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Mercedes Ninci: “No busco la polémica, sino la verdad”

Mercedes Ninci en una entrevista distinta, con un cambio menos, en una palabra serena que rescata a sus maestros, los momentos al límite, las coberturas duras y demás gajes de una periodista, y madre, sin mediatintas.

Muchas veces el periodismo virtualizado olvida una de las máximas, una nacida al calor de las ideas revolucionarias de libertad, igualdad y fraternidad. Enfrentar a los poderosos, sean reyes o presidentes, empresarios o políticos. Mercedes Ninci, nacida en Villa Dolores, con su tonada cordobesa marca registrada en radio y televisión, en más de treinta años de labor periodística asegura trabajar por una opinión pública justamente como opinión entre iguales, no exclusiva de lo que quiera imponer el Poder. Muchas veces de la vereda de enfrente, hostigada en la vía pública, o desafectada de paneles por opiniones valientes, a Ninci se la suele encasillar de polémica sin sumar antes periodista. “Sólo quiero un mejor país. Y, si para eso me tengo que pelear con el Poder, me voy a pelear. Me voy a pelear contra quienes destruyeron a la Argentina todos estos años”, apunta Mercedes, madre de cuatro hijos, por quienes trabaja desde su rol de comunicadora social por un mejor mañana. Que empieza con algo simple, “mirarnos más”.

“Cuando viene la tele a casa, apenas muere mi hermanita, aparecen mis ganas de ser periodista”, recuerda Ninci de un duro trance de la infancia, marcado a fuego por el fallecimiento de una hermana menor por parálisis infantil, y raudos cambios familiares, una madre deprimida, y tareas hogareñas multiplicadas para la nena Mercedes, en una casa de varones: “Me hice fanática de los programas de Mónica Cahen D'Anvers, que me parecía una genia en esas coberturas juntos Roberto Maidana, y que veía por Canal 12 de Córdoba. Fíjate que de chiquita casi no veía dibujos animados, si te veía un 'Meteoro' capaz me ponía muy triste por la muerte de un piloto. A mí lo que me gustaban eran los noticieros. Siempre quise ser periodista”, asegura una de las movileras infaltables en Comodoro Py, o las marchas del 8M.

 

Periodista: ¿Nunca dudó?

Mercedes Ninci: Nunca tuve crisis vocacional. Recuerdo que cuando le decía a mi mamá que iba a estudiar periodismo,  mi madre no quería saber nada porque pensaba que era una carrera de guerrilleros. Mi tía Angélica iba en esos momentos a la facultad, que fueron muy duros porque los militares cerraron comunicación social. Mi mamá quería que yo siga una carrera tradicional, incluso podría optar por ingeniería, con una familia plagada de ingenieros, como mi abuelo, que fue decano de la facultad, y mi papá. Imagínate que los cinco hermanos de mi abuelo fueran ingenieros.

 

P: ¿Cómo la convenció?

MN: Porque era mi decisión indeclinable. Nada más para discutir. Obviamente después me apoyaron para rendir el examen de ingreso, que era bastante exigente. Era imposible que me saquen de la cabeza mis ganas del periodismo. Como después mi locura para entrar a la beca de Clarín. Yo estaba terminando la carrera de la Universidad Nacional de Córdoba, de la cual estoy orgullosa de ser diplomada; y pedían en la beca que ya fueras egresada. Claro que igual me presenté, con la tesis en curso. Como requerían además dactilografía, hice el curso de las históricas Academias Pitman. Todo bárbaro pero el primer año quedé a un puesto de ingresar. Yo estaba súper embolada, triste, y fue mi mamá quien me insistió al año siguiente. Me presenté, entré y acá estamos. Esto es una constante porque soy una mina perseverante, nunca nadie me regaló nada en la profesión, ni en la vida.

 

P: ¿Resultó difícil insertarse en Buenos Aires?

MN: Para nada porque siempre fui muy segura de mí misma. Jamás me sentí discriminada. Tenía experiencia laboral en el diario La Voz del Interior y, también, era importante la experiencia radial de productora en LV2. Creo que me benefició nacer en el Interior para mi carrera acá.

 

P: ¿Por?

MN: Porque fue mi marca, mi firma, e hizo que la gente empiece a notarme en la radio. Esta tonada me llevó a donde estoy, también. Y nunca renegué, ni traté de ocultarla, porque estoy muy orgullosa de ser cordobesa.

 

P: Usted es una de las voces de Radio Mitre, ¿cuál fue la primera nota?

MN: Cuando terminó la beca de Clarín, yo no me quería ir de Buenos Aires, y busqué diez trabajos para seguir en el periodismo. Colaboraba en la revista Gente, en la agencia Noticias Argentinas, y en el diario La Prensa. Por estos dos últimos, estaba acreditada en el Ministerio de Economía.  Y había conseguido una oportunidad en Mitre con Marcelo Bonelli. Entonces en mi primera nota me mandan a cubrir la conferencia de prensa donde Domingo Cavallo anunciaba el Plan de Convertibilidad. Pánico.  Yo no tenía mucha idea del tema y, además, jamás había salido al aire. Entonces acudía a Bonelli, mi mentor de la beca Clarín en economía, y  dijo que no me haga ningún problema, que vaya a poner el grabador delante de los personajes importantes, y que le pregunté qué opinaban, simplemente. Y Marcelo fue marcando a los dirigentes y políticos uno a uno, a quienes yo tampoco conocía. Así que fue medio de arriesgada que hice mi primera cobertura, algo que también me caracteriza, pero recibí la ayuda de uno de mis maestros en la profesión.

