¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLuis y Jazmín Gamarra son dos jóvenes hermanos que reclaman dejar de ser NN y tener por fin los papeles que afirmen sus existencias. Ambos nacieron en la salud pública de Rosario y viven en Zavalla, comuna que dista 20 kilómetros de la principal ciudad santafesina. Sus padres no los anotaron. Así, atravesaron toda la infancia y la adolescencia como indocumentados. Él es carpintero, pero nunca pudo tener un trabajo en blanco por su condición. Ella tiene muy buenas notas en la escuela secundaria, pero el Ministerio de Educación no puede certificar sus progresos. Y, ahora, cuando tenían todo encaminado para lograrlo, sus papeles se perdieron en algún oscuro escritorio y tuvieron que empezar todo de nuevo.
Luis nació en la Maternidad Martin y su hermana en el hospital Centenario. Tenían las actas de nacidos vivos, pero su mamá dice que desaparecieron esos papeles. Y a ellos nunca los anotaron.
Quizás marcado por esa falta de referencia en el comienzo de su vida, Luis llevó a cuestas una infancia errante, aunque bastante contenido por los límites de un pueblo de 7 mil habitantes. Desde chiquito “hace su vida”. Prácticamente, era un chico de la calle. Hasta que apareció una persona que le tendió una mano en el comienzo de una etapa tan crucial como la adolescencia. Cuando cumplió los 13, Beto, un hombre del pueblo, le dio trabajo. Le enseñó el oficio de carpintero, que es lo que hace hoy. Beto adoptó a Luis casi como un hijo.
La cuestión comenzó a manifestarse cuando Luis cumplió los 18 años. Beto lo quiso poner en blanco en la carpintería, pero no se podía porque no tenía su documento. Empezaron a hacer las averiguaciones para hacer los trámites. Pero después Beto se enfermó y otra vez quedó todo frenado. Este es solo el comienzo del drama de estos hermanos indocumentados.
En paralelo, Jazmín, la hermana menor de Luis, empezaba a vivir una historia parecida. Ella se quedó en la casa de sus padres. Pero, a través de los años, fue sufriendo las consecuencias de no tener una identidad acreditada en los papeles. A medida que Jazmín iba creciendo, también crecían los problemas por ser una NN.
Luego de unos años, Luis volvió a la casa de su familia, solo para enterarse que su hermana estaba en la misma situación, que era indocumentada.
Luis y Jazmín cursaron los estudios secundarios en el EEMPA de Zavalla (la joven todavía estudia allí), pero no pudieron avanzar de año por no tener sus DNI. Aunque saque buenas notas, Jazmín no puede pasar de año por ese tema. Impotencia y bronca son solo algunos de los sentimientos de estos hermanos.
En febrero de 2019, una Trafic del Registro Nacional de las Personas (Renaper) llegó a Zavalla. Luis y Jazmín vieron la oportunidad de tener información sobre qué hacer para tramitar sus identidades. De allí fueron derivados a una oficina del Renaper. Luego pasaron a la Defensoría Zonal para iniciar el proceso judicial. Desde allí se envió un primer oficio a la Maternidad Martin y otro al hospital Centenario para solicitar los certificados de nacidos vivos. A su vez, debieron ir al Registro Civil a buscar las certificaciones de que no habían sido anotados en esas oficinas, como debió ocurrir en 1994 y en 2004.
Todo ese trámite llevó meses. Incontables viajes a Rosario. Hasta que desde Defensoría les indicaron a los hermanos que debían dirigirse a la sede de la Policía para registrar sus huellas dactilares. Cumplieron con el trámite un día de diluvio, en Rosario. Era diciembre de 2019 y parecía que el sueño de dejar de ser indocumentados estaba más cerca que nunca.
Ya en febrero de 2020, Defensoría activó un nuevo pedido para que, cumplida la toma de huellas, se pasara el trámite a Policía Federal para la averiguación de antecedentes. Esa solicitud se efectivizó a mediados de marzo de este año. Cinco días después, el Gobierno nacional decretó la cuarentena en todo el país por la pandemia del coronavirus.
A fines de agosto, hicieron un llamado para conocer en qué instancia se encontraba el trámite, en el marco extraordinario del aislamiento social preventivo y obligatorio. "Los papeles se perdieron", fue la fría respuesta. La explicación fue más desconcertante todavía: "Estas cosas suelen suceder", les dijeron.
Recién en septiembre de 2020, Luis y Jazmín fueron llamados nuevamente desde Defensoría para que (otra vez) se presenten en la Policía para que les tomen sus huellas. Todo comienza de nuevo. Ojalá que, esta vez, sea con mejor suerte para estos chicos de carne, hueso y sentimiento que siguen reclamando ser tratados como personas. Siguen luchando por no ser indocumentados.
Fecha de Publicación: 04/11/2020
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