¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la sección“Desde chico en Bell Ville tuve ganas de ayudar al prójimo. Estudié economía por eso. Quien maneja la economía, maneja al mundo, y lo puede transformar”, comenta con una inconfundible tonada cordobesa Martín Bondone, uno de los fundadores de Teatro Ciego, la empresa artística y social que marca un antes y un después en el teatro sin fronteras, “En la primaria y en la secundaria trabajaba con los grupos de ecología. De grande me veía ligado a lo social. Me gusta generar cosas que mejoren la realidad del otro”, enfatiza el dramaturgo y productor de un proyecto que redefinió las expresiones escénicas, con una inédita experiencia inmersiva a oscuras, y expandió la idea de inclusión en las artes. Una que no deja nadie fuera. “Yo quiero que el espectador se conmueva. Que le suceda algo en su interior. Trato de escribir sobre las cosas que me conmueven”, cierra Martín, un “enlazador de mundos” que requieren una sola capacidad. Sentir.
“Nosotros alquilamos un espacio en Palermo, grande y caro, y de un día para el otro se cerró todo”, recuerda Martín de marzo 2020, y cuando se encontraba coordinando obras en Buenos Aires y Villa Carlos Paz. “Quedamos sin ningún tipo de ingreso. Fue algo imprevisible esta pandemia. Al principio no sabíamos cuánto iba a durar la cuarentena y nos tuvimos que reorganizar dentro de una estructura medianamente grande. Tenemos cien personas que participan de las giras y los eventos de empresas, y una planta permanente de quince. Cuando vimos que se venía para largo retomamos algunos proyectos anteriores con nuestra tecnología de sonido inmersivo. Tuvimos una excelente respuesta en las redes y se nos ocurrió meter el teatro con esa tecnología binaural en una caja, y que llegue a las casas. Lo primero fue el Box Gourmet, que es un combo con alimento frescos, una tarjeta QR, y que propone una experiencia sensorial con los aromas, y los gustos, parecidos a las que montamos en sala. Incluso te llegan tapaojos. Nos fue tan bien que nuestra red de contactos empresariales, a quienes hacíamos experiencias customizadas de sus marcas, nos empezaron a llamar a fin de lanzar productos. Trabajamos así para el lanzamiento de perfumes internacionales, y otras mercaderías, en distintos lugares del mundo. Surgió luego la posibilidad de encarar un proyecto infantil, en un momento ideal en que los niños consumen mucho a través de pantallas. La idea era sacarlos hacia otros sentidos. Y después sumamos el Box de Meditación. Y ahora estamos con una obra teatral que se comercializa en Argentina y en Estados Unidos”, sintetiza este emprendedor cultural sobre la propuesta de Teatro Ciego, online y presencial, en www.teatrociego.org.
Martín Bondone: Pudimos volver con la salvedad que al no tener contacto directo con el público, y pensando en otras herramientas para generar efectos no visuales, reutilizamos el equipos binaural y logramos así un experiencia segura. Vos te sentás con unos auriculares profesionales, a oscuras, y percibís el viaje musical del protagonista de “Sapo de otro pozo, un vuelo a ciegas”, que es la vida de un músico que se queda ciego y se exilia en Estados Unidos en los sesenta. Y él cuenta su regreso a la Argentina. Los espectadores viven una obra de teatro, sin los actores alrededor, y con recursos sonoros, olfativos y gustativos. Una forma de teatro tan novedosa que ya la llevamos de gira, y que creo la continuaremos una vez que termine la pandemia.
MB: Nuestro objetivo general es generar productos de entretenimiento que inciten a los espectadores al uso de otros sentidos, ocultos por la omnipresente vista. Y el otro más específico es la inclusión de personas ciegas dentro del teatro. Es parte de la cultura de la empresa y tenemos más del 40% de empleados con discapacidad visual.
MB: Todo el tiempo. Es una constante. Hay muchos que nos conocen, pero la gran mayoría, no. Y, en concreto, cuando planteas el concepto a una persona que no vivenció la experiencia, automáticamente viene, ¿pero, cómo, no se va nada? ¿Qué tiene de atractivo? El hecho de la no imagen en una sociedad tan visual termina siendo una contra.
