La pobreza y la vulnerabilidad social no entienden de colores políticos, de épocas del año o de situaciones económicas. En todo momento y en todo lugar existen personas que no logran cubrir sus necesidades y resultan vulnerables ante cualquier acontecimiento externo. Esa problemática es la que atiende Cecilia Luján con su comedor. Da lo que no tiene porque, lejos de ser una magnate que a través de una fundación colabora con los pobres, Cecilia tiene muy poco, pero eso que tiene lo pone a disposición de los más necesitados. Comenzó con una taza de leche. Hoy, gracias al aporte solidario de otros mendocinos, ofrece un techo, calefacción y enseñanza.
La historia tiene lugar en Lunlunta, Maipú. Cecilia Luján abandonó la escuela a los 12 años de edad para salir a trabajar en una bodega, porque sus necesidades la exhortaban a hacerlo. Eso le generó la empatía necesaria para ocuparse de los demás. Solo alguien que pasó necesidades importantes puede desarrollar un proyecto solidario como lo hizo ella.
Fue hace dos años cuando la imagen repetida de niños con hambre en las calles de su barrio, en Maipú, comenzó a dolerle en el alma. Sin embargo, resultaba difícil tomar cartas en el asunto cuando ella misma compartía esa realidad.
Sin embargo, eso no fue una limitación. Una chapa, una fogata y cuatro postes resultaron suficientes para hacer su aporte a la sociedad. Demostrando que se puede dar, aun cuando no se tiene.
Comenzó ofreciendo una taza de leche a 5 o 10 chicos. Pero la solidaridad de Cecilia se propagó por la zona y así llegaron hasta hoy, con casi 100 personas asistidas. Pero no fue solo la demanda lo que aumentó, sino también la oferta. Es que algunas personas empezaron a ayudar, a difundir, a acercar donaciones, mercadería, sillas, tablones. La cifra de niños aumentó, mientras que se sumaron, también, adultos, abuelos y familias enteras. La realidad obligó a extender el servicio a comedor y se lograron incorporar maestras que cumplen una labor trascendente con clases de alfabetización y plástica.
Aumento por cuarentena
Este 2020 arrancó con un número alto de adeptos a su solidario servicio. Más elevado que el que tiene habitualmente, llegando a 50 niños sentados en su mesa, divididos en dos turnos, durante todo el día. Sin embargo, con la pandemia, la situación cambió. Casi 100 niños asisten a su comedor desde que se decretó la cuarentena.
Y algunos se quedan por más tiempo que todo el día. Deberíamos decir todos los días ya que, algunas madres, “depositan” a sus hijos en el comedor de Cecilia y los retiran días o semanas después.
Y a partir de esto, la oferta se diversificó. A la comida, el techo y la enseñanza básica, se sumó la ropa de abrigo. Se armó un ropero comunitario con todo tipo de ropa donada.
Ayuda del Municipio
El comedor que lleva adelante Cecilia ha recibido la ayuda de la Municipalidad de Maipú, porque forma parte de la Red de Merenderos. En diversas partidas, el Municipio le ha donado bolsones de mercadería, zapatillas y garrafas. Además, lo subsidia con el pago del servicio de luz y ha colaborado con el aporte de estudios médicos. Según informó la propia comuna, Cecilia Luján figura como beneficiaria del programa Maipú Solidario desde el 1 de enero de 2018 hasta la actualidad, y eso le ayuda a que pueda seguir adelante con su tarea.
Argentino, mendocino. Licenciado en Comunicación Social y Locutor. Emisor de mensajes, en cualquiera de sus formas. Poseedor de uno de los grandes privilegios de la vida: trabajar de lo que me apasiona. Lo que me gusta del mensaje escrito es el arte de la imaginación que genera en el lector. Te invito a mis aventuras.