 

P: ¿A quiénes reconoce?

MN: Bonelli fue de los primeros que me ayudaron cuando apenas pisé Buenos Aires. Magdalena Ruiz Guiñazú, mi segunda madre,  me enseñó mucho cuando trabajé con ella. Y en la calle,  conocí a la gran Fanny Mandelbaum. Y el otro es Hugo Ferrer, que lo conocí en Gente, y que trabajó en tantos medios. Estas cuatro personas fueron las que me hicieron periodista.

 

Serás periodista

P: ¿Qué es ser periodista?

MN: Es una forma de vida. Soy periodista las veinticuatro horas. Yo no googleo para pensar las notas. Solamente miro el Instagram, que la gente manda  algunas puntas interesantes.  Mi principal fuente es la calle. Voy mirando lo que pasa, y de ahí, salen las notas. Hace más o menos un mes, observo a un señor peligrosamente colgado en Salguero y Santa Fe. Junto con otro, estaban tratando de instalar una estufa,  en la tradicional confitería de la esquina. Este señor no tenía ni idea de cómo colgar una estufa, dijo, pero necesitaba tener abierto su negocio. A partir de esa punta investigué varios bares, recorrí unos treinta para averiguar los costos y los problemas, y fue nota de www.infobae.com.  Ese click fue por estar atenta en la calle y no mirar el celular. Para mi trabajo es muy importante estar mirando, más ahora que estamos en un mundo en que nadie mira lo que pasa alrededor. Es más, cuando viajo en colectivo voy siempre mirando por la ventanilla, la visión que tenemos desde allá  arriba es inmejorable. Mis propias notas salen de mi experiencia.

 

P: Ahora que todo pasa por las noticias generadas en las redes…

MN: La verdad que yo mucho no participo de eso desde que cerraron mi cuenta en Twitter. Lo único que uso es Instagram @mercedesninci1 Me mandan cosas muy buenas, y a veces me sirven mucho, en especial en el móvil de Radio Mitre. De hecho la casa donde estaba escondido Amado Boudou, en Avellaneda, fue mi primicia luego de chequear la data de una persona que me avisó por IG.

De todos modos, creo que eso no solamente le pasa los periodistas, y  todos los argentinos estamos mirando mucho el celular,  y no le damos bola a lo que pasa al lado. Fijate que en los colectivos, todo el mundo está con los aparatos,  totalmente desconectados de la calle y la realidad. Necesitamos mirar más lo que nos está pasando.

 

P: ¿Cómo manejó el salto a la televisión en los programas de Mariana Fabbiani en eltrece, o “Bendita”, en canal 9?

MN: En la tele estoy hace 22 años. Capaz que en estos últimos años la gente me nota más por alguna polémica, o algún resumen, pero contabilizo miles de horas de set. Mi primer programa fue “El martillo”, con Amy Ventura en América TV, después tuve el privilegio de que Juan Alberto Badía me convocará para “Estudio País” en el 2000, justo en el nacimiento de mi hija Malena, y trabajé con Guillermo Andino en “Va por vos” Luego pasé por “Mañaneras”, acompañé a Mariano Iúdica y Andrea del Boca, y participé en varias temporadas del “Diario de Mariana” hasta llegar al ciclo que conduce Beto Casella ¡Y estuve a punto de ir al “Bailando por un sueño”! Dije que no debido a que soy periodista, no mediática.

 

P: ¿Se siente destinada a la polémica?

MN: Yo no busco la polémica, sino la verdad. Yo quiero que elpaís cambie. No soy mediática. Me encantan los que viven de eso pero a mí no me interesa. Sólo quiero un mejor país. Y si para eso me tengo que pelear con el poder, me voy a pelear. Me voy a pelear contra quienes destruyeron la Argentina todos estos años. Yo no me peleo con mis compañeros, ni con los famosos, sino con los poderosos. A veces he dado a conocer causas judiciales, y que pudieron haber molestado alguno de mis colegas en algún panel, pero mi objetivo es que este país conozca la verdad. No me interesa la pelea mediática, ni la pelea por la pelea misma, que al fin tapan los problemas reales.

 

P: Usted trabajó en tribunales y ministerios, ¿nunca intentó seducirla el Poder?

MN: Sería millonaria, je. Pero mi objetivo no es el dinero. Mi objetivo es la verdad y aprender. Yo  aprendo mucho hablando con la gente en la calle. Puedo hablar horas con un cartonero y aprender de la vida. Recientemente hablé con mucha gente que no junta los diez mil pesos para un hotel, viven en la calle,  y me enseñaron sobre la dignidad. Obviamente,  que si hablas con Mario Vargas Llosa también vas aprender. Por eso me encanta trabajar de movilera. Respeto al periodista de escritorio pero no es el mío.  

