las montañas. El miedo los invadía. Llegaron a la casa y la puerta estaba abierta. Ingresaron y cruzaron hasta el fondo, salieron al patio. Allí estaba Jachal, intentando controlar a las cabras y las gallinas. El zumbido no paraba. El hombre agradeció la ayuda, gracias a la cual pudieron encerrar a los animales en los corrales.
Se metieron a la casa. Jachal recomendó esperar sentados a que el sonido terminara. Algo que ocurrió unos minutos más tarde. No obstante, lo peor estaba por venir. No bien se apagó el zumbido, comenzaron a escuchar pasos en el techo de la casa. Seguidamente, alguien había abierto las ventanas del hall de entrada y, evidentemente, había invadido la vivienda. Jachal y los jóvenes se fueron a la habitación del fondo. Alguien revolvía todo. Cajones, alacenas, heladera, mesas y sillas. Ellos aguardaban en silencio, nerviosos y con miedo. Al cabo de unos minutos, lo que fuera que había ingresado ya había abandonado la casa. Ya estaba amaneciendo.
La casa estaba revuelta y desordenada. Algunos animales habían muerto. Jachal confesó que nunca, en tantos años, el zumbido se había presentado tan macabro. La luz en la montaña no la había visto nunca. Y tampoco habían ingresado a su casa. Esto ocurrió en el año 2010. Los 25 de febrero siguientes el fenómeno no se manifestó tan intensamente, aunque los vecinos saben que, en cualquier año, puede volver a hacerlo.
Fecha de Publicación: 28/03/2022
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