¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 29 De Marzo
Poco podían suponer que cuando la apodaron Pinky a la adolescente Lidia Satragno, e inmediatamente se transformó en la primera estrella televisiva, estaban en presencia de una maestra en los medios nacionales, que inventó formas y estilos que perduran en las preguntas incómodas de Juana Viale o la impronta afectiva de Verónica Lozano. Hablamos de una conductora que en 1961 terminaba la programación de un canal en baby doll e iba a la cama, antes que Moria Casán. O que enseñó varios trucos para entrevistas filosas sin red que perfeccionaron Bernardo Neustadt, su compañero de estudio en los sesenta, Mauro Viale o Jorge Lanata. Pinky en 1964, con la cúpula de sindicalistas pesados, les preguntó, al aire, en vivo, de qué vivían. O introduce tabúes a la hora del té como el divorcio o el aborto, intocable ella en sus 30 mil horas al aire ya en ese momento. Un amor catódico a primera vista que hizo que el público, en particular las mujeres, la adoptara como un miembro de la familia por casi 40 años y miles de comercios, perfumerías, lencerías y mercerías, se llamen Pinky de Humahuaca a Río Gallegos. Y todo empezó el 10 de agosto de 1956 cuando una voz sensual arrancó en el viejo canal 7 de Ayacucho y Posadas, “Las ensaladas que preparo para mi maridito” Pinky hizo la televisión cuando estaba todo por imaginar. Y revolver.
Nacida profesionalmente casi a la par de la televisión nacional, Pinky detalla que cuando la llaman para el aviso del vinagre “era un ratón de biblioteca, vivía en un pueblo y era virgen” Había nacido el 11 de noviembre de 1935 en San Justo, conurbano bonaerense, y era hija de una familia numerosa. El incendio de la cinemateca del canal 7, y la pérdida del fílmico de la propaganda del condimento de Alcázar, hacen que esta joven, ya conocida en las agencias de modelos por su tez rosada, pinky, tenga la primera oportunidad frente a las cámaras “Yo dije que no”, recuerda quien antes del vuelco fundamental de su vida era un empleada municipal en La Matanza, y estudiante de ciencias económicas y locución, “pero cuando me dijieron cuánto iban a pagar, y me dí cuenta de que era más que los dos trabajos que yo tenía, acepté el aviso por un día, una vez”, que terminaron siendo veinticinco diarios, de lunes a viernes. A los tres meses de los 80 pesos que ganaba de funcionaria pública pasó a ganar 4500 mil pesos. Pinky fue la cara femenina de la fundacional televisión, reino de los locutores.
Mientras en 1958 la nominaban la Mujer del Año, tenía revisteriles romances con el director Juan Manuel Fontanals y el actor Emilio Ariño, y su estado de salud era cuestión de largas charlas de sobremesas y peluquerías, conducía un propio programa, “Buenos Días, Pinky”, el pionero de los matutinos, con libros de María Elena Walsh. “Muchas de las “Canciones para mirar” salieron de allí”, acotaba la locutora a Ingrid Beck en 1994, “el brujito de Gulubú era Norman Briski, la reina de la luz era Susana Rinaldi, mi abuelo era Osvaldo Pacheco” Pero la relación con Walsh no terminó en el canal 7, y siendo estrella del 9 escribió María Elena para Pinky lo que luego sería el libro “Dailan Kifki” (1966); y la conductora difundió la obra de la mayor creadora de nuestros clásicos infantiles por Argentina y Uruguay “Trabajaba de lunes a viernes en Buenos Aires, los sábados a la noche hacía un teleteatro con Ángel Magaña en la tevé uruguaya y los domingos hacía el programa de larga duración en Montevideo. Cien programas por mes”, redondea la conductora, que aparecía en varios canales a la vez, los tiempos anteriores al videotape. Con el envión de la fama debuta en cine en la laureada “La caída” (1959) de Leopoldo Torre Nilsson. Como actriz otro gran momento ocurrió cuando Alejandra Boero la dirigió en “Prisioneros en la ciudad” de Neil Simon.
“La verdad que mis inicios fueron muy vertiginosos. No puedo decir, como algunos, aquello de todo lo que me costó llegar. Al mes del primer comercial, ya estaba haciendo más de seis avisos…En 1960 ya participaba de varios programas, como conductora, locutora o columnista. Así que todo se fue dando muy rápido. Sobre todo si se tiene en cuenta que era muy jovencita, y encima, mujer”, confesaba en el especial que se realizó en canal 11 por sus 20 años de televisión, con ella que apenas tenía 40, "Cuando se prenda la luz colorada, hable”. Esas siete palabras fueron los únicos consejos que tuve. Así, si darme cuenta, descubrí cómo se hacía la televisión: haciéndola", remataba quien aún era Pinda para muchos transeúntes, por las cinematográficas publicidades de Pindapoy junto a Adolfo Fito Salinas, cuando aún había 800 mil receptores para 15 millones “Un día que yo estaba con sistitis, había ido al baño antes, y tenía que subir a un Cadillac dorado junto a Fito…la idea era que el Cadillac llegara a la entrada del Palais de Glace –estudios de canal 7, publicidad en vivo- …bajáramos por una alfombra roja custodiada por heraldos…tuvimos que esperar veinticinco minutos porque venía cayendo la programación. Cuando llegamos al Palais, bajamos del auto, los heraldos empezaron a tocar y yo me empecé a hacer pis. Y me fui haciendo pis hasta el centro del estudio”, rememoraba “el tiempo alegre” de la televisión, aquellos que ella misma debía sostener los decorados mientras presentaba shows musicales.
