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“Es el sueño del pibe”, confiesa Marcos, en relación a lo que todos contestamos alguna vez cuando nos preguntaron qué queríamos ser cuando fuéramos grandes: “Astronauta”. Lo cierto es que el chico de 24 años estudia mecatrónica en la Universidad Tecnológica Nacional de Mendoza y trabaja en estos temas desde hace tiempo: “Junto a Gabriel Caballero, un amigo de la UTN, desarrollamos un robot que tenía que asistir a los astronautas en tareas de supervivencia”. Eso le significó su primer contacto en Norteamérica: “Viajé a Estados Unidos. Dos semanas en pleno desierto de Utah, con comida espacial, con trajes, perdí 6 kilos por esa comida”, confiesa. Aquella anécdota tuvo lugar en 2016. Pero ahora, hace algunas semanas, el sueño se renovó, gracias a un valioso contacto que Marcos atesora. Se trata de Pablo León, ingeniero argentino que trabaja en NASA desarrollando la próxima generación de trajes espaciales para la luna y Marte.
El joven explica su relación con él: “Yo a Pablo lo conozco de haber ido a tantos congresos aeroespaciales. Personalmente lo conocí en un congreso en Buenos Aires. La última vez que lo vi fue en abril, en Buenos Aires también. Le conté todas mis motivaciones y las cosas que quería hacer”.
Marcos comenta que recibió la llamada de Pablo y relata su mensaje: “Marcos, mirá, se está haciendo la nueva tripulación para este centro financiado por NASA que tenemos acá en la Universidad de North Dakota. Hay un chico de Colombia, otro de México y otro de Perú y me gustaría que vengas”. Por supuesto, respuesta afirmativa.
La misión fue todo un sueño para el joven estudiante: “Pasamos dos semanas de total inmersión, como si estuviésemos un hábitat de la luna o Marte, realizando misiones de simulación, entendiendo los desafíos que deparan a los futuros astronautas”. Y Marcos no pierde la fe para el futuro. En ese sentido, comenta que espera “seguir teniendo estas experiencias porque suman para cumplir el sueño de ser astronauta o de trabajar en la agencia espacial. Pero depende de las misiones que quieran realizar las agencias espaciales como NASA”.
Sobre el final, el futuro ingeniero nos deja un mensaje para aplicar en nuestras vidas, por más de que no pensemos en ser astronautas: “Para estas experiencias no hace falta ser un genio. De hecho yo soy un alumno promedio. Lo que hace falta es pasión, garra y esfuerzo para cumplir lo que uno está dispuesto a hacer. Entiendo que no todos nacemos con las mismas posibilidades. Pero, si te lo proponés, lo conseguís”.
Fecha de Publicación: 08/12/2019
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