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Educación para el mejor amigo

El perro es el mejor amigo del hombre. Pero, a veces, necesitan educación profesional.

Juan Carlos Filippi es un santafesino de 63 años. Se dedica al adiestramiento de perros desde hace 43 años. Ya en su infancia, a los 10, había empezado a interesarse en el tema de la educación para el mejor amigo del hombre. Su formación siempre fue autodidacta: sólo leyendo y aprendiendo cómo se deben dar las distintas órdenes.  

La escena se ve en una vereda, de esas tranquilas de los barrios santafesinos. Juan Carlos lleva a un perro grandote con una correa especial. Caminan juntos y despacio, se detienen de repente. Luego hay un trotecito breve, de aquí y de allá. Filippi le saca la cuerda, se le aleja y le dice con una voz de mando firme: "¡Aquí!" (es la orden para que el perro se le acerque). Vuelve a colocarle la cuerda. El adiestrador se para y tironea levemente al mejor amigo: éste no se mueve, porque no recibió la orden de cruzar la calle.  

Este profesional de la educación animal dice que cada can debe adiestrarse sin comida (como premio) y sin castigo (como reprimenda). La única felicitación, al terminar la clase de 15 minutos, es acariciarlo cariñosamente, incluso hablarle con efusividad. Se usa un collar de ahorque. Así se llama, y no se usa para ahorcar el perro, sino para mantenerlo atento, atendiendo las órdenes con leves movimientos. Lo que sí debe ser fuerte es la voz de mando, para marcar autoridad cuando se le da cada una de las indicaciones. 

 

 Filippi asegura que ningún perro, sea o no de raza, es conflictivo. El problema siempre es del dueño, nunca del animal. A cada dueño, él les aclara que siempre es necesario ponerle límites al perro, desde cachorrito. No sobreprotegerlo: poner afecto y límites, las dos cosas bien marcadas. Como cualquier relación con un mejor amigo. 

De esos finales felices tan esperados 

No cualquiera puede tener un perro, porque se necesita mucha responsabilidad para hacerse cargo de un animal de compañía. La persona que decide tener un can como mascota debe preguntarse si está capacitada para tenerlo, sea de raza o rescatado.  

Hay una historia, de tantas que vivió Filippi, que sirve para graficar claramente esta realidad. Es la de Jim, su dueña, y este adiestrador.  

Jim es un cachorro que tuvo una vida muy sufrida y eso lo volvió violento. Este mejor amigo fue adoptado desde un refugio por una vecina de la ciudad hace unos tres meses. El perro llegó a la casa de su nueva dueña y empezó a mostrar su conducta, violenta e irascible, torpe e iracunda. La mujer empezó a indagar el historial y descubrió que Jim fue criado atado a un árbol con un alambre. Su historia es la del sufrimiento extremo al que se puede someter un animal doméstico.  

Pasaba el tiempo, el perro seguía indomable y su dueña lloraba todos los días. No sabía cómo contenerlo y tampoco recibía el cariño que esperaba de su mascota, e incluso ella no se lo podía dar. Estuvo a punto de devolverlo al refugio, pero decidió darle otra oportunidad. Así, averiguó quién educaba perros. Recibió varios contactos, entre ellos el de Juan Carlos Filippi, "instructor canino", como dice su tarjeta de presentación. Dice este señor que el caso de los perros rescatados es complejo. Es muy frecuente que haya animales que no se puedan rehabilitar. En cualquier caso, no sólo depende del adiestrador. Depende más del compromiso que ponga el dueño del animal, en todo lo que se le va indicando durante el período de adiestramiento. 

Hoy esta santafesina no duda de que Jim se volvió su mejor amigo, y salen a pasear juntos todas las mañanas. 

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