Con el cambio de década fue asentando una imagen de conductora incisiva en “Periodismo en serio”, Canal 13, y “Nosotros”, junto a Neustadt; Pinky de las maestras en el periodismo televisivo con su participación también en “Reporter Esso”, aquel modelo de resumen de noticias de medianoche. Al periodista de “Tiempo Nuevo” lo entrenaba en su casa “tomando el té”, “yo era la mala pero la gente no se daba cuenta, hacía las preguntas más terribles, y ponía en aprietos a los entrevistados. Por ejemplo un día estaban –los sindicalistas y políticos - Vandor, Framini, March y Taccone y les pregunté “Y ustedes, de qué viven” Fue terrible””, señala Pinky. Unos años después en “Feminísima” instala en los hogares nuevas miradas de la sexualidad y los vínculos, mujer moderna en charlas abierta entre especialistas y audiencias –además de un enfoque más picante del espectáculo de la mano de un debutante Lucho Avilés, el padre del periodismo chimenteril. Otro momento tenso vivió Pinky en 1973, en su biografía se cruzan los avatares de un país en primera persona, “el peor momento profesional fue cuando la gente de López Rega y la Triple A empezaron a meterse en los canales. Cuando decidieron tomar el canal, tuve que hacer el noticiero con tipos parados a pocos metros de mí, con postura amenazadora y mostrando ostensiblemente que estaban armados. Hasta me tocó leer al aire el comunicado en el que el gobierno disponía la intervención de los canales. Fue muy desagradable. Ese día, tuve una reacción física; vomité, por el asco, en mi camarín”, aclarando que el oscuro y siniestro ministro del presidente Perón le había ofrecido una serie de programas. A partir de este rechazo se inicia un periodo de intermitencias en la carrera televisiva, que ahora alterna con la radio en “No habrá ninguna igual” y “La tarde de Mitre es Pinky”, colaboraciones en medios gráficos o espectáculos de recitado con el padre de sus hijos, Raúl Lavié “El caso de Pinky merece una especial reflexión”, analizaban Sylvina Walger y Carlos Ulanovsky de aquel trabajo en el noticiero de Canal 11 de 1973, “realizó –recientemente- dos excelentes reportajes; en uno interrogó a las mujeres que concurren a los estadios de fútbol y, en otro, ahondó en la vida del niño inspirador del tango “Chiquilín de Bachín” –de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer- En ambos casos demostró gran sensibilidad, sentido de la oportunidad del interrogante, aversión por las nimiedades”, en un ejemplo de entrevistadora televisiva que huelga en discípulos.
“Durante la dictadura estuve más congelada que prohibida”, señalaba Pinky que con el régimen sus problemas se agravaron cuando anunció el Premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel en 1980, activista quien denunciaba al mundo las sistemáticas violaciones a los derechos humanos de los militares, siendo reemplazada al año siguiente en Canal 13 por Juan Carlos Pérez Loizeau, y continuaron con “el programa ómnibus “Las 24 horas de las Malvinas” en ATC, que conduje junto a Cacho Fontana, en 1982, para recaudar fondos, y que me trajo más dolores de cabeza que satisfacciones. Pero lo hice con libertad de conciencia y absoluta honestidad. Después los radicales me pusieron el freezer” sostenía a mediados de los ochenta, ausente por primera vez largos años la conductora que dio el paso al color, en la mil veces repetida transmisión inaugural de canal 7 y canal 13 de 1980, “Y cómo hago para dominar la emoción si estoy aquí para despedir a una vieja amiga”. Ella, que era la Señora Televisión, y que fundía la magia del blanco y negro a la realidad brillante de los colores, con la bandera argentina en la transición.
En los noventa tuvo algunos breves retornos con “Siempre Pinky”, América 2 y “Parece que fue ayer”, Canal 9, e inicia la carrera política en el radicalismo, con el apoyo de Rodolfo Terragno. Es una de las cartas ganadoras de la Alianza en el conurbano y estuvo a punto de arrebatarle al peronismo el histórico bastión de La Matanza, su terruño natal, en 1999. Fue funcionaria del presidente de la Rúa en la Secretaría de Promoción y Acción Social. Vuelve fugazmente al espectáculo con la pieza teatral “Monólogos de la vagina” en 2002 y en 2007 obtiene una diputación nacional por el PRO, partido hasta allí porteño de Mauricio Macri. En 2019 intentaría un fallido regreso a la televisión que la vio nacer, y a la cual Pinky aportó creatividad y trabajo, en la Televisión Pública Argentina, “Memorias desordenadas”, con la salud gravemente deteriorada.
“Con el tiempo fui asumiendo sin angustia que mi mejor momento había pasado”, admitía Pinky en el 2000, 40 años de tele en las espaldas, conducciones de importantes eventos en México y New York, “Uno intuye cuando deja de ser número uno. Dejan de llamarlo o, simplemente, lo llaman para ocupar lugares secundarios. Hay que aceptarlo sin resentimientos. La televisión fue mi gran medio de vida. Soy de esas personas que dieron tanto como recibieron. Mi balance es extraordinariamente positivo. Nunca descuidé a mi familia, ni en los peores momentos –los militares el amenazaron que era “boleta” si seguía “caminando el filo” de lo que se podía decir- Y sé que puse mi marca en la historia de la televisión”
Agradecimiento: Grandes de la Escena Nacional
Fuentes: Beck. I Pinky en revista La Maga- Homenaje a la televisión. Enero 1995. Buenos Aires; Simplemente, Pinky en El Libro de Oro de Nuestra Televisión. Buenos Aires: ATA. 2000; Walger, S. Ulanovsky, C. TV Guía Negra. Buenos Aires. Ediciones La Flor. 1974
Imágenes: Télam / Grandes de la Escena Nacional / Facebook
Fecha de Publicación: 07/12/2021
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