Donde hoy hay ciudades, en otras Ć©pocas hubo campos, grandes extensiones de tierra despoblada que, poco a poco, fue adquirida por distintas familias. ĀæQuiĆ©n dirĆa que una localidad acostumbrada al ajetreo como es Berazategui, en el sur del conurbano bonaerense, fue en otra Ć©poca zona de veraneo de la aristocracia argentina? Hoy queremos contarte la historia del Castillo Sniafa, una joya de otros tiempos que hace algunos aƱos cayó en un abandono irreversible.
Todo comenzó hace 135 aƱos, cuando Alfonso Ayerza y Helena JacobĆ© Iraola, reciĆ©n casados, comenzaron a planear dónde serĆa su casa de veraneo. La zona elegida fue PlĆ”tanos, en Berazategui, donde Ayerza solĆa cazar con los Pereyra Iraola, quienes ya habĆan construido varias estancias en el Ć”rea. Luego de adquirir 140 hectĆ”reas de tierra cerca de la estación de tren, en 1887 comenzó la construcción, que llevarĆa 20 aƱos hasta estar finalizada por completo.
La estancia fue bautizada como Las Hormigas, aunque hoy tambiĆ©n se la conoce como Mansión Ayerza, Quinta Grande, Castillo Ayerza o Castillo Sniafa. La obra fue llevada adelante por el arquitecto JoaquĆn Belgrano y se dice que contaba con unos 800 metros cuadrados de edificación. El casco de estilo francĆ©s contaba con 32 habitaciones, ademĆ”s de varios baƱos, cocina y dependencias. Era una construcción de tres plantas con detalles ornamentales en mĆ”rmol y madera.
La estancia terminó de construirse entre 1908 y 1910, anexando poco a poco nuevas comodidades, como las dependencias de servicio, galpones y una pileta. A pesar de que la familia pasaba allĆ solo unos meses al aƱo, la casa contaba con unos 30 empleados fijos que allĆ residĆan, ademĆ”s de personal contratado para tareas puntuales.
La Venus de Milo, en Berazategui
Pero lo realmente maravilloso de Las Hormigas era su espacio exterior. Alfonso Ayerza se encargó Ć©l mismo del diseƱo de los jardines, con plantas y Ć”rboles exóticos, animales, estatuas y lagunas artificiales. Ayerza pidió que trajeran bulbos y plantas de otros paĆses, que Ć©l mismo cuidaba y estudiaba. TambiĆ©n procuró que hubiera en los jardines una gran cantidad de Ć”rboles de todo tipo: eucaliptos, cedros, araucarias, pinos, cipreses, plĆ”tanos orientales y un Ć”rbol de cristal. Pero, dado que era muy religioso, solicitó que se dejaran dos claros entre las arboledas: uno que deje despejada la vista hacia la Iglesia Santa MarĆa de Hudson y otro, hacia la iglesia Nuestra SeƱora de LujĆ”n.
AdemĆ”s, mandó a construir una pileta con pĆ©rgolas y lagunas artificiales, donde abundaban distintas especies animales, como cisnes, peces de colores y patos exóticos. TambiĆ©n habĆa estatuas; algunas eran rĆ©plicas formales de grandes obras que pidió que le trajeran de Europa, como una rĆ©plica de la Venus de Milo. Como si esto fuera poco, en la propiedad habĆa tambiĆ©n un embarcadero, por lo que era posible realizar hermosos paseos en bote.
MĆ”s allĆ” del gusto estĆ©tico del dueƱo de la estancia, Alfonso tambiĆ©n tenĆa su parte prĆ”ctica: contaba con un establecimiento ganadero con haras, donde criaba caballos Ć”rabes, ademĆ”s de gallinas y vacas; y producĆa distintos productos, como lĆ”cteos y chacinados.