Otra chata que se la banca por los caminos de la Patagonia

Verónica Herrmann es una joven veterinaria de 33 años que vive Valcheta, en la provincia de Río Negro, a pocos más de 100 kilómetros del Balneario Las Grutas. La localidad, de no más de diez mil habitantes, se ubica sobre la ruta Nacional Nº 23.

Verónica hace 10 años que ejerce esta profesión y las recorridas por campos de la zona son moneda corriente en su día a día. Sin la ayuda de estas camionetas (porque son más de una), ella no podría ir de acá para allá: localidades y parajes vecinos que componen la Línea Sur, en el paisaje desértico de la Meseta de Somuncurá como Los Berros, Ramos Mexía, Chipauquil, Sierra Pailemán, Sierra Colorada, Yaminué y Treneta. 

Las camionetas Ford son de su papá Juan, son todoterreno y las maneja desde los 12 años, porque son parte de la familia: ella necesitaba poder recorrer y ayudar a los pobladores de los pueblos más alejados, no solo trabajar con mascotas y animales más domesticados.

Gracias a “La Loba”, que es una F100 doble cabina azul modelo 60, a La Colorada y otra más F100 doble cabina blanca modelo 66, ella puede realizar su trabajo y sueño de asistir a los grandes animales y liderar las campañas de vacunación del ganado vacuno, que son una vez al año (las obligatorias), además de cualquier inconveniente y accidentes que puedan tener ellos, o simplemente realizando un control para revisar que esté todo bien.

Su historia con el campo es desde siempre ya que su papá es ganadero en el paraje que está a 15 kilómetros de Valcheta, Chamquín. Así forjó su pasión por el campo y los animales, por lo que estudiar veterinaria no fue una gran duda para ella. Se fue a La Pampa, y regresó para aportar a la ciudad que la vio crecer y que ahora la ve recorrer y cumplir sus obligaciones arriba de sus camionetas.

Así como ella ha transformado en aliadas a sus camionetas, los pequeños y medianos productores han conformado una gran alianza, ya sea para vender o mover sus animales de uno a otro campos, cumpliendo con las exigencias del SENASA, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria.

En el lugar del copiloto muchas veces se encuentra su padre, al principio más que nada por el propio desconocimiento de Verónica en ciertos caminos. Cuando “ya le agarró la mano”, de entender cuáles eran más complicados (pero no imposibles), la presencia de Juan fue disminuyendo pero resultó que, en algunas otras, ha aparecido una pequeña acompañante: su hijita Victoria, de apenas 6 años, que como su madre y abuelo, ya siente una pasión por los fierros, el campo y los animales.

Verónica ya conoce los pedregosos caminos sinuosos y complicados, reacciona ante problemas y se relaciona con los productores todos los días, saliendo del “confort de la veterinaria” más tradicional. Arriba de La Loba, ella es un engranaje más para llegar a los lugares alejados y asistir a animales con infecciones, enfermedades, partos o simplemente vacunando o realizando una inspección. Caminos más complicados, menos o más lejos del pueblo: la Línea Sur, la Meseta de Somuncura; ella lo recorrerá porque en su sangre está la pasión de ayudar a pequeños emprendedores y a sus animales.

Verónica nos demuestra que viejos son los trapos, y que, al igual que la Descarriada de Ely Curuyán, que reparte alimentos y leñas a familias o el pulpero de Las Grutas, Cristian Firmapaz, que surfeó las olas ante la mirada de nuevas camionetas prácticamente impecables y sin usar, estos vehículos con sus décadas encima son grandes aliados en los caminos de la Patagonia.