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Luis Arata. Comediante de la Vida Criolla

Popular por sus personajes grotescos, Luis Arata fue grande entre grandes del teatro nacional. “Para darle sepultura habrá que cavar una montaña”, decía el gran periodista César Tiempo.

Espectáculos
Luis Arata

“Volví a la ruta. No puedo escaparme. Son 34 años. Soy viejo”, en estas simples oraciones el jubilado conductor de tranvía personificado por Luis Arata ponía el clímax en "Cinco Gallinas y el Cielo" (1957) de Ruben Cavallotti, una aguda reflexión sobre la vejez y el lugar de los adultos mayores en la sociedad. Arata que en los dos versiones de “Mateo” de Armando Discépolo, la teatral que hizo exitosa en los veinte, como la cinematográfica del debutante Daniel Tinayre de 1937, repetía como Miguel, “El progreso de esta época de atropelladores. SÍ, ya sé. Uno protesta, pero es inútil: son cada día más, náceno de todo lo rincone; so como la cucaracha. Ya sé; ¡qué se le va hacer! ¡Adelante, que síqano saliendo, que se llene Bonos Aire, que hágono puente e soterráneo para que téngano sitio ... yo espero; yo espero que llegue aquel que me tiene que aplastar a mí, al coche e a Mateo! “, en una de las cumbres de la escena argentina, de los mejores alegatos de pérdida de los valores, atropellados por un progreso capitalista sin rostro humano. En teatro, cine y televisión Arata, conocido con el mote “Cara de goma”, moldeó la gran comedia de la vida criolla, en todos los rostros posibles.

Luis Arata Cinco gallinas y el cielo

Para cuando  llega la consagración con “El gorro de cascabeles” de Luigi Pirandello, 1500 funciones a partir de 1933 en el Teatro Nacional, y el elogio del autor italiano, “nunca pensé que mi personaje podía ser interpretado de manera tan genial”, Luis Arata era una figura rutilante de las marquesinas viniendo desde muy abajo.  Había nacido San Martín, conurbano bonaerense, el 23 de agosto de 1895, y sus padres tenían un humilde almacén en la calle Florida, entre Charcas y Santa Fe. Desde el colegio destacaba por sus condiciones histriónicas, el “cara de goma”, y Roberto Casaux, uno de los cómicos del teatro del novecientos, a los 14 años lo recomienda a Enrique De Rosas. Sin embargo las cosas no funcionaban bien en el Teatro Variedades, y se ven obligados a despedirlo, a lo que el adolescente Arata propone trabajar gratis varios meses. Tal amor al teatro abren las puertas a las compañías de Pablo Podestá y Lola Membrives, de quienes aprendería; una docencia que él mismo haría enseñando los secretos del oficio a otros grandes como Pepe Arias.  Estos comienzos con agrupaciones criollas y españolas foguean a Arata, especialmente en sainetes y comedias ligeras, dúctil para el cocoliche, y en 1921 decide formar su propia compañía con Leopoldo Simari y José Franco, que rivalizó una década con la célebre de Muiño-Alippi. “Morriña…morriña mía!” fue el primer suceso del terceto, que solía representar piezas de autores argentinos en el Teatro Boedo  -tras una fractura de la Sociedad de Actores, Arata también tuvo desempeño sindical y de gestión, a cargo de la Casa del Teatro en 1943.

 

Arata, Gardel y los guitarristas

Años después se disuelve la sociedad y Arata cabeza única inaugura el Teatro Cómico –hoy Lola Membrives- representando un sinfín de comedias y sainetes, con dos grandes acontecimientos. Ignacio Corsini en 1927 estrena en el sainete “Facha tosta” el inmortal tango “Caminito”, y a mediados de ese año, en el típico fin de fiesta de las funciones teatrales de la época, Carlos Gardel y sus guitarristas protagonizan para los diarios “el acontecimiento de la temporada”. Arata, como pocos, supo poner en escena la alta calidad artística sin desestimar lo popular. Así que en el Cómico estrenaría “Stéfano” de A. Discépolo, inmediatamente canonizado como clásico en más de cien representaciones consecutivas,  y “Saverio” de Rafael de Yorio.  Antes de pasar a trabajar en el Teatro Nacional como actor exclusivo, reunido nuevamente a Simari y Franco, emprende continuas giras por Uruguay y el interior de la Argentina, triunfando con “He visto a Dios” de Defilippis Novoa. Estos logros artísticos no lo apartaban de las otras pasiones, la noche y la amistad porteña, la pintura y el tiro, uno de nuestros campeones en esa disciplina deportiva. Casa con la actriz Berta Gangloff, que lo acompaña en varias producciones, la más notable quizá el estreno de  “Tu cuna fue un conventillo” de Alberto Vaccarezza.     

