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Ir a la secciónBuenos Aires - - Sábado 21 De Mayo
“El hecho sucedió en la estancia La Colorada, en el partido de Junín, hacia el sur, en los últimos días del mes de marzo de 1928. Su protagonista fue un estudiante de medicina, Baltasar Espinosa. Podemos definirlo por ahora como uno de tantos muchachos porteños, sin otros rasgos dignos de nota que esa facultad oratoria que le había hecho merecer más de un premio en el colegio inglés de Ramos Mejía y que una casi ilimitada bondad”: así comienza el cuento que Jorge Luis Borges tituló “El Evangelio según Marcos” y publicó dentro de la antología El informe de Brodie, en 1970. Ese colegio inglés al que hace referencia es el que nos ocupa en esta nota y es el que el mismo Borges visitó algunos años después de la publicación del cuento en el que lo cita.
Se trata del emblemático colegio Ward, que no está en Ramos Mejía, sino en Villa Sarmiento, Haedo, partido de Morón. Sucede que los límites por esas zonas son difusos y, por cercanía, es más probable que alguien que reside en Villa Sarmiento se mueva por Ramos que por Morón. Pero, más allá de estas cuestiones técnicas, la realidad es que, para quienes nos criamos en esa parte del oeste del conurbano bonaerense, el colegio Ward es un punto de referencia para muchas de nuestras actividades.
El Ward, con sus 13 hectáreas de predio arbolado, es el gran pulmón verde de la zona. Alrededor de él, la gente sale a correr, a caminar, e incluso hay quienes aprendimos a manejar por esas calles. Si queremos indicar dónde queda la casa de alguien, decimos “por el Ward”, “cerca del Ward”, “a dos cuadras del Ward”. Se trata de una zona residencial en la que el colegio es la estrella absoluta.
La historia de la institución comienza en 1913 de la mano de George Ward, un empresario estadounidense al que el destino lo encontró viajando por la Argentina. Aquí, decidió realizar una donación a la Iglesia Metodista para que fundara un colegio cristiano en Buenos Aires, en honor a su madre. En sus comienzos, solo contaba con tres alumnos pupilos y funcionaba en una pequeña propiedad del barrio de Flores, en la Ciudad de Buenos Aires.
Fue recién en 1926 que la institución se mudó a su ubicación actual, cuando le compró el predio a la familia Narbondo. Conservaron el casco de estancia, que continúa en pie y es una de las construcciones más antiguas de la zona. En 1933 se inauguró el edificio Oldham Hall y, posteriormente, se adquirió una quinta lindera que pertenecía a familiares de José María Ramos Mejía.
Originalmente, en el Ward estudiaban los hijos de algunas de las familias más destacadas de Buenos Aires. En el predio convivían alumnos pupilos y otros no pupilos de distintas nacionalidades, directivos, misioneros norteamericanos y empleados. Hoy, quienes asisten a clase no son chicos de familias de clase alta necesariamente, aunque el valor de su cuota es bastante más elevado al de otras opciones de la zona.
El estilo neocolonial del colegio Ward resalta desde lejos. Además de su edificio principal, el Oldham Hall, que se destaca por su cúpula, están también el Bauman, el Merner, el Pffeifer y el Williams. Todos ellos estuvieron a cargo del constructor Philip B. Massey, quien también fue el responsable de levantar el Templo Metodista de Almagro. En años posteriores, se sumaron otros más modernos, donde funcionan dos laboratorios de Ciencias; dos de Robótica; cuatro salas de informática; la Biblioteca Holmes; una pista de atletismo; canchas de fútbol, handball, básquet y vóley; un natatorio climatizado; una capilla; atelieres, salas de música; un archivo y museo histórico; un edificio para 100 personas; un salón de actos; un consultorio médico; una cafetería; una librería y el estacionamiento.
El espacio suele estar abierto a la comunidad, ya que allí se llevan a cabo distintos eventos, como muestras deportivas y exhibiciones de arte. Día a día, estudian allí alrededor de 1700 alumnos que llegan cada mañana con su uniforme gris y rojo. Además, trabajan unas 500 personas, entre personal docente y no docente. Con educación bilingüe y de doble jornada, ofrece cuatro niveles educativos: inicial, primario, secundario y terciario. Tiene una escuela especial; bachillerato para adultos; profesorados de Educación Física, Inglés y Formación Básica Musical; escuelas deportivas de Handball, Atletismo y Natación; y las de Música.
Quienes fundaron este colegio sabían que sería una institución para la posteridad. Por eso, dentro de la piedra fundamental del edificio, colocaron una cápsula del tiempo hecha de plomo que debería ser abierta en el centenario del colegio. Nadie sabía qué había dentro de ella. En el año 2013, la cápsula fue finalmente abierta y el misterio revelado: se recogieron los objetos allí encontrados, que hoy descansan en una vitrina del edificio Oldham. Entre ellos, había una canica, un Nuevo Testamento (del que se muestra una foto), un periódico de 1932 y una foto de época.
Para continuar con la tradición, la cápsula volvió a llenarse con otros objetos y con el ejemplar original del Nuevo Testamento que allí estaba. ¿Qué es lo que encontrarán quienes abran la cápsula dentro de 100 años? Nadie lo sabe. Cuando el colegio Ward cumpla otro centenario, en 2113, el misterio será nuevamente develado.
Imágenes: Colegio Ward
Fecha de Publicación: 21/12/2021
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