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Una perra viajera y 10 mil kilómetros de amor

Te contamos una historia de amor muy particular. ¿Las protagonistas? Una perrita viajera que recorrió 10 mil kilómetros y una humana desesperada por un reencuentro.

Esta es la historia de Sam y Estelle. Una muchacha estadounidense y una perrita cordobesa. Dos seres que conectaron desde el primer momento en el que se vieron. Es una historia de amor a primera vista y compromiso por el resto de la vida. Ni 10 mil kilómetros lograron separarlas.

Sam es una joven de Carolina del Sur (EE. UU.) y arribó a la Argentina con proyectos solidarios. Su idea original era realizar un intercambio y trabajar como voluntaria en Project Abroad. En febrero llegó a la provincia de Córdoba y comenzó a conocer la cultura del cuarteto y el fernet. El español que hablan en estas tierras la tenía un poco confundida, ya que no se parecía ni un poco al que ella había aprendido en los libros. Sin embargo, siguió firme con sus objetivos. Sam es una joven emprendedora, solidaria, empujada por el hambre de conocer el mundo. Apenas llegó a la provincia, comenzó como voluntaria y, además, se propuso ayudar en un refugio de animales y en una veterinaria. Con una vida muy activa en el exilio, fue adquiriendo diferentes aspectos de la cultura cordobesa.

En palabras de la amada

Todo marchaba bien, el viaje iba tomando el rumbo que ella había planeado. Sobre todo, iba conociendo contactos y espacios que la ayudaban a crecer. Con diversas experiencias y en pleno estado de viaje, Sam conoció a Estelle. Y el mundo se detuvo. Ya nada importaba, solo la conexión profunda que esta humana y esta perrita viajera sintieron. Sam les cuenta a los medios: "El primer día que fui al refugio la estaba atacando otro perro. Ella estaba muy flaca, frágil y no podía responder a las mordeduras. De inmediato la moví a otra perrera para que pudiera descansar tranquila". Desde el comienzo, Sam y Estelle se salvaron mutuamente. "Después de eso ella saltaba encima mío cada vez que me veía llegar y se mostraba tan agradecida que simplemente supe que teníamos un vínculo especial. El poco tiempo que estuve allí me aseguré de que caminara y comiera bien cada día, porque ella un peso extremadamente bajo".

Así fue que Estelle fue creciendo y el vínculo entre ellas dos, también. Sam decidió llevársela a vivir a su hogar en Córdoba. Por supuesto, con el permiso de la familia que le ofrecía alojamiento y la acompañaba en ese momento. La perrita viajera y su humana ya se habían vuelto inseparables. La joven voluntaria sabía que, en el momento del regreso a su tierra natal, no la dejaría. Pero para eso había que ir tramitando papeles y cumplir con ciertos requisitos.

En el medio de la aventura argentina que la estadounidense estaba viviendo, la OMS declara estado de emergencia. Una pandemia mundial amenazaba al planeta tierra, contagios y muertes llevaban a miles de viajeros a la repatriación. A Sam le exigieron volver a Carolina del Sur. Estelle no estaba lista para viajar 10 horas en un avión. Su peso lo impedía y el viaje era demasiado urgente. La familia argentina que había alojado a Sam durante su aventura también alojó a Estelle. Y se quedaron con ella, mientras la joven planificaba cómo reencontrarse con su perrita. La ayuda de la familia anfitriona permitió que vayan organizando cómo Estelle llegaría a tierras norteamericanas.

Emprendiendo vuelo

La logística y planificación llevó mucho tiempo. Era una situación complicada. Sam ya estaba en EE. UU. y Estelle iba adquiriendo muy de a poquito el peso ideal para viajar. Pero todavía se encontraba débil como para exponerse a tal odisea. Sin embargo, con el paso del tiempo se fueron presentando diversas posibilidades. La perrita viajera fue adquiriendo mejores condiciones de salud, con el cuidado de la familia cordobesa. Y, de a poco, algunas oportunidades iban apareciendo. La única que cerró por todos lados fue la propuesta de Animal Cargo, una empresa reconocida por dedicarse a transportar mascotas. Esta empresa trabajó con animales de famosos como Carlos Tévez y Nahitán Nández. Pero el costo de la travesía era muy alto.

Sam no iba a darse por vencida. Su objetivo era claro: reencontrarse con su compañera perruna. Así que juntó todos sus ahorros y pidió aportes en la plataforma Go Fund Me. Así fue que comenzó el viaje.

Estelle, la perrita viajera, se fue en auto desde Córdoba hacia Buenos Aires, desde Buenos Aires hasta Miami en avión, con escala en Bogotá (Colombia). Y, de Miami, en auto hasta Carolina del Sur.

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