Agradecer con trabajo

En un minuto te puede cambiar la vida, y Ester Isarria lo sabe muy bien. En el mes de junio vio cómo, frente a sus ojos, se desplomaban 20 años de sacrificio en tan solo 20 minutos. Su casa, en la localidad de Los Cardales (Buenos Aires), se prendió fuego. Pero algo la salvó: la solidaridad de sus vecinos, que la ayudaron desde lo material y desde lo emocional.

Una tarde de sábado de junio, Ester salió a comprar durante unos minutos. En su casa estaban sus dos hijos, de 18 y 28 años. Cuando volvió, su casa estaba escondida detrás del humo y los bomberos ya estaban trabajando. Lo perdió todo: las paredes del living se partieron, todos los revoques se cayeron, las ventanas de la planta alta se doblaron, el piso se levantó, el baño que había hecho a nuevo dos meses antes quedó destruido. Los peritos dijeron que la casa quedó inhabitable por peligro de derrumbe.

Pero, enseguida, llegó la ayuda de los vecinos. Ropa, muebles, electrodomésticos, todo lo necesario para que ella pudiera rearmar su vida. Para comprar su casa, Ester había trabajado en fábricas, en mantenimiento, como empleada doméstica, como niñera, pero quería especializarse en un oficio: nadie la contrataba sin los estudios secundarios completos. Terminó el secundario a los 35 años en una escuela nocturna. Luego, estudió enfermería y, tres años después, se recibió.

Trabajando horas extras, hoy está reconstruyendo, de a poco, su casa. Pero se deja una mañana libre para retribuir toda la ayuda que recibió. Es la forma que encontró de agradecer la contención que le brindaron cuando más lo necesitaba. Ofrece servicio gratuito de enfermería para aquellos que lo necesitan y no pueden pagarlo. Porque todo lo que va, vuelve.