Casi todo el mundo conoce a Delfina Merino. Es la capitana estrella de las Leonas y la mejor jugadora del mundo de hockey sobre césped. Galardón que recibió en 2018 por la Federación Internacional de Hockey. Lo que poca gente sabe es que Delfina es una Leona fuera de las canchas de hockey.
Todo comenzó con su lamentable lesión. Apenas un año después de ser elegida mejor jugadora del mundo, Delfina se lastimó la rodilla derecha. Esto la llevó a realizar tratamientos y a mantenerse alejada de las canchas por un tiempo. La estrella de las Leonas asegura haber atravesado “momentos muy difíciles” que le han enseñado y fortalecido. El parate se extendió por un año. “Me perdí la World League, sobre todo las finales, a las que pensé podía llegar. También los Panamericanos, que estaban en mis planes. Realmente se me hizo muy duro porque me preparé para que fuera algo rápido y se demoró demasiado”, cuenta. Además, en estos 10 años de selección, nunca había tenido una lesión así. No estaba acostumbrada. Por suerte tuve la contención de mi familia, que se bancó mis bajones, mi mal humor”, explica Delfina.
No hay mal que por bien no venga
Con una lesión, casi a los 30 años, Merino asegura haber sobrellevado mejor la recuperación. “Me di cuenta, por ejemplo, que soy bastante disciplinada y perseverante. Hice todo lo que me dijeron, le metí hasta el cansancio, aun cuando no avanzaba. También entendí lo que es ver los partidos desde afuera y cómo es estar lesionada. Ahora sé que, cuando a alguien le pase, puedo aconsejarlo, sabiendo cómo serán los distintos momentos de una recuperación”, confiesa.
Además, la estrella de las Leonas supo aprovechar su tiempo libre y usarlo a su favor. Consiguió avanzar en su carrera de Abogacía y quedar a solo cuatro materias de recibirse. “Este año pude rendir cinco materias cuando, en un año normal, hago dos o tres”, explica. A pesar de ser la mejor jugadora del mundo, Delfina mantiene la mente abierta y apuesta al estudio. “La facultad te abre la cabeza, te la mantiene activa, incluso te hace mejor persona, más inteligente. Estoy convencida que te da herramientas para vivir mejor...”, opina.
Jugar fuera de la cancha
Hacía tiempo que Merino estaba queriendo ayudar socialmente, pero no tenía el tiempo. Cuando lo tuvo, solo bastó entrar en contacto con el programa solidario Huella Weber para llevar adelante su deseo. Así, a través del programa Huella Weber ayudó a levantar un merendero en Icaño, un carenciado pueblo de 2000 habitantes, ubicado a 180 kilómetros de Santiago del Estero capital.
Delfina muestra fotos y se siente orgullosa de cómo crece el merendero Las Trincheras. Refugio para abuelos y niños con sus padres que viven campo adentro, casi en situación de abandono. Un lugar donde hace un año atrás no había nada, apenas un terreno baldío. Hoy, hay paredes, gente colaborando y muchos proyectos a futuro. Todo gracias a una Leona.