 

P: ¿Sufrió censura?

MN: En varias oportunidades pero no de mis jefes directos porque saben que voy a decir lo que se me canta. Jamás leí un teleprompter. Y tampoco nadie me señaló lo que tenía que decir en un micrófono ¿Alguien puede pensar que lo que opino está guionado? Jamás.

 

P: ¿Cómo hace una periodista de veinticuatro horas y mamá soltera de cuatro?

MN: Ah, se complica (silencio). Disfruto mucho de mi casa. Hace un rato estaba charlando con mi mamá, hablamos a diario, y contaba que era uno de los pocos días completos en casa, porque estoy mal de una rodilla. Me caí feo cubriendo el velatorio de Mauro Viale. Usaba estos días de descanso para pasear con mis hijos, así que hoy tuve que quedarme, y aproveché mi estadía en la casa, haciendo otras cosas con ellos. Y mi mamá dijo una frase genial, “cuando uno trabaja mucho afuera, estar todo el día en tu casa con la familia es un paraíso”. ¡Es cierto!

 

Mercedes desenchufada

P: ¿Existe una Mercedes no periodista?

MN: Poco, je. Nunca me enganché mucho con la televisión hasta ahora, que sigo unos informes maravillosos, aunque desgarradores, de la Deutsche Welle en español. O la televisión francesa y practico el idioma. No veo nada de ficción, y tampoco soy gran consumidora de ficción en general, sólo me interesa la actualidad.

 

P: Sigue trabajando entonces.

MN: Bueno, otra cosa que me fascina es ordenar mi casa, y aunque parezca mentira, barrer. Tengo un par de patios en mi casa con enredaderas, uno estilo andaluz, y siempre atiendo las plantas. Me encanta la jardinería. Otra de mis pasiones ocultas es ordenar los placares. No tengo ningún método, así que si viene Marie Kondo se muere (risas).

 

P: ¿Las enredaderas y plantas la conectan con Villa Dolores?

MN: Un poco son las plantas de mis patios, o de la terraza, que son muchas, pero franca lo que más conecta con mi infancia, es la montaña. Por eso cada quince días vuelvo a Córdoba. Yo necesito la montaña, necesito el paisaje. Necesito el olor a monte. El olor a leña quemada, ese cuando prendés el asado. Todo eso me conecta directamente a la familia.

 

P: Nos vamos desenchufando.

MN: A mí dame el fogón, el vinito, la guitarreada. Mi familia, mis amigas, somos muy de las peñas y los asados. Adoro comer un cabrito, ¡perdón veganos! Una de mis mejores vacaciones fueron con mis hijos en Tucumán, en Tafí del Valle. A mi  desenchufa, me moviliza, todo lo que conecte con el campo, y las tradiciones nacionales.

 

P: ¿Cuál fue su nota más conmovedora?

MN: Hoy en día es mucho más difícil tener la primicia con las redes, pero antes era más complicado porque exigía moverte y buenas fuentes. Tocó que me mandaran a cubrir la desaparición de unos muchachos tucumanos en el Machu Picchu en 1995, que aparentemente se los había tragado una avalancha. Me llaman a las tres de la mañana de Radio Mitre para que vaya inmediatamente a Perú, y una vez en Cusco,  no había chance de viajar al cerro Salkantay. Así que conozco a un militar, que me permite viajar en el primer helicóptero de búsqueda a cielo abierto, y  pudimos divisar a los sobrevivientes, afortunadamente. Lo primero que me impresionó fueron los compañeros muertos arriba del ventisquero, a modo de señalador, algo que los salvó a todos. Otra cosa fue en el estado en que estaban después de ocho días, totalmente en shock, e incluso agresivos con nosotros. Resultó uno de los peores viajes de mi vida ese helicóptero, entre los muchachos que volvían vivos de milagro, y los cuerpos de sus compañeros. Apenas retorné al aeropuerto pasé el informe en un locutorio, tal cual se hacía en aquella época, imagínate lo difícil que era antes. Al día siguiente me siento muy mal por el soroche, no pude cubrir el guerra de Perú-Ecuador que empezaba, y tengo que volver en el Hércules argentino, junto con los cuerpos de los chicos, en bolsas de consorcio. Tremendo. No pude aguantar y  bajé en Lima. De esa historia terrible me quedé con un colgante de cerámica de la buena suerte, que me regaló una enfermera peruana. Y que aún me acompaña.

 

P: Recuerdo la vez que corrió al presidente de la Rúa en plena asunción presidencial, y éste se quedó con su celular en el auto, ¿nunca ofrecieron escribir un libro con sus anécdotas?

MN: No tengo tiempo. Mirá que me tentaron de varias editoriales. Estoy separada, tengo cuatro hijos que dependen de mí, y ellos necesitan tiempo de la madre. Cuando las madres no está mucho tiempo en su casa, es complicado (pausa). Tengo la suerte de que mi casa está en el Centro porteño, y estoy cerca de mis trabajos. Podré tener mil empleos, pero siempre encuentro el hueco en el día, y vuelvo a casa para abrazarlos.

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