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Nacimiento del humor cordobés

Te contamos la historia sobre el nacimiento del humor cordobés, una categoría única en su especie que nos hace estallar de la risa.

Carlos Alberto Álvarez es un actor y humorista cordobés, que representa un poco la idiosincrasia argentina, pero sobre todo deja ver los principios de la cultura cordobesa. Nació bajo el signo de libra en Traslasierras, Villa Dolores, el 30 de septiembre de 1945. Pero, a sus cinco años de edad, llegó a la ciudad de Córdoba junto a su familia. Allí vivió parte de su juventud y comenzó su carrera musical. Pero también comenzó a emigrar a otros destinos: México, Los Ángeles y Buenos Aires. Estamos hablando del que todos conocemos como “El Negro Álvarez”, el comediante que llegaría a la fama, pasaría por la pantalla grande, la chica e incluso llenaría teatros. 

Voz para el humor

Un día como hoy nace una estrella del humor cordobés, que a pesar de sus años sigue en vigencia, con algunas revisiones. Este artista se define como un músico que se convirtió en humorista, ya que sus comienzos los hizo de la mano del folklore. Quienes lo escucharon y escuchan cantar saben que sus orígenes como cantante no son inocentes. Su voz es privilegiada, y formó parte del Dúo Argentino, dupla que hasta ganó un Festival de Cosquín de la Canción. Además, grabaron un disco con un importantísimo sello. Todo iba viento en popa, pero llegaron los tiempos del terror: la dictadura los canceló. Censurados, tuvieron que rebuscarselas y reinventarse. De grabar un disco con el mejor sello, pasaron a tocar en eventos pequeños y peñas en las que pasaban desapercibidos por causa de la censura. Así fue que El Negro decidió incursionar en el mundo del humor. 

Atravesar un río, encontrar un nuevo destino

En una entrevista que revela un poco de sus comienzos, El Negro cuenta:

"Así empecé con el humor, porque eran cuarenta minutos de transpirar y nadie nos prestaba atención. Empecé a meter el humor y con eso logré que la gente se callara y escuchara. Un día teníamos que presentarnos en el Festival del Cabrito en Quilino y yo venía por el camino de Jesús María y mi compañero se fue por otro lado, creció un río y no podía pasar. Entonces le dije a Ariel Carrascosa, que era nuestro representante: 'Loco vamos a tener que devolver la guita', pero él me contestó: 'Que devolver si ya me la gasté', y así me hice humorista".

Su memoria todavía atesora las anécdotas del comienzo: 

"La respuesta de la gente fue muy buena, pero yo tenía un susto descomunal. Miraba el reloj y me parecía que hacía una hora estaba y habían pasado cinco minutos, cuando bajé me invitó el intendente a comer un cabrito y estaba tan nervioso que me chupé y descubrí que podía estar en el escenario un tiempo más. Así el Dúo Argentino se fue quedando atrás y entonces seguí con el humor".

Esos fueron los impulsos, los primeros pasos en el terreno de la risa. Y salieron muy bien: llegó a la radio, a la televisión y produjo más de 30 discos.  "Me contrató LV2 donde apareció 'El monstruo del choripán' que fue un boom en Córdoba. Nuccetelli era presidente de Talleres y me contrató en aquel tiempo para un micro de humor en LV2 con un locutor rosarino Hercilio Pedro Gianserra y con eso explotó todo. Llegué a la televisión con Julio Mahárbiz que me llevó para Argentinísima, donde estuve cerca de once años y después con Silvio Soldán, y después con Mesa de Noticias. Fueron años maravillosos, incluso tuve mi propio programa en ATC que se llamaba 'Hora clavo'”, cuenta con nostalgia y orgullo. En paralelo estaban las temporadas explotadas de Carlos Paz, los Festivales de Folklore y Doma, el amor de todo un pueblo. 

Todo humor es político

El Negro se quedó en el tiempo. En una de sus últimas presentaciones, dio la nota. En realidad, siguió siendo el humorista de siempre, con el estilo, las temáticas y las vueltas de tuerca de siempre. Pero se enfrentaba a una sociedad más despierta, a una población más consciente, con hambre de crecimiento y de crear un mundo más justo. Por eso fue tildado de homofóbico, misógino, capacitista y machista. Es que los tiempos que corren son tiempos de revolución, de revisión y sobre todo de reflexión. Como sociedad estamos revisando nuestros ídolos y, por suerte, cada vez nos volvemos un poco más críticos.

Y no se trata de que "ahora todo el mundo es acosado. Hay una cosa rara, la verdad no entiendo. Me están destrozando, entonces me voy a tener que ir del país. Todos los humoristas se van a tener que ir del país. Es humor", como contestó el Negro a las críticas. Se trata de entender que todo accionar tiene sus implicancias, que los discursos construyen realidades. Que es necesario que las figuras públicas o las personas que tienen acceso a un micrófono sean cuidadosas sobre todas las cosas. Porque pueden herir, excluir y discriminar. Y eso no se negocia. El humor no es gracioso si es sobre minorías. La risa ya no puede ser causada a costa del sufrimiento de un otro. Estamos creciendo y es necesario que los cambios sean rápidos. 

 

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