Sabrina Tántera comenzó sus estudios profesionales en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC, y los culminó. Su sueño de pequeña era ser astronauta, pero la vida le deparó nuevos destinos. Actualmente es jefa del equipo de trabajo del Laboratorio de Integración y Ensayos Mecánicos de Vehículos Espaciales de Nueva Generación (Veng). Un proyecto famoso a nivel internacional que ya va dando sus frutos. Veng es una empresa cordobesa que cumple un papel clave en el desarrollo y en la fabricación del Satélite Argentino de Observación con Microondas (Saocom), a cargo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).
Popurrí de conocimiento
Pero para llegar a donde está, tuvo que enfrentar varios obstáculos y formarse en varios aspectos de la vida. El deporte, la música y muchas otras disciplinas, la invitaron a desplegar sus habilidades. Desde los 6 años hasta los 18, practicó atletismo y compitió en varias ocasiones, siempre dedicándole un lugar importante en su vida. De más grande, su afición se volcó al lado musical: el saxofón la sedujo con su complejidad. Así, Sabrina se fue constituyendo como la mujer que es hoy, de habilidades admirables y capacidad inaudita.
Antes de inmiscuirse en el mundo de la física, a los 17 años, trabajó en el taller mecánico de Oscar Civarelo.Y aprendió los secretos del mundo fierrero, preparando motores de autos para competir en rally. Además, aprendió a fabricar jaulas antivuelco. Más tarde incursionó como piloto, en el Grupo N. E integró equipos técnicos en la fórmula Renault (monoplazas) y Súper Renault. Tuvo una época de jugadora de hockey en el Carlos Paz Rugby Club, practicó pentatlón y fue becada para entrenar en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard) en Buenos Aires. En la actualidad, usa sus tiempos libres para dictar clases de yoga para niños, adolescentes y adultos en situación de vulnerabilidad y se forma para ser barista gourmet.
Comienzos académicos
“Cursé mis estudios en Carlos Paz. Hice la primera en la escuela José de San Martín; al secundario lo empecé en el Bernardo D’Elia, pero lo terminé en el Instituto de Enseñanza Secundaria y Superior”, arranca contando desde los primeros años de su vida. “Me ‘invitaron’ a salir del colegio parroquial del barrio La Quinta (en alusión al D’Elia). Es que no me llevaba bien con la religión ni con el cura: me vivía retando porque me persignaba con la izquierda (es zurda de nacimiento) y cuestionaba los dogmas de la fe a cada rato”, revela, sin tapujos. Y hasta casi con orgullo.
Cuenta que su familia vivió épocas muy difíciles y que ella ayudaba en el Programa de Asistencia Integral de Córdoba (PAICOR) para poder comer criollitos y tomar mate cocido. “Mi mamá estaba sola en ese tiempo y se mataba trabajando para darnos lo mínimo indispensable. Dormíamos los tres hermanos en el mismo cuarto, no usábamos ropa de marca ni consumíamos lo que imponía como moda una sociedad tan ‘elitista’ como la de Carlos Paz, debido al escaso presupuesto familiar”. En ese marco, Sabri y sus hermanos fueron víctimas de la discriminación de una sociedad injusta y desigual.
Victoria triple
Así y todo, culminó su secundario y decidió enfrentarse la vida universitaria: todo un desafío para las familias de sectores más vulnerables. Por eso, en la actualidad la victoria es triple, Sabrina venció los obstáculos de la pobreza, se superó a nivel académico y hoy, siendo mujer, es líder en un mundo históricamente gobernado por hombres: el mundo de la ciencia y el conocimiento.
Su época de estudiante comenzó a tomar un poquito más de gusto cuando fue becaria de un Programa. Obtuvo una beca rentada en Lockheed Martin, una empresa estadounidense que en 1995 recibió en concesión por 25 años la ex Área Material Córdoba (Hoy Fadea). Cursó toda su carrera trabajando, recibiendo sueldos mínimos de pasantías o becas. Con eso se conformaba: “Con esa plata cubría el alquiler que compartía con amigas en Córdoba, los gastos de la carrera, el ferné con la barra de la ‘facu’ y la comida de todos los días; vivíamos a fideos, arroz, prepizzas y mate cocido”, cuenta a los medios.
¿Meta final?
Luego pasó por AOG, una empresa cordobesa dedicada a la producción, reparación y venta de componentes de aeronaves. Y, ya con varias herramientas del mundo aéreo, “wn 2013, después de postularme unas 500 veces, más o menos (exagera), ingresé a la Conae para trabajar especialmente para el Saocom. Y aquí estoy…”.
Aquí está, Sabrina, liderando un proyecto de relevancia a nivel mundial, que coloca a Argentina en el ranking de la ciencia y el conocimiento. Ocupando su lugar como mujer en un área que, históricamente, perteneció a los hombres. Aquí está, llevando a cabo la jefatura con la frente en alto y sus ideales a flor de piel. ¡Aquí está Sabrina y nosotros se lo agradecemos!
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.