Frente a un conflicto tenemos varias opciones para solucionarlo. Especialmente cuando nos referimos a una falla mecánica, muchas personas optan por cambiar la pieza en lugar de repararla. El misionero Carlos Barreiro, por el contrario, siempre le buscó la vuelta a las cosas. De ahí que realiza una actividad muy particular. Restaura autos. Es restaurador de autos antiguos, de esos que muchos optarían por regalar.
El comienzo
Todo esta historia comienza de niño. Su padre, mecánico, estaba poco en su casa y el sentía su ausencia. Para poder conectarse con él decidió adquirir los conocimientos necesarios. Como autodidacta, comenzó a arreglar y restaurar autos antiguos. Primero lo hizo solo, luego construyó una red de amigos con sus mismos intereses. Así, entre la curiosidad y la nostalgia, las reparaciones fueron la forma para poder compartir más tiempo con su padre.
Para Carlos el arte de restaurar autos es casi terapéutico. Es una búsqueda por sostener la mística de lo antiguo. Esa profunda conexión entre el vehículo y la persona, y también hacerlo extensivo a los que tienen su misma pasión.
Barreiro vive en Posadas, provincia de Misiones. En el patio de su casa, un food truck con la estructura de una combi yace en plena restauración. “El auto antiguo va a seguir andando aunque tenga una falla. El nuevo, que anda solo, no se mueve más”, dice convencido. Lo dice con ese entusiasmo que contagia ganas de ir al rescate de lo antiguo.
Un cartonero de hierros oxidados
Aunque sea difícil creerlo, Carlos no es dueño de un taller mecánico. ¡Ni siquiera es mecánico de oficio! Barreiro es en realidad un productor audiovisual. Realiza animaciones e interacciones en vivo. “Quien se dedica a lo audiovisual tiene mucho de curioso y de inquieto. Y eso mismo vuelco a los vehículos”, aclara. En sus restauraciones no descansa hasta que todo está alineado, encuadrado, simétrico.
En este itinerario fue conectándose con otros mecánicos fans de la mecánica de restauración. Es un cartonero de hierros oxidados, o por lo menos así se define a sí mismo. Junta de la basura piezas y elementos que encajan, y ahí empieza el gran descubrimiento: restaurar y reparar.
Su familia –Roma, su pareja; Augusto y Julia, sus hijos– comparte su pasión por los fierros. “Por suerte me acompañan en este hobbie particularmente voluminoso, ruidoso; y muchas veces complicado”, cuenta Carlos con una sonrisa.
Misionero y argentino por elección. Profesor de Historia (UBA), aficionado a la astronomía y a la ciencia ficción. Soy docente en el nivel medio y superior, pero antes fui maestro heladero, librero, administrativo, encuestador, mozo y hasta repartidor de películas de VHS. Mi pasión es escribir. Tengo unos cuantos cuentos y unas cuantas historias para contar. Como dicen por mi zona, solo “entre, pase y pregunte”.