Ilse vive en Eldorado, provincia de Misiones. Pertenece a una generación de mujeres de ascendencia alemana, con la cultura del trabajo corriendo por sus venas. Cuando llegó la noticia de la gigantesca pandemia, la abuela misionera no entró en pánico. Ni siquiera se achicó un poquito. Destapó su antigua compañera de aventuras, la máquina de coser. Y, con la misma determinación que años atrás, empezó a realizar lo que había hecho durante toda su vida: coser. Bajo el rítmico sonido del artefacto, la abuela cosió y cosió. Y siguió cosiendo. Cientos y cientos de barbijos solidarios destinados al hospital local del SAMIC.
Vocación solidaria
En esta temible batalla entre el coronavirus y los adultos mayores, la abuela misionera no está dispuesta a quedarse de brazos cruzados. No lo hizo en el pasado, menos ahora. Desde muy joven, Ilse Buddenberg combatió contra las enfermedades de todo tipo. Desde resfríos hasta epidemias. A los 20 años egresó de la Escuela de Enfermería del Hospital Alemán, en Buenos Aires. Cuando se mudó a Eldorado, trabajó como enfermera e instrumentista en el sanatorio local Buddenberg. Junto a su marido, montaron la clínica en su propia casa. Desde entonces, la abuela misionera jamás paró de coser barbijos y guardapolvos para médicos y pacientes. "En mi casa, siempre se cocinó, se lavó y se planchó toda la ropa blanca de los pacientes del sanatorio", contó Ingrid, la hija de Ilse.
La enérgica misionera está lejos de ser un blanco fácil para esta pandemia. Ilse aún tiene carnet de conducir y maneja su auto. Como todos, hace la cuarentena, pero se maneja perfecto con WhatsApp. “No hay caso, ella es independiente y se maneja sola, aunque nosotros temblemos”, cuenta su hija. Ella lo adjudica a esa increíble cultura del trabajo. “Es su actitud luego de haber trabajado toda su vida, de mucho esfuerzo”, dijo. A unos meses de cumplir 90 años, Ilse escuchó que los hospitales necesitaban equiparse para enfrentarse al COVID-19. No lo pensó dos veces. “Manos a la obra”, dijo.
Misionero y argentino por elección. Profesor de Historia (UBA), aficionado a la astronomía y a la ciencia ficción. Soy docente en el nivel medio y superior, pero antes fui maestro heladero, librero, administrativo, encuestador, mozo y hasta repartidor de películas de VHS. Mi pasión es escribir. Tengo unos cuantos cuentos y unas cuantas historias para contar. Como dicen por mi zona, solo “entre, pase y pregunte”.