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Narciso Ibáñez Menta. Las mil caras de un actor fuera de serie

Durante los treinta años argentinos Ibáñez Menta revolucionó teatro, cine y televisión. Recordado por sus interpretaciones en el género del terror, Narciso es uno de los grandes actores nacionales.

Espectáculos

La mesa estaba servida en un luminoso estudio de televisión, lleno de historias de Palermo. La vieja dama, actriz otrora de brillo, con sus alhajas, pretendía festejar con oropeles y escenografía de cartón el cumpleaños de una gloria de las artes escénicas. Frente a la torta, este hombre de fina estampa hablaba con su amor a la distancia, sonreía por dentro. Esperaba. De pronto, la torta se prende fuego, y el espanto en la blonda conductora. Atrás, corrían figuras borrosas. Nuestro Mefistófeles se cobraba una nueva víctima de ficción. Narciso Ibáñez Menta festejaba su cumpleaños 80 en 1992, a la altura de su mito, en el programa de Mirtha Legrand. Erik El Fantasma, Benito Mason, El Muñeco Maldito, Elmer Van Hess, Drácula, Héctor de Rodas, aquellas inquietantes personificaciones que valieron el título de Príncipe del Terror en Argentina, España y América Latina,  volvieron a sonreír a modo despedida de ultratumba ¿Será? Porque como remataba la serie televisiva “El Fantasma de la Ópera”, “¿Queda alguien en los camarines?”  Allí viven los duendes del Gran Teatro que habitaron a Narciso Ibáñez Menta.  

Hijo del actor Narciso Ibáñez y de la cantante Consuelo Menta, el asturiano nació el 25 de agosto de 1912, y  fue un niño prodigio que debutó en las tablas andaluzas con sólo ocho meses, en brazos de la madre. A medida que crecía los más importantes autores de zarzuela escribían para “Narcisín, el niño prodigio que canta, baila, recita e interpreta” En su primera estadía en Argentina, entre 1919 y 1923, se creó Compañía Hispano-argentina Narcisín, y  giró por el mundo, llegando a filmar una película en Estados Unidos, donde conoció  a su ídolo, el hombre de las mil caras del terror, Lon Chaney.  Como admitía su hijo, también actor y director, Narciso Chicho Ibánez Serrador, tuvo que matar con monstruos a ese niño deslumbrante para nacer como actor. Y ese camino lo recorrió en nuestro país a partir de 1931, convirtiéndose en un solicitado actor de teatro de repertorio, que podía  personificar un Fausto o un Don Quijote como las nuevas tendencias del teatro en Jean Paul-Sartre o Arthur Miller –sería el primer viajante en las tablas y en la tv- También en el Teatro Nacional Argentino desde 1938, en el doble rol de actor y director, difundió a los dramaturgos locales.  Radio Belgrano lo tuvo entre sus primeras figuras y en Radio El Mundo estelarizó el primer radioteatro de Abel Santa Cruz, con quien trabajaría en más de una oportunidad.

Narcisin

“Con amplios conocimientos de fotografía, dibujo, escultura y larga práctica, consiguió presentar creaciones impecables. Y para corroborarlo queda "El Fantasma de la Ópera", donde su creación era el fruto de siete horas diarias de trabajo ante el espejo. El público del antiguo teatro Fémina, allá por el año 1934, contemplaba, entre azorado y temeroso, aquel tétrico y funambulesco personaje, hijo natural de crueles pesadillas”, sentenciaba el crítico Adolfo R. Avilés  en la revista Leoplán, agosto de 1939, aparece en cultura.gob.ar. El actor consideraría esta etapa argentina la más importante tanto en lo personal, aquí conocería a sus parejas, Pepita Serrador, Laura Hidalgo y Lidia Rojas Rojas, y como en lo artístico, filmó medio centenar de películas y actuó en el doble en teatro, llegando a afirmar: "No sólo me siento un actor argentino, sino que me siento un hombre argentino", cerraba el actor descollante de los film “La bestia debe morir” (1952), que fue alabada por el mismo escritor de la novela negra, Nicholas Blake, y la original “Los muchachos de antes no usaban arsénico” (1976), versionada recientemente por Juan José Campanella.

A medidos de los sesenta se instala en Madrid y en enero de 1964 debuta en TVE en “Estudio 3” Con "Los bulbos", "El hombre y la bestia", "El asfalto", "¿Es usted el asesino?", y “El televisor” e  "Historias para no dormir", ambas series dirigidas por su hijo, Chicho Ibañez Serrador –quizá el mejor adaptador de Edgar Allan Poe de lengua hispana-, alcanzó una gran popularidad.  En teatro debutó en España con "La zorra y las uvas" (1964) y enhebró innumerables temporadas, destacándose en los "Los físicos”, "El proceso de Mary Dugan" y “La hoja roja” hasta bien entrados los ochenta. En cine el último protagónico fue en la película "Sal Gorda" de Fernando Trueba de 1984. Virtualmente retirado a principios de los noventa, grandes reconocimientos como en el Festival de Cine Fantástico de Sitges y Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, pequeñas apariciones en la tv, en Argentina la última, “Los herederos del poder” (1997), fallece en Madrid el 15 de mayo de 2004. Pero el miedo como pregunta inteligente de las zonas oscuras de los hombres,  quedó bajo la piel de millones de hispanoamericanos, hechizados en la mirada inquietante de Narciso Ibáñez Menta que rompía la pantalla chica.

