Nadie esperaba que el COVID-19 modificara la vida de esta manera. Muchas personas pensaron que la pandemia en nuestro país y el consecuente Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio duraría desde marzo hasta abril o, a lo sumo, hasta que termine el invierno. Lo intempestivo e inesperado del COVID-19, provocó que gran parte de la población quede paralizada en sus hogares o, en su defecto, en el lugar que se hallaban aquel 16 de marzo. Un caso representativo es el Circo Magnum. La familia Rodríguez está varada en La Pampa hace ocho meses y no tiene salida en el corto plazo.
El circo, más que un espectáculo, es un modo de vida y en nuestro país es una actividad de larga data. Las presentaciones circenses e itinerantes, fueron creadas hace cientos de años con el motivo de llevar alegría y colores a los pueblos. Sin embargo, esta familia circense se encuentra lejos de realizar sus performáticos números de alegrías y acrobacias.
La compañía que dirige el jefe de la familia, Javier Rodríguez, está compuesta por ocho personas. Hijos, mujer, cuñada, padre y suegro, salieron de gira en febrero de este año. El recorrido los encontró frenando en muchos pueblos hasta que llegaron a General Pico a principios de marzo. “Todos pensamos que iba a ser cosa de unas semanas, a lo sumo , un mes, aunque escuchábamos lo que pasaba en otras partes del mundo. Fueron meses muy difíciles, por suerte la gente de la ciudad es muy solidaria y siempre nos acerca mercadería o nos pregunta si necesitamos algo. Nosotros acá vendemos pochoclo, copos de nieve, también alquilamos los peloteros para los niños en sus casas” afirmó Javier a medios pampeanos.
La situación hoy en día es muy difícil para esta familia circense, ya que tienen un pedido de desalojo por parte de los dueños del predio donde se encuentran: “La gente del club me pidió que abandonara el lugar porque lo van a utilizar para estacionamiento de vehículos. Así que empezamos a desarmar de a poco, esperando conseguir algo donde instalarnos. Han llamado muchas personas, pero hasta ahora nada concreto. Necesitamos un lugar para guardar tres acoplados, el camión, el auto, la casilla rodante, y que por supuesto, cuente con los servicios de luz y agua. Muchos piensan que quiero un lugar donde armar la carpa, y no es así, para que la voy a armar si no puedo trabajar”, sentencia Javier con desesperado tono.
Con respecto a la municipalidad de General Pico, el jefe circense demuestra refunfuño y frustración: “Nadie se acercó a hablar con nosotros, creo que ya no vale la pena ni molestar ni seguir insistiendo. Ni siquiera me contestan el teléfono. Sólo pido un lugar hasta que podamos volver con el circo, ya sea al aire libre o de la forma tradicional”.
A la vez, Javier destaca la solidaridad de las familias piquenses, ya que les han llevado constantemente alimentos y provisiones. En un mismo movimiento, Javier se acercó a donar lo sobrante y aquello que su familia no necesita, a Cáritas y a la iglesia local.
Comunicador social en proceso, lo cual es igual a ser licenciado en casi todo. Neuquino aporteñado, pero con las raíces bien afirmadas. Fanático de conocer lugares, gente y comidas.