Un regalo inesperado y emotivo

José "Tono" Pérez es un enfermero de 48 años de Río Gallegos. Hace 30 años egresó del Colegio Salesiano y, a mediados de septiembre, sus compañeros y amigos de la camada del 90 le dieron un regalo que emocionó a todos en la capital santacruceña.

Este año, al cumplirse 30 años del egreso, habían decidido realizar una fiesta para recordar y rememorar viejos tiempos, pero la llegada y el avance del coronavirus en todo el país truncó el festejo. Sin embargo, los compañeros de Pérez decidieron hacer una redirección de lo que habían juntado para la fiesta y regalarle un auto a "Tono", que nunca había tenido y por su labor tenía que ir caminando a su trabajo en las bajas temperaturas del crudo invierno patagónico.

José tiene problemas de hipertensión, hace 21 años que se desempeña en el Hospital Regional de Río Gallegos y su compromiso con la comunidad lo llevó a continuar trabajando a pesar de estar el el grupo de "exceptuados". Incluso trabajó en el sector COVID-19 en el nosocomio y contrajo la enfermedad. Pero él continúa firme dando lo mejor de sí para seguir cuidando a los vecinos. “No pienso abandonar en este momento cuando más nos necesitan”, manifestó.

Esa vocación, sumado a su honestidad y humildad, hicieron que sus amigos tuvieran la idea de regalarle a "Tono" su primer auto. Cuentan que de su grupo era el único que no tenía. Sus padres, que eran muy humildes, tampoco habían tenido la posibilidad. La idea surgió de uno de sus compañeros que actualmente es remisero y, en las frías noches de Río Gallegos, lo ha visto caminar las 25 cuadras que separan su casa del centro de salud, por lo que él se ofrecía a acercarlo cuando podía.

Fue así que, en lugar de juntar plata para realizar la fiesta por los 30 años del egreso, decidieron hacerlo para comprar un VW Polo del 2006 para que José pueda movilizarse más cómodo.

Sus amigos cuentan que, antes de entregárselo lo restauraron, le cambiaron las butacas y le hicieron de nuevo el motor. Le agregaron calcomanías alusivas a Star Wars y en el frente le pusieron la inscripción "Tono whosoever".

Durante meses se manejaron sigilosamente para poder realizar el regalo a José, pero este contrajo coronavirus en agosto y la entrega tuvo que postergarse hasta que se recuperara. Luego de vencer al COVID-19, el 20 de septiembre fue el gran día.

Pérez no sospechaba nada. Sus amigos le dijeron que irían a acompañarlo para hacerle el aguante porque los medios locales lo entrevistarían por su labor como enfermero en el contexto de la pandemia. Sin embargo, en lugar de un móvil periodístico, una caravana de autos a los bocinazos cortó a eso de las tres de la tarde la tranquilidad de la siesta dominical en su domicilio del barrio Gregores de Río Gallegos. 

Allí llegaron sus compañeros del Salesiano para sorprender a "Tono", su esposa y sus dos hijos, que se emocionaron por el gesto de los muchachos. A ellos se sumaron algunos vecinos curiosos, que querían saber qué era lo que pasaba en el frente de la casa de José.

Los amigos quisieron darle una caricia al alma, reconocer su amistad y su labor tan importante en tiempos duros. El llanto de emoción invadió a todos los presentes. Ya no va a sufrir el frío cuando se dirija al hospital a las diez de la noche y regrese a las seis de la mañana.

"Ahora me toca aprender a manejar", contó José, que recordó que es la primera vez que tiene un auto. La noticia recorrió la ciudad y hubo gente que ofreció darle clases de manejo a "Tono" y acompañarlo a sacar el registro de conducir.

Cuando las malas noticias inundan todos los espacios, siempre es bueno dar a conocer las buenas acciones y los momentos emotivos, y difundir para que, en tiempos de pandemia, lo que se contagie sea la solidaridad y el valor de la amistad.