Un actor sin miedos: una mente maquiavélica y perfeccionista

Uno de los pioneros de la tv argentina es Narciso Ibáñez Menta, que empieza a asustar con “El Fantasma de Canterville” en canal 7 en 1955, instaurando un concepto cuidadoso de la dirección escénica, “todos aprendimos del perfeccionismo de Narciso”, comentaba otro pionero, el director televisivo Edgardo Borda, siendo el español, ya nacionalizado argentino, el primero de ganar un Martín Fierro en el rubro (1959).  Ese año protagonizaba los episodios de la película que lo consagraría en el género en Hispanoamérica, “Obras maestras del Terror” (1959), adaptaciones de los cuentos clásicos de Poe, “El corazón delator”, “El tonel amontillado” y “El caso del señor Valdemar”, con dirección de Enrique Carreras, aunque algunas fuentes señalan que fue Ibáñez Menta el verdadero realizador. Aún en los festivales de terror en el mundo se proyecta la cinta y recibe el aplauso sostenido por la memorable actuación del actor.  Para ese entonces llevaba más de una década perfeccionando sus creaciones espeluznantes desde el “primer film de terror del cine argentino”, “Una luz en el ventana” (1942), un acromegálico científico que acosaba a Irma Córdoba para robarle la hipófisis.   

Obras maestras del terror

Obras maestras del Terror

Con el éxito de la película, en 1960 traslada “Obras maestras del Terror” a la televisión, canal 9, con altos niveles de audiencia pero enormes pérdidas, casi un millón de pesos costó un solo capítulo, su querido fantasma de la Ópera, que reproducía los salones de París en los teatros Colón y Avenida,  y utilizaba una inmensa pileta a fin de simular un lago artificial. Impresionaban las caras del actor, elevadas a piezas artísticas raras veces vistas de nuevo, hechas por el caracterizador Martín Mendilahrazu.  No descuida a los autores locales y lleva por primera vez a televisión un libro de Marco Denevi, “Ceremonia secreta”, en la misma temporada que personifica al clásico detective Arsenio Lupin.  “El muñeco maldito” (1962) es la primera serie donde campea el terror truculento, desprejuiciado, en el joven medio, la sugestión y el misterio que no ha tenido demasiados discípulos. Aseguraba el director Juan Manuel Fontanals que el último capítulo “dejó sin gente a las calles de Buenos Aires” Luego sucederían “Yo, Robot” –que contenía las primeras escenas de homosexuales en la televisión argentina, Emilio Disi recordaba los mil ensayos hasta encontrar el “maricón” verosímil que pretendía Ibáñez Menta-, y el legendario “El hombre que volvió de la muerte” (1969), que sigue siendo fuentes de incomprobables leyendas, como que se usaron cadáveres reales en algunas escenas “Eso es secreto de sumario”, contestaba con una sonrisa el actor, refiere Diego Curubeto.

Un pulpo negro que atrapó la generación de la tele del destape

Las siete ranitas negras que dejaba en las víctimas Elmer Van Hess en el programa de los sesenta se transformaron en los pulpos negros de Héctor de Rodas de 1985. “Es una novela de intriga de trece capítulos", explicaba entonces Ibáñez Menta del libro del español Luis Murillo, "Tiene dosis de suspenso, misterio y algo de terror. En resumen, lo que el público espera de mí". En la apuesta  del actor y del dueño de canal 9, Alejandro Romay, “El pulpo negro” sería una superproducción imponente y escalofriante, que cerraría con broche de oro una carrera mítica. La realidad fue una realización precaria y despareja, casi bizarra, que incumplía varias de las exigencias del actor de 72 años, aunque el público la transformó en un suceso arrasador de “una mente maquiavélica y perfeccionista”, asustaba Ibáñez Menta en la propaganda de los diarios. Y lo fue en especial en el público infantil, que en la tele del destape, incluyó algunos desafiantes semidesnudos, compartía los horarios nocturnos con padres y abuelos, aquellos atemorizados de jóvenes por los tenebrosos personajes de Narciso. Los pulpitos no oficiales, que se vendían en kioscos, hoy constituyen una pieza de coleccionista de alto valor. Las últimas risas del más allá de Ibáñez Menta serán para la tv española presentando el ciclo de terror “Alucine”

“Más que el terror, prefiero el buen teatro”, comentaba Narciso, que los últimos años recordaba a los desinformados periodistas el actor de raza que era, sin máscaras deformes, “A veces se vuelve molesto que a uno lo encasillen con algún tipo de personaje. Si yo he hecho algunas cosas de terror, es sobre todo porque los grandes personajes del género ofrecen un reto para el actor…el terror moderno tiene muchas cosas repugnantes, pero también ha hecho cosas interesantes como “La mosca” La mayor limitación del género –y yo le he experimentado en carne propia- es que aparte de los siete y ocho personajes clásicos, todo lo demás son variaciones del mismo tema” Un maestro de la actuación, de los climas y las inflexiones, del misterio, un fuera de serie Narciso Ibáñez Menta, que resulta extraño, tanto como su doctor Herman, frente a una monotemática y pasteurizada  televisión actual.

 

AgradecimientoGrandes de la Escena Nacional

Fuentes: D'Ambrosio, L.  y Gillespi. El artesano del miedo. Narciso Ibáñez Menta. Buenos Aires: Corregidor. 2010; Restelli, G. Narciso Ibáñez Menta: esencialmente, un hombre de teatro Vol. 1 De "niño Ibáñez" a "pibe Narcisín". Buenos Aires: Dunken.  2011; Curubeto, D. Cine Bizarro. 100 años de películas de Terror, Sexo y Violencia. Edición Actualizada. Buenos Aires: Mansalva. 2019; documental Nadie inquietó más - Narciso Ibáñez Menta de Gustavo Mendoza (2009).

Imágenes: Télam /  Grandes de la Escena Nacional / Ministerio de Cultura

Fecha de Publicación: 21/11/2021

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