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El misterio de la calle Roca

La calle Roca, del departamento de Guaymallén (Mendoza), ha dado lugar a dos historias de los más cruentos asesinatos. Uno, de antaño. El otro, reciente.

La calle Julio Argentino Roca, de Guaymallén (Mendoza), corre de forma paralela a Bandera de Los Andes, a unas 10 cuadras de esta. Es una calle con grandes casonas antiguas, fincas, viñedos y bodegas. Pero también es una calle con grandes episodios de terror.

Vamos por partes…

...dijo Jack El Destripador. Aunque también lo habrá dicho el hombre que protagonizó esta historia. Los vecinos la titulan “El pozo de la muerte”. Hace años, en la calle Roca de Villa Nueva, Guaymallén, vivía una pareja de recién casados que se mostraba muy feliz. No obstante, la alegría no duró mucho, ya que la mujer apareció descuartizada en el pozo que la casa tenía en el patio.

Meses antes de ese momento, cuando el matrimonio se mudó a la vivienda, decidieron realizar modificaciones y comenzaron cavando un pozo en la parte trasera para levantar una pared. Pero, para sorpresa suya, en el fondo del bache encontraron unos huesos fósiles de aborígenes que habían muerto descuartizados. Durante una noche con tormenta eléctrica, el hombre cayó al hueco y permaneció un largo rato dentro. Salía humo del lugar y se escuchaban ruidos de tambores, sin embargo, el sujeto pudo salir con vida. Pero su mirada se percibía diferente y su carácter, agresivo. En seguida, su esposa se puso contenta por su reaparición, pero algo había cambiado.

Una noche, la esposa se encontraba limpiando el patio y, de repente, su esposo llegó a casa, observó que ella quería tapar la excavación, ya que él no había iniciado nunca la construcción de la pared, y se puso furioso. Inmediatamente, tomó un cuchillo de la cocina y comenzó a cortarla en pedazos: la cabeza, los brazos, las piernas. Luego, colocó las ciento treinta partes en una bolsa y las tiró dentro del pozo.

Cuentan que pasó tres noches enteras gritando y bailando alrededor del pozo y algunos dicen que, aquella triste noche tormentosa, el hombre había sido poseído por el espíritu maligno de un aborigen que buscaba venganza para los suyos y que esa era la razón por la que había asesinado a su esposa.

Expresan, además, que el pozo sigue en el mismo lugar y la casa está vacía, ya que todos los años, para el aniversario del fallecimiento de la mujer, se escuchan tambores de rituales indígenas de guerra y se observa salir humo con formas humanas del lugar.

El Judío loco

La historia anterior puede entenderse como una leyenda urbana, basada en los comentarios de los vecinos. Sin embargo, puede cobrar mayor veracidad si tenemos en cuenta que, hace pocos años, otro macabro episodio se vivió en una vivienda de calle Roca. Y sería mucha casualidad que se den dos de estos asesinatos a escasos metros. Algunos aseguran que en la atmósfera de la zona se respiran aires funestos.

En pocas palabras, podemos resumir que el caso del judío loco es el de un hombre que vivía en su casa de calle Roca. Un verano invitó a su madre y a su tía a pasar unos días, pero terminó asesinándolas y escondiendo los cadáveres, que fueron hallados días después. El hombre fue trasladado a prisión y, posteriormente, a un hospital psiquiátrico. Pero esta es otra historia.

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