A veces ni siquiera nos tomamos el tiempo de preguntárnoslo. Seguimos el camino ya caminado por otros, tachamos de la lista lo que tenemos que hacer para tener la vida que se supone “perfecta”. Eso es lo único que conocemos. Quienes no lo logran muchas veces se sienten frustrados, pero quienes poco a poco van completando esa lista que alguien nos legó y que nunca cuestionamos pueden considerarse –y ser considerados– “exitosos”. Estudiar una carrera, trabajar de nuestra profesión, ganar mucho dinero, comprar un auto, comprar una casa, casarse, tener hijos, ganar cada vez más dinero. Y todo esto dentro de determinados plazos, por supuesto.
El campo fue parte de la vida de Tomás Pettigrew desde que era chico. Y en esa dirección apuntó su profesión: agronomía. Si bien su preferencia siempre estuvo con la ganadería, cuando se insertó en el mundo laboral terminó dedicándose a la agricultura y a la venta de agroquímicos. En el plano personal, se casó con Dolores Perissé, a quien conocía desde su infancia, y tuvieron tres hijas, que asistían a un colegio privado. Ya tenían el auto y pudieron construir su casa propia en un barrio cerrado de Luján. Todo marchaba bien, según lo planeado. Pero había algo que a Tomás no le cerraba.
Entonces fue que finalmente se hizo la pregunta: ¿es esta vida “perfecta” realmente perfecta para mí y para mi familia? Y la respuesta vino rápido: solo había que mirar para adentro y encontrar allí, donde siempre había estado, su pasión. Criar a sus hijas en el campo, dedicarse a la ganadería y llevar una vida más simple: ese era el sueño de Tomás.
El sueño de vivir en el campo
Una vez que encontramos la respuesta, alguien podría decir que el universo se encarga del resto. Por supuesto que tomar la decisión no es nada simple. Qué difícil es resignar comodidades y, sobre todo, salir del lugar seguro. Pero las fichas comenzaron acomodarse y el camino de la familia lentamente empezó a cambiar de sentido.
Para comenzar a darle un espacio a su relegada pasión la ganadería, Tomás comenzó a asesorar a distintos campos ganaderos en su producción. Fue en Necochea, en uno de esos campos donde, finalmente, el futuro de Tomás comenzó a tomar forma. Se le dio la posibilidad de llevar adelante en Balcarce, desde cero, un proyecto de pastoreo racional. Se trata de una técnica agroecológica que logra maximizar la producción de pasto, sin el uso de agroquímicos ni fertilizantes químicos, sobre la cual él ya había estado estudiando y formándose.
Claro que, para dedicarse a ese proyecto, tenía que renunciar a su trabajo, vender su casa, mudarse junto con su familia al campo y comenzar de nuevo. Había mucho para perder, pero muchísimo más para ganar. Y tomaron la decisión de seguir adelante con ese sueño, aunque implicara renunciar a las comodidades y alejarse de la familia y de las amistades, que veían ese cambio de vida como una locura.
Hoy Tomás se levanta muy temprano y, a las 7 de la mañana, ya está subido al tractor para comenzar con la jornada laboral –ahora sí– con las vacas. Sus hijas cambiaron el colegio bilingüe al que asistían por una escuela rural de la zona. El tiempo que disfrutan en familia es realmente de calidad y pueden vivir en un entorno seguro, sano y feliz. Lo que podría decirse una vida perfecta, sin comillas.
Imágenes: Redes Tomás Pettigrew y Dolores Perissé
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.