¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 29 De Marzo
El Bocha trabaja en Rufino. Laburante sacrificado, la basura es parte de su trabajo diario. El otro día, el Bocha se encontró tres mil dólares en una caja de cartón. Claramente, los desperdicios no eran el destino del paquete.
Rufino es una localidad pequeña, pero de las pujantes del sur santafesino. Zona agrícola-ganadera por excelencia de nuestro país, en Rufino hay campo e industria. Es la cuna de algunas glorias argentinas, como Bernabé Ferreyra, “El mortero de Rufino”. Pero, lamentablemente, y como suele pasar con las localidades pequeñas del interior del país, cuando esta ciudad apareció en los medios nacionales no fue por buenas noticias. Dos muertes de chicas ocurridas en Rufino tuvieron gran trascendencia. Una en 2000, el caso de Natalia Fraticcelli, del que aún no se sabe qué pasó. Un poco más acá, el femicido de Chiara. Tan conocido que fue el puntapié para el nacimiento de Ni Una Menos.
En Rufino, decíamos, labura El Bocha. Pero no es de Rufino, El Bocha. Es de un pueblo del interior de Buenos Aires que queda a unos kilómetros. Dicen los que lo conocen en su tierra natal que es un aventurero. Siempre buena onda. Recaló en tierra santafesina en busca de otros horizontes laborales.
Ya sea que labures en Rufino, en Capital, en Ushuaia o en La Quiaca, tres mil dólares no se encuentran todos los días. Personalmente, yo me vuelvo loco de pensar en las cosas que podría hacer con tres lucas verdes. Pagaría algunas deudas, vería si puedo cambiar el auto. Me haría un viajecito por algún rincón del país, de esos tantos que me faltan conocer. Pero ¿qué hizo Dardo, AKA El Bocha, con los tres mil dólares?
Haciendo su trabajo llegó a manos de Dardo Miranda una cajita. Una más entre tantas. Lo distinto es que dentro de la caja había tres mil dólares. Yo soy medio brutito para dimensionar el dinero yanqui. Así que hice la conversión. Son unos $360.000 los que tenía en su poder el bueno del Bocha.
Pasado un rato, y como era de esperar, apareció el dueño de los billetes. El propietario llegó preocupadísimo a la planta a preguntar y “Bocha”, como es muy natural en él (afirman quienes lo junan), se los devolvió. “Amasé una fortuna con la manos”, contó con alegría y dijo estar confiado en que “Dios se lo va a recompensar”.
Dardo “Bocha” Miranda es un trabajador humilde, al que la vida trató muy mal de chico. Primero se le fue el viejo. Tiempo después, la mamá. Aún así, siempre fue el bonachón del pueblo. Dicen en Cañada Seca que se fue por otros pagos a seguir haciendo sus “locuras”. Locuras que, en este caso, son una lección de vida para todo el mundo.
Yo creo que lo más destacable de esta historia es el contexto actual en el que se produjo. Suena hasta cliché decirlo, pero es complicado afirmar que el dinero no es lo que más se necesita. Una vez más, en Ser Argentino te podemos contar que todavía queda gente honesta en este mundo. Y no es poca la gente así. Solo falta que aparezca la buena noticia a ser contada.
El Bocha Miranda aprendió, de su familia o de sus amigos, los valores y la honestidad que muchos otros han perdido.
Fecha de Publicación: 27/07/2020
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