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Ramona Bustamante: resistencia cordobesa

Esta es la historia de resistencia que se convirtió en bandera y símbolo de lucha cordobesa. Es la vida de Ramona Bustamante, un ícono cordobés que se convirtió en inspiración para todos aquellos que luchan contra la injusticia.

Ramona Bustamante es una mujer de 95 años que, luego de una vida en su tierra del norte cordobés, se encuentra resistiendo su desalojo. Con su fuerza de vida y sus ganas de quedarse en este plano y en ese lugar propio, Ramona se convirtió en un símbolo de la lucha campesina hace casi 20 años. La campesina cordobesa fue intimada por la Justicia a dejar su campo de 150 hectáreas en el norte de la Provincia, pero su negativa fue más fuerte.

 

Haciendo historia

En 2003, Ramona Orellano de Bustamante y su hijo, Orlando Bustamante, fueron desalojados del campo en el que habitaron toda su vida. Las tierras están ubicadas en el paraje “Las Maravillas” en el norte cordobés. Las localidades más cercanas son Sebastián Elcano, un pueblito de 2.000 habitantes ubicado a 20 kilómetros del campo y San José de la Dormida, otro pueblo un poquito más grande que está a 100 kilómetros. En esta zona de Córdoba, se fue construyendo la imagen de esta señora como símbolo de lucha y resistencia para otras causas.

 

De la tierra venimos y hacia la tierra vamos

La historia de Ramona tiene todas características que aparecen detrás de estos episodios en los que se ven involucradas largas extensiones de tierra. Por un lado, una trama familiar de desavenencias entre hermanos y hermanas. Por otro, una maniobra fraudulenta que termina en la firma de un contrato de cesión de tierras. Y por último, la complicidad de la Justicia ante el avance de los agro negocios y al acaparamiento del territorio.

Sin embargo, no es una historia con un fin ya definido. Ramona resistió, logró que la comunidad campesina se movilizara y su lucha alcanzó una visibilidad nunca antes vista. Su historia hizo eco, revivió otras historias similares y dio fuerza a todo un pueblo para defender lo propio. Esta mujer se convirtió en un ícono cordobés. Además, su lucha impulsó a otras resistencias contra el despojo de los dueños originales de la tierra y la lucha contra el avance de la frontera agroecológica.

 

Quedarse para resistir

La Justicia de Dean Funes sigue persiguiéndola. En el mes de marzo de 2021 emitieron un fallo que habilita el desalojo de ella, su familia y sus animales del campo que donde viven hace más de 90 años. Ramona y su hijo viven en ese campo y, su historia llegó a todos los medios. Orlando es su hijo menor y vive en una casita pegada a la de su mamá, en el campo que lo vio crecer y nacer. Las tierras están ubicadas en el departamento Río Seco, a 200 kilómetros al norte de esta Capital. Él cuenta:

“Mi mamá nació en la otra punta del campo, tiene 150 hectáreas, y vivió toda su vida acá, en la otra punta. Yo lo único que pido es que me escuche alguien, de la Justicia, el Gobernador, alguien. Nosotros no tenemos ni un papel, los hicieron desaparecer en el tiempo de (los gobernadores Eduardo) Angeloz y (José) De la Sota. No tenemos comprobantes de que el campo es nuestro, la madrastra de la mami vendió el campo y a nosotros nos dejó fuera de la herencia. Queremos lo que nos corresponde y que nos escuchen, nada más”

El hombre sabe que lo que les hicieron “es un fraude, la mami sabe leer un poco, pero le leyeron unos papeles y le hicieron creer que le decían una cosa y le dijeron otra. Ella ni sabía lo que había escrito ahí y firmó. La madrastra de Ramona, Rosa Suárez le vendió a los Scaramuzza algo que era nuestro. Esta mujer tiene una hija, María Magdalena Orellano, que iba a la escuela conmigo; íbamos juntos a la escuela a caballo. En el juicio, dijo que no nos conocía”.  

 

El expediente

Victoria Gauna es abogada del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) y representa a la familia Bustamante. Ella contó a los medios que la historia comenzó hace más de 30 años, en 1988, cuando las hermanastras de Ramona no la incluyeron en la herencia del papá. Los hermanos Scaramuzza eran patrones de una hermanastra de Ramona y hay una compra, una tercería de dominio. Ramona queda fuera de los trámites sucesorios y se encuentra de un día para el otro con esta venta. Luego, en 1993, la controversia judicial sigue y a Ramona le hacen firmar un convenio de desocupación, que en realidad no era tal cosa. Para el momento, ella era una mujer de 80 años, sola, sin abogado. Del otro lado, Eduardo y Juan Carlos Scaramuzza, dos agroempresarios dirigentes de Federación Agraria de Oncativo; su abogado y el juez de Paz. Ramona tenía todas las de perder y el primer desalojo ocurrió en diciembre de 2003. En 2004 la desalojaron de nuevo.

El campo es un recorte de 150 hectáreas de bosque nativo rodeado por un inmenso mar de soja. Allí, Ramona y Orlando crían animales: caballos, vacas, cabras y ovejas. La casita de materiales donde vivía Ramona la habían derrumbado con topadoras. Al rancho, con un tractor. Le envenenaron el pozo donde ella y Orlando sacan agua para vivir; y le mataron algunos animales. Además le hicieron un juicio por usurpación, del que fue sobreseída.

 

Símbolo de lucha cordobesa

En Córdoba, Ramona Bustamante es un símbolo de lucha y resistencia. “Para los campesinos del norte de Córdoba exigimos tierra, justicia y trabajo”, reclamó León Gieco ese enero de 2004 en el escenario Atahualpa Yupanqui del Festival Nacional de Folklore de Cosquín, mientras abrazaba a Ramona. Raly Barrionuevo también invitó a la mujer al escenario cuando tocó esa noche.

En 2018, en el marco del Día Internacional de la Lucha Campesina, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC)  distinguió a Ramona Bustamante con el “Premio José María Aricó”. Un símbolo de reconocimiento a sus saberes ancestrales, la lucha por la tierra y la defensa de los recursos naturales.

Su lucha sigue y vive en cada uno de los campesinos que protegen sus tierras y eligen la agroecología como forma de vida.

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