Si hay algo que da mucho miedo es ir al médico, especialmente si tenés que visitarlo en un hospital. Posiblemente, esto se deba a que a nadie le gusta estar enfermo, pero un poco también al tradicional trato hospitalario. Que, en realidad, siendo sinceros, no es tan hospitalario como la palabra dice. Gustavo Simón es un ejemplo que demuestra que todo esto puede ser diferente. No solo que podemos empezar a perder el miedo, sino que hasta podemos divertirnos un poco. ¿Y por qué no cantar?
En el Sanatorio Adventista del Plata de la localidad de Libertador San Martín, Entre Ríos, el clima es distendido. Al preguntar por los pasillos a qué se debe tanta calma y tranquilidad, los profesionales y pacientes responden con un nombre: Gustavo Simón, un enfermero que con su guitarra les canta a los pacientes para favorecer su recuperación y bienestar.
Biografía de un guitarrero de la salud
Gustavo trabaja hace 17 años en el Sanatorio Adventista del Plata. Comenzó como camillero y luego se convirtió en enfermero. Siempre le gustó cantar y tocar la guitarra. En algún momento, descubrió esa mágica conexión entre música y medicina. Empezó a notar cómo la salud de los pacientes mejoraba ante los estímulos de sus acordes. Y, ahí nomás, se largo a tocar en pleno Sanatorio. De día y de noche, a niños y a adultos mayores. Todos respondían bien y le pedían “otra, otra”.
Un video subido a las redes muestra al enfermero entrerriano cantando “Zamba de mi Esperanza” a dos abuelos internados. Ver a los pacientes cantando a viva voz es muy emocionante. Uno de ellos, Ricardo, es un apasionado del folklore. Cuando le dieron el alta quiso devolverle el favor al enfermero. Junto a su familia fabricó un barbijo con las iniciales de Gustavo Simón y el color de su equipo favorito. Estos ejemplos de vida nos invitan a repensar la relación entre pacientes y profesionales de la salud de otra manera. Los hospitales pueden ser lugares saludables de calma, tranquilidad, cariño y música, mucha música.
Misionero y argentino por elección. Profesor de Historia (UBA), aficionado a la astronomía y a la ciencia ficción. Soy docente en el nivel medio y superior, pero antes fui maestro heladero, librero, administrativo, encuestador, mozo y hasta repartidor de películas de VHS. Mi pasión es escribir. Tengo unos cuantos cuentos y unas cuantas historias para contar. Como dicen por mi zona, solo “entre, pase y pregunte”.