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El bioingeniero egresado de la Universidad Nacional de Entre Ríos que hizo historia

Ricardo Ruggeri es bioingeniero y estuvo a cargo del equipo que llevó a cabo un inédito transplante de médula ósea en Neuquén.

Nacido en Santa Fe y egresado en 2008 de la Facultad de Ingeniería (FIUNER) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Ricardo se recibió de bioingeniero y quiso seguir apostando a la formación. Entonces, realizó la Maestría en Física Médica del Instituto Balseiro y la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (FUESMEN) de Mendoza. De ahí en adelante, emprendió una prometedora carrera que no para de sumar novedosos logros y que enorgullece a los entrerrianos. Pero lo que más le interesa destacar es la importancia de la especialización en Física Médica. Es que, a partir de su experiencia personal, considera que es una excelente oportunidad para sus pares. Además, afirma que se trata de un área muy linda y apasionante de la bioingeniería.

Experiencia enriquecedora

Actualmente, Ricardo se desempeña como director del Servicio de Física Médica del Centro Oncológico Integral (COI) de la capital neuquina. Por lo que tuvo la oportunidad de conducir la aplicación de un nuevo procedimiento utilizado por primera vez en la Argentina. Inclusive, en toda América Latina, lo que lo convirtió en un hito. En este sentido, la operación desarrollada constó de un transplante de médula ósea en el cual trabajaron tres instituciones de forma conjunta. Así, participaron un hospital público y dos clínicas privadas, quienes asistieron con sus respectivos equipos de profesionales.

La flamante técnica se denomina Total Body Irradiation con Intensidad Modulada (IM TBI). Es un método que consiste en mejorar el proceso de eliminación del sistema inmunológico -afectado por el cáncer- del paciente. Esto se hace con el fin de garantizar la aceptación del órgano del donante. Al respecto, el bioingeniero relató que el desafío principal de los integrantes fue implementar un mecanismo de vanguardia. Asimismo, resaltó que la intervención no duele absolutamente nada. De hecho, el neuquino sobre el que se aplicó sintió el efecto casi de inmediato. Sucede que llegó con mucho padecimiento y, después de la primera aplicación, tuvo una mejoría.

El egresado de la UNER no quiso dejar de subrayar lo interesante e inédito del caso por ser el primero de la Patagonia. Además, no ocultó su gratificación por la cooperación articulada que se requirió para lograrlo. De esta forma, contó que se trabajó con el hospital público Castro Rendón y la clínica Conciencia, que está aprobada por el Incucai. Mientras que la tercera pata estuvo conformada por el Centro Oncológico Integral (COI) de la clínica Leben Salud, donde él participa. Finalmente, contó que conllevó la presencia de un montón de profesionales y una labor de equipo muy meticulosa.

Del frío alemán al patagónico

Ricardo viajó a Alemania hace unos meses atrás, justo antes de la emergencia sanitaria nacional decretada por el coronavirus. Allí, el objetivo principal era estudiar la técnica en Munich y perfeccionar su aplicación en la Argentina. Cabe destacar que el método fue inventado en el país europeo, lo cual lo convertía en el mejor lugar para aprenderlo. Al recordarlo, el bioingeniero dijo que lograron volver un día antes de que cerraran los aeropuertos. Finalmente, explicó que la implementación en suelo neuquino llevó entre tres y seis meses. Aunque hoy es una realidad y nuestra ciencia salida de la universidad pública nos sigue dando alegrías.

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