Ser Argentino. Todo sobre Argentina

Un actor interminable

Héctor Alterio ocupa el podio indiscutido de los más grandes actores argentinos. Y sigue en el ruedo.

Dicen que, si uno trabaja de lo que ama, no tendrá que trabajar un solo día de su vida. Pregúntenle a Héctor Alterio qué opina sobre esto, cuando –a sus 91 años– sigue sobre las tablas y frente a las cámaras con la misma pasión que el primer día. Y lo mejor de todo: no tiene planes de retirarse.

En la vida de Alterio se resume parte de nuestra historia. Veamos. Hijo de inmigrantes italianos, nació en Buenos Aires un 21 de septiembre de 1929. Su vocación estuvo marcada desde siempre. A los 19 años, debutó en teatro con la obra Prohibido suicidarse en primavera, de Alejandro Casona. Estudió Arte Dramático y fundó la compañía Nuevo Teatro, en 1950. De la mano de los artistas que lo acompañaron, renovó la escena argentina de la década del 60.

Sin embargo, Alterio conoció su consagración a través del cine. A lo largo de su carrera, participó en más de cien películas. Algunas de ellas: La mafia, La tregua, La Patagonia rebelde, El hijo de la novia, El último tren, El santo de la espada, Camila, Los siete locos y La historia oficial, que recibió el Oscar a mejor película extranjera.

Argentino y español

Decíamos que su vida está ligada a nuestra historia porque, además de ser hijo de inmigrantes italianos, como muchos de nosotros, él también tuvo que emigrar luego, aunque por distintos motivos. En 1974, amenazado de muerte por la Triple A, voló a España, donde permaneció hasta que finalizó la dictadura militar en Argentina. Allí forjó gran parte de su carrera y echó raíces, tantas que consiguió la nacionalidad española y siente un profundo agradecimiento por esas tierras.

A lo largo de los años, ha participado en numerosas producciones de ese país: A un dios desconocido (1977), de Jaime Chávarri, con la que obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián; El crimen de Cuenca (1979), de Pilar Miró; El nido (1980), de Jaime de Armiñán, película nominada al Óscar y premio al mejor actor de la Asociación de Cronistas de Nueva York; Don Juan en los infiernos (1991) y El detective y la muerte (1994), ambas de Gonzalo Suárez, entre muchas otras.

Cuando emigró a España, con él se fueron su esposa Ángela Bacaicoa, quien es psicoanalista, y sus pequeños hijos Ernesto, que tenía 4 años, y Malena, que solo tenía 8 meses. Hoy, ambos son actores, al igual que su padre. Y, también al igual que él, son un poco de aquí y un poco de allá.

Con Ernesto trabajó en Vientos de agua, una serie de televisión hispano-argentina de 13 capítulos. Ambos hacían el mismo personaje: Héctor realizó las escenas en que el protagonista aparece de anciano y Ernesto las de joven. Por este motivo, no se cruzaron nunca en el desarrollo de la serie.

Un actor emblema

Si tuviéramos que nombrar a los tres o cuatro actores más preciados de nuestro país, Héctor Alterio estaría sin dudas en esa nómina. Desde el primer día, prepara sus papeles con un compromiso y un entusiasmo que lo hacen único. Si está Alterio, cualquier obra es buena. Es garantía de calidad de trabajo bien hecho, de amor por la profesión.

Es por esto que ha recibido numerosos premios a lo largo de su carrera, entre los que se destacan el premio Goya de Honor, en 2004, y el Cóndor de Plata por su trayectoria profesional, en 2008.

Como argentinos, estamos orgullosos de contar entre nuestros talentos con el espíritu interminable de Alterio. Gracias por todo lo hecho y por todo lo que vendrá.

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