¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónCuando Juan Manuel tenía 35 años se encontraba trabajando, un día cualquiera, cuando le vino una muy fuerte descompostura, por la que debió ser internado. Se sometió a diversos estudios. Realizó varios tratamientos. Finalmente, le dijeron que tenía una insuficiencia de riñón muy severa, y su salud dependería de realizarse diálisis constantes.
Largos cuatro años pasaron de ir tres veces a la semana al centro de especialización en nefrología a que lo pinchen, le saquen sangre, la “limpien” y la vuelvan a inyectar. Todo durante cuatro horas, cada vez. La esperanza era, de a poco, ir mejorando. Hasta que un día le tiraron el baldazo de agua fría: su caso era irreversible y entraba en lista de espera para un trasplante de riñón.
Con los avances de la medicina, hoy podemos decir que la historia de un trasplantado no tiene que ser nada trágico. Puede llevar una vida normal, con ciertos cuidados. Pero de ahí al hecho... hay que estar en la piel de alguien que necesita un trasplante. Joven, con un hijo recién nacido.
Como suele pasar, en el proceso de espera hasta que aparezca un “riñón candidato”, está la posibilidad de examinar a familiares directos que quisieran ser donantes. Si el órgano está sano, es hasta conveniente que sea de alguien con una relación de sangre.
Aquí aparece en la historia Gabriela, la hermana mayor de Juanma. En ese entonces, ella tenía 42 años. Apoyada por su familia, Gaby decidió, generosamente, perder un riñón para salvar las funciones renales de su hermano. Si bien es sabido que, llevando una vida sin excesos, se puede vivir perfectamente con un solo riñón, tomar la decisión de quedarse con uno solo y someterse a una cirugía compleja (ella era madre de dos niños) habla de verdadero amor de hermanos.
Así comenzó, ahora, todo el trajín médico de Gaby. Análisis de todo tipo, endoscopías, etc. Fue ahí que apareció la noticia milagrosa: los médicos encontraron, en su cuerpo, tres riñones. Los tres en perfecto funcionamiento. Quedaron perplejos. La alegría familiar fue muy grande. El trasplante de riñón se realizó y hoy estos hermanos llevan una vida sana y feliz.
A veces, la naturaleza, Dios o el universo (como le quieras llamar según tu fe) ofrece estas lecciones: lo que le faltaba a un hermano estaba en el cuerpo del otro. Pero era necesario tomar la decisión de donarlo.
Fecha de Publicación: 01/04/2020
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