Nadie: un destino escrito en los libros

Sin buscarlo, su nombre definió su destino: Nadie. Nadie, porque así se sienten muchos de sus vecinos de la villa 31 para el resto de la sociedad. Pero, sobre todo, porque descubrir el origen de su nombre marcó sin querer el rumbo de su vida.

Nadie Huamán Rojas se crio en Chosica, Perú. De chico, estaba peleado con su nombre porque sus amigos lo cargaban. Hasta que, un día, se enteró de dónde había sacado su padre esa idea tan particular: de la Odisea, de Homero. A partir de ese momento, Nadie comenzó a leer e hizo de la literatura su mayor pasión. Hoy es el único librero de la villa 31.

Llegó al país en 2007 y trabajó primero como obrero. Para generar un dinero extra, se acercaba a la feria de la villa a vender cualquier tipo de objetos. Las ganancias eran buenas, por lo que decidió dedicarse a eso. Se mudó allí y abrió un local. Inodoros bachas, hierros y cacharros eran sus productos más vendidos. Hasta que, un día, como en una epifanía vio la manera de hacer de su pasión una forma de vida.

Notó que los cartoneros llevaban libros, y entonces entendió todo. Comenzó a comprarles algunos ejemplares y a venderlos en su negocio. Reemplazó los cacharros por estanterías y armó la primera librería de la villa 31. Sus clientes son sus vecinos, pero también recibe algunos externos que se acercan por lo irresistible de sus precios, que van de los 20 a los 100 pesos.

Librero, lector y escritor

Nadie, además de vendedor, es un ávido lector. Y también escribe. Tiene cuatro novelas en su haber y una recopilación de poemas. Una de ellas, La grandeza del inmigrante (2015), fue publicada por la editorial Red Artística Sudamericana. Narra ni más ni menos que su vida diaria: situaciones que viven los extranjeros que residen en la villa 31.

La vida toma caminos extraños, pero siempre nos termina llevando a nuestro primer amor.