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Ir a la secciónBuenos Aires - - Sábado 28 De Mayo
Claudia Kerke nació en Hernández, provincia de Entre Ríos, un lugar con un paisaje muy lejos de ser montañoso. Así, la trabajadora social de 48 años vivió casi toda su vida lejos del mundo de alta montaña. Cuerdas, bastones, mochila, mosquetón y piquetas no formaban parte de su indumentaria habitual.
Un día, la entrerriana pisó por primera vez una montaña a los 35 años. Lo curioso es que no fue producto de un deseo intencionado, sino fruto de la necesidad. En este caso, la montaña fue en busca de Claudia. Corría el año 2006 y la entrerriana realizaba un intercambio de voluntariado social en Guatemala. En ese país, Claudia debía aportar mano de obra en un proyecto de agricultura sostenible a las comunidades de los cerros. La mala noticia es que esa gente vivía por encima de los dos mil metros y la única manera de llegar allí era caminando. De esta manera, comenzó la inesperada e inseparable relación entre Claudia Kerke y la montaña.
Todos los días, durante tres meses y medio, la entrerriana caminaba entre dos y tres horas de ida, y dos y tres horas de vuelta. Fue en ese momento que comenzó a tomarle el gustito a la montaña. Cuando volvió a nuestro país, las montañas argentinas la esperaban. Y, naturalmente, las escaló.
La primera montaña que escaló Claudia fue el Cerro Champaquí, en la provincia de Córdoba. Su última fue por encima de los cinco mil metros. En el Pico Austria y Mirador Condoriri, dentro del parque Nacional Condoriri, en Bolivia. En el medio, hizo cumbre en el imponente Kilimanjaro, en África.
La montañista entrerriana comparte lo que para ella significa subir a una montaña. “Al caminar por la montaña las sensaciones son únicas, irrepetibles y muy personales. En la medida que uno avanza las emociones y los sentimientos están a flor de piel. Es un lugar de mucha introspección, donde solo uno pude dar el próximo paso para seguir avanzando”, dice Kerke. “Es un lugar donde siempre te cruzas con más gente y terminás tomando un mate con ellos. Pareciera que te conocés de toda la vida”, agrega la entrerriana. “La montaña nos hace más humanos, nos vuelve más sencillos, la zona de confort desaparece por completo. La montaña es como la vida misma, vivir el aquí y ahora, disfrutar el momento y seguir adelante. No es un ejercicio fácil en una sociedad donde todo tiene que suceder al instante. La montaña tiene sus propios tiempos”, reflexiona Claudia.
Fecha de Publicación: 25/06/2020
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