¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Viernes 31 De Marzo
Dicen que los dones con los que nacemos tienen como fin ser puestos al servicio de otras personas. Nuestros talentos y habilidades deben ser compartidos para construir, entre todos, una sociedad mejor. Hubo un argentino que tuvo esto muy claro y dedicó su vida entera a este propósito: René Favaloro. Además de todos los aportes que hizo para el país y para la medicina, también se ocupó de que otros se sumaran a su proyecto de contribuir al desarrollo de la Argentina.
Daniel Ricart encontró en el doctor Favaloro una fuente de inspiración, ya que fue él quien le ayudó a descubrir cuál era su propósito en la vida. Pero, primero, conozcamos quién es Daniel Ricart y cuáles son los dones con los que llegó a este mundo.
Cuando un niño tiene problemas en la escuela, puede deberse a múltiples causas. El motivo por el cual a Daniel Ricart le costaba prestar atención en clase y todo le resultaba aburrido fue develado a través de un test de coeficiente intelectual (IQ), cuando tenía 10 años. Siendo lo normal para esa edad un IQ de 100, la prueba reveló que el suyo era de 175. Es decir, era superdotado.
Los padres de Daniel no habían tenido la posibilidad de cursar la escuela secundaria. El padre era relojero y la madre tenía una pollería en el frente de su casa, donde vendían huevos y pollos que criaban en una quinta que tenían. En ese contexto, imaginar que él iba a tener la posibilidad de formarse en Harvard hubiese parecido algo totalmente incongruente con su entorno. Sin embargo, a veces las utopías se hacen realidad.
Cuando terminó el secundario, Daniel decidió que quería estudiar Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires. Finalizar la carrera le llevó menos de dos años (más precisamente, un año y diez meses), lo cual es, hasta el día de hoy, el récord histórico mundial para una universidad nacional. De las 39 materias, cursó la mitad de forma regular y la otra mitad, de oyente, rindiendo luego las materias libres. A los 20 años ya se había recibido.
Por supuesto que este logro no pasó desapercibido para las autoridades de la UBA, quienes propusieron que se le entregara el reconocimiento de “Joven Sobresaliente de la Argentina”. Daniel recibió la distinción del entonces presidente de la Nación, Carlos Menem.
A raíz del premio obtenido, fue invitado a participar de algunos de los programas de televisión más vistos de la época: estuvo con Mariano Grondona, Bernardo Neustadt, Mirtha Legrand y Susana Giménez. También publicaron artículos sobre él algunos de los diarios más importantes del país.
Toda esa exposición hizo que su historia llegara a oídos de Favaloro, quien se comunicó con Daniel para invitarlo a una reunión en su oficina. Para ese entonces, el joven aún no trabajaba, sino que colaboraba con sus padres en la pollería.
El encuentro con Favaloro le dio a la vida de Daniel una dirección muy distinta a la que él hubiera imaginado. El médico le hizo una propuesta que, inmediatamente, se convirtió en su propósito: desarrollar un proyecto educativo para chicos superdotados, que tuviera en cuenta sus necesidades.
Y no solo eso: Favaloro se comprometió a ayudarlo a viajar al exterior para capacitarse, con la condición de que regresara al país para aplicar lo aprendido en su proyecto y que no se dejara tentar por las propuestas que seguro recibiría en el exterior. Fue así como el superdotado que trabajaba en una pollería terminó estudiando en la universidad de Harvard, en Estados Unidos.
Lo que había vaticinado el cardiólogo finalmente sucedió: en 1994, recibió una oferta millonaria de Arthur Andersen para dedicarse al mundo de las finanzas en Estados Unidos. Sin embargo, el compromiso que había asumido con Favaloro y con su país fue más fuerte, y regresó a la Argentina.
El proyecto que Daniel había soñado junto con Favaloro finalmente fue tomando forma. En primer lugar, creó la Fundación Ricart, una asociación civil sin fines de lucro que tiene como objetivo optimizar la calidad educativa en todo el país. Para solventar el proyecto, en un primer momento, continuó trabajando como contador.
Luego, alcanzó su objetivo más ansiado: fundó el Colegio Norbridge, enfocado en alumnos con alto potencial intelectual, que hoy ya cuenta tres sedes: Saavedra (Ciudad de Buenos Aires), Mendoza y Pilar. La escuela tiene como meta que cualquier niño con estas características pueda acceder, sin importar su procedencia social.
Vista en retrospectiva, la historia de Daniel Ricart parece tener una trayectoria y un sentido completamente coherentes: un niño humilde, pero superdotado, que se cruza con un gran mentor que le ayuda a encaminar su propósito de vida para poner sus dones al servicio de otros niños con él. Daniel, sin dudas, pudo descubrir cuál era el sentido de su vida.
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Imágenes: Redes Daniel Ricart
Fecha de Publicación: 16/02/2023
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