A fin de década lo aplauden en “Judío” de Pelay y “Los chicos crecen” de Damel y Darthés, impulsando la carrera de dos actores fundamentales a futuro, Francisco Petrone y Arturo García Buhr. A medida que crece el interés artístico de la radio, Arata desarrolla personajes  como Crisantemo Panduriño, que popularizara la frase "¡Qué risa con doña Luisa!", y Plácido, también portero, en Radio Belgrano. Con ambos se construye en las masas la imagen de capocómico de Arata.  

Luis Arata

El cine, ese berretín

En cine, su bien debuta tempranamente en 1916 en “Resaca” de Atilio Lipizzi –hoy perdida-, y en la pionera del sonido “Los caballeros de cemento” (1933) de Ricardo Hicken, sería su padre de familia anciano español en “Los tres berretines” (1933) de Enrique Susini  –Arata no llegaba a los 40, la composición es notable, búsquenla por favor en YouTube- , junto a Luisa Vehil y Luis Sandrini, que darían luz, cámara, acción a protagónicos en otros imprescindibles títulos de una década soberbia del cine nacional, “Lo que le pasó a Reynoso” (1937), “La muchacha del circo” (1937) y “Fuera de la ley” (1937). En  solamente doce meses, sumando que también filma “Mateo”, su increíble versatilidad queda plasmada en cintas que muestran las mejores condiciones de los directores, Manuel Romero y Tinayre. Y, claro, de Arata, un actor de alta gama dramática.

Luis Arata

Abocado el cine, “Ceniza al viento” (1941) de Luis Saslavsky, que reunía historias de Alejandro Casona y Homero Manzi, es otra muestra de la potencia actoral, ahora en la piel de un duro director de diario, apenas una referencia velada a Natalio Botana, dueño del diario Crítica y de la productora de la película, Baires. Antonio Cunil Cabanillas lo convoca en 1945 para una versión de “El avaro” de Moliére, con gran suceso en el Teatro Cervantes, un papel hecho casi a la medida de Arata. Luego haría piezas de Shakespeare y Charles Dickens, dirigido en la última por Narciso Ibáñez Menta, señala Alejandra Portela en “Homenajes III” (2018.INCAA)  “La morocha” (1958) de Ralph Pappier resultaría la despedida del cine, componiendo a un anticuario despreciable, que cobija una noche a la prostituta interpretada por Tita Merello.  

Luis Arata-La Morocha 1955

Con la llegada de la televisión, Arata consigue uno de los primeros éxitos de audiencia en el flamante canal 9 con “Don Camilo” y “La hora Fate”. En canal 7 se emiten programas homenajes  a su inmensa trayectoria, conducidos por el periodista Pedro Larralde, tiene en 1965 una intervención en “Sainetes de ayer y hoy”, en la excelsa gestión Petrone, y vuelve al teatro con “Caramelos surtidos” en el Teatro Alvear. Muere el 21 de junio de 1967, casi en simultáneo al fallecimiento de Petrone, Pepe Arias y Blanca Podestá. Año negro para los duendes de las tablas. “La columna de la época de oro del teatro argentino”, diría Luis Sandrini. “La cara de cómico más auténtica que hay en el mundo”, señalaba el crítico Enrique Gómez Carrillo. Luis Arata, Actor de la Nación.      

Luis Arata-Mateo 1938

Dicen de Luis Arata

“Un día  un representante de artistas vino a decirme que tenía en el auto a su representado, un actor llegado de Buenos Aires que quería  hacer una serie de programas en Córdoba y al que le  gustaría que yo escribiera para él. Era 1956. Ese señor que estaba sentado en el auto era Luis Arata. Fue el primer programa que yo escribí para un capocómico porque Arata era un actor muy importante de nuestro teatro,  pero a la vez hacía radio y yo le escribí un programa, que fue realmente mi primer programa, no para un elenco, sino para un cómico con todas las letras. Arata me hizo entonces “Un boticario sin chapa”, ya que así se llamaba el programa. Sufamiro Hepaminondas era su personaje, y me dio mucho gusto, mucho placer escribirle nada menos que a un actor, a un creador del grotesco como él, que me enseñó muchas cosas en el tiempo  que estuve unido a su trabajo” El guionista y humorista Juan Carlos Mesa en Quadernsdigitals.net

 

Agradecimiento /ImágenesGrandes de la Escena Nacional

Fecha de Publicación: 02/03/2022

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