Y la otra muy importante es la inclusión de actrices y actores que son ciegos. Hay un prejuicio social grande frente a la discapacidad, por ejemplo que el discapacitado no puede realizar ciertas tareas. Por ejemplo, la actuación. Obviamente no pueden ver, pero eso no significa que estén incapacitados para las artes. Es muy común, y que puede sonar ridículo si alguien asiste a algo que se llama Teatro Ciego, digo la sorpresa de varios cuando saben que los actores son ciegos. ¿Pero cómo que son ciegos? Ahí salta el prejuicio de dónde ponemos al otro de acuerdo a lo que suponemos. Mal.
MB: Tuvimos y tenemos. De hecho hace unos días hubo gente que nos dijo que se había sentido muy tocada por la experiencia de la oscuridad, y que no pudo aguantar el cuento de “Sapo de otro pozo, un vuelo a ciegas”. Es que, al no ver, te sumergís tanto en la historia, y activas otros sentidos, y pasa que en nuestra última obra, hay gente que parece no entiende los límites de la ficción. Y se compenetra tanto, que termina mal. Para nosotros está buenísimo, que la gente salga conmovida, y más con un mensaje esperanzador, aunque nos hace preguntarnos cómo puede ser que una simple historia, solamente contada sin imágenes, afecte más intensamente. Nos sigue sorprendiendo cómo trabaja la mente, y el alma, sin el estímulo visual.
MB: Es que, si pensás, todas las meditaciones son con los ojos cerrados, y mirando hacia dentro. La oscuridad es meditativa. La oscuridad es un estado. Automáticamente mirás tu interior y, si venís con problemas, puede generarte una angustia. Enfrentarse con uno siempre es positivo. Siempre es buen viaje.
MB: A partir de que tuvimos nuestro propio espacio en el Abasto surgió la motivación de textos propios. Básicamente tratamos de adaptarnos a una dramaturgia particular, que a mí me costó bastante. Y no tiene que relación con la ceguera. Yo trabajo con muchas personas ciegas, y notás que no es un cuestión física, sino cómo contás las cosas. Incluso los ciegos se despiden con un “nos vemos”, o hablan de la belleza de una persona sin haberla visto, solamente por lo que le cuentan. Es todo un desafío superar los mandatos culturales. Por eso también hay pocas obras que se puedan adaptar -Teatro Ciego solamente montó una adaptación, la exitosa “La isla desierta” de Roberto Arlt, y que se representó varias temporadas en el CCKonex y el mítico espacio propio de la calle Zelaya. Entre varias recordadas piezas originales destacamos “Luces de Libertad” y “Babilonia FX"-. Yo considero que el Teatro Ciego es más una obra sonora que una pieza teatral. Hay mucho de cine en lo nuestro. Y eso se nota sobre todo en los cortes de escena. Cuando hacés teatro independiente, con pocos recursos, tenés poca escenografía y vestuario. Y asentás en el relato los cambios de climas. Nosotros, en cambio, tenemos que pensar desde la virtualidad de la no imagen, en crear un paisaje sensorial similar a la sonoridad del cine que corte la escena, y que tenga fluidez.
MB: No sé si somos los únicos, pero seguro de los pocos en Argentina. Incluso ahora que estamos trabajando para una presentación en New York comprobamos que no existe nada parecido. Estamos hablando de una de las capitales de teatro mundial y no cuentan con las herramientas para una propuesta del estilo de Teatro Ciego. Nosotros los estamos entrenando a ellos. Y compartiendo un desarrollo tecnológico propio que en Estados Unidos no tenían.
MB: Yo había venido a Buenos Aires para estudiar economía. Y fue muy loco porque en un momento estaba trabajando de actor y haciendo consultorías gratuitas para ONG. ¡Lo contrario de lo que suele pasar! Por otro lado, con la actuación, que me gusta mucho, ocurre para mí que es una especie de maldición eso de trabajar en lo que te gusta. Si a vos te gusta mucho algo, tenés que cuidar que no se transforme en un trabajo porque implica que lo hagas, aunque no tengas ganas. Sumado al oficio del actor que tiene algo ligado a la repetición y, además, quedás preso al proyecto, con horarios que chocan con cualquier vida social. Demasiado para mí. Esa carga del actor la viví fuerte, además como era un teatro propio, daba seis o siete funciones por semana. Allí comprendí que me gusta más la creación y armar varios proyectos. Hoy me dedico a la escritura, y a la producción, y no quedo preso en una sola vía expresiva.
