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Ir a la secciónEl 9 de octubre Catamarca despidió a una de sus habitantes más queridas. Francisca Borja Domínguez falleció y dejó una tristeza imborrable en la memoria del pueblo de Belén. Sus manos fueron las responsables de realizar los ponchos más lindos de la provincia. Te contamos la admirable historia detrás de esta querida artesana.
Si Catamarca es la Capital Nacional del Poncho, Doña Borja fue su abanderada indiscutida. En sus 94 años de vida logró alcanzar grandes éxitos, llegando inclusive a ser conocida a nivel internacional por sus tejidos. Nació en la ciudad de Belén en el año 1926, donde aprendió de su madre el oficio del telar, un don indiscutido que Borja transformó en su sostén y estilo de vida.
A sus 21 años se casó con Ramón Antonio Contreras y tuvo 12 hijos, quienes a su vez le dieron 52 nietos y 5 bisnietos. Con esta gran familia, no caben dudas de que su legado textil continuará. Una clara muestra es su hija Beatriz, quien heredó el talento de su madre. La casa donde vivían se encuentra ubicada sobre la ruta 40 y es considerada una parada obligatoria para aquellos que quieran recorrer la Ruta del Telar, un recorrido que nuclea a los artesanos del departamento.
La especialidad de Doña Borja era la vicuña, pero también tejía en fibra de oveja. Con su destreza convertía los tejidos en verdaderas obras de arte. Formó parte de la Asociación de Tejedoras de Vicuñas de Belén desde el año 2004, lo que le permitió que sus prendas sean expuestas en diferentes ferias a nivel nacional e internacional.
A lo largo de su vida fue merecedora de numerosos reconocimientos. En el año 2014 recibió el Premio Mayor de la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho gracias a un excelente poncho de vicuña que tejió con sus manos y que hoy en día forma parte del patrimonio de la fiesta.
Cuatro años después, el Fondo Nacional de las Artes le otorgó el premio a la trayectoria en el 2018. Para recibirlo, debió viajar a sus 92 años hasta la ciudad de Buenos Aires para ser premiada por su trabajo, el cual desempeñó de forma silenciosa durante todo su vida.
Cuando cumplió 94 años, y por esa suerte del destino, su cumpleaños tuvo un festejo especial. La comuna de Belén se dedicó a homenajear un nuevo natalicio de Doña Borja. Para hacerlo eligieron llevarle un desayuno, bombones y todo lo que pudiera alegar el espíritu de una tierna anciana. Ese día su familia la llevó a pasear por las calles de Belén. Allí y en toda Catamarca, Doña Borja era el legado viviente de las raigambres más ancestrales de la provincia.
El día de su deceso, las autoridades del Ministerio de Turismo y Cultura de la Provincia expresaron su pésame y condolencias a su familia. Toda Catamarca sufrió al verla partir. Su vida, aunque humilde y de bajo perfil, fue un orgullo para los catamarqueños que recordarán sus manos mágicas que hacían bailar los hilos y hoy descansan en algún lugar desconocido. Quedan sus ponchos, queda su arte y el amor inmenso de un pueblo que reconoce en ella lo más puro de las tradiciones.
Fecha de Publicación: 27/10/2020
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