MB: ¡Es que ese soy yo! Además uno tiene que saber en qué es bueno. A mí me costó tiempo. Cuando empecé con Teatro Ciego estaba en la boletería, limpiando los baños, probando sonido, administración y contabilidad.Tenés que delegar lo que hacés mal, y focalizar en lo que hacés bien. A mí lo que me gusta es conectar un recurso con la necesidad de una persona, y generar un equipo de trabajo que funcione de manera autónoma. Ideas hay millones pero necesitás trabajar en las condiciones de negocio para concretar las viables.
MB: Es una de las grandes falencias que tienen los artistas que se autogestionan. Hay un divorcio entre el productor y el artista. Generalmente presentan intereses contrapuestos cuando debería ser todo lo contrario. Son pocos los productores que aúnan ambos lados. Carlos Rottemberg piensa en el artista y lo que quiere producir, sería el buen ejemplo. Es complejo producir teatro porque estás trabajando con seres humanos particularmente sensibles. No es que fabricás tuercas, sino materia sensible con protagonistas sensibles. Trabajás con personas que tienen un montón de cosas dentro para expresar, a veces no están del todo bien, y encima son una raza aparte. No cualquiera se sube arriba de un escenario y actúa. Resulta bastante especial el caso de los actores si pensamos que deben incorporar el trabajo en equipo y cooperativo, tal vez ajeno al ego artístico.
También pensamos en la sustentabilidad como esencial en los proyectos autogestivos. No hablo de un proyecto estatal o privado, que varía en sus métodos de producción y financiamiento. Entonces, en el teatro autogestivo es fundamental el armado de equipos entre todos los partícipes y, en paralelo, pensar en la sustentabilidad del proyecto. Eso no implica vender el alma al diablo sino ponderar quién va a pagar, cómo se vende, qué mercados. Muchas veces hay ideas espectaculares pero sin mercado, obvio, fracasan.
MB: Definitivamente. Lo veo todo el tiempo. Claro que abarcamos poquita gente de la sociedad y quienes disfrutan de Teatro Ciego tienen ya cierta apertura mental. Creo que hay dos beneficiarios directos, primero los que son parte del teatro, que han sido en estos más de diez años unas mil personas; y los espectadores que fueron casi un cuarto de millón. Y sumemos a los cientos de talleres, y los workshops, que hemos impartido a grupos y empresas. Y toda la otra pata que desarrollamos con las propuestas educativas: en el 2019 hicimos más de 200 funciones para 200 colegios, unas 50 mil personas. Y lo realizamos a pulmón con el apoyo estatal promedio que tiene cualquier teatro independiente y, que en nuestra experiencia, no llega al 15% del presupuesto. O sea que el 85% que necesitamos para subsistir lo generamos con entradas, y ventas de productos y servicios. Claro que al año pasado se modificaron esos números con los créditos del gobierno pero ya el 31 de marzo se vencieron las prórrogas de las cuotas. Hay que pagar. Y, según pude leer, más del 80% de las pymes argentinas no las pueden pagar.
MB: Muchas… en estos días me pasó con el actor que estamos trabajando para el proyecto de New York, que nació ciego con una enfermedad congénita, y que ahora mismo la está pasando feo internado. Siempre amó la actuación, y nosotros lo convocamos conociéndolo por su encomiable programa de radio. Lázaro es una persona muy especial, con una energía increíble (pausa), aprendí mucho de él como ser humano. Entonces le mandamos la caja a la terapia con fragmentos de su programa, la caja que irá a Estados Unidos con “Sapo de otro pozo, un vuelo a ciegas”, y resultó emocionante que pueda disfrutar de su trabajo, junto a la madre, y sabiendo que irá a un público mundial (conmovido). Son de las cosas más fuertes que me pasaron en la vida.
Semana Solidaria de Teatro Ciego
¡Vuelve un clásico! Teatro Ciego ofrece entradas gratis, y al 50%, para las funciones en Palermo del 15 al 18 de abril, a cambio de donaciones que serán entregadas a la organización Artistas Solidarios. Así ayudamos a trabajadores y trabajadoras de la cultura en situación de vulnerabilidad por la pandemia. ¡Tenés la oportunidad de vivir la expetiencia Teatro Ciego y además estás ayudando a mucha gente que lo necesita!
+ info actualizada tras las anuncios de nuevas restricciones a partir del 9 de abril:
https://teatrociego.org/semana-solidaria/
Fecha de Publicación: 12/04/2021
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