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La imagen pública de los influencers, en su peor momento

Varios incidentes que involucran a las principales figuras del rubro convirtieron a estos personajes en un grupo socialmente muy cuestionado.

El crecimiento de las redes sociales estimuladas desde las nuevas tecnologías, al parecer vive su peor etapa, por lo menos en Argentina. La polémica que involucró últimamente a varias de los principales referentes del área, aparece como el inédito iceberg al que parece haber chocado el rubro, desprestigiando esta novedosa manera de generar opinión masiva.

 

La actual cuarentena y la brutal modificación de las conductas cotidianas, parece haberse convertido en una lupa donde los errores de estas figuras asoman amplificados. Ubicados en una alta esfera de la consideración masiva por ciertos estratos sociales, últimamente no parecen contar en estas semanas con el irreprochable beneplácito juvenil de las mayorías.

 

Varios incidentes que afectaron a conocidos emergentes como Santiago Maratea, Lizardo Ponce o Martín Cirio “La faraona” se mancomunaron para crear este descreimiento. Dando pasos en falso que explotaron en otras estructuras de comunicación, los comunicadores de masiva llegada digital viven un incuestionable momento de preocupación.

Los “formadores de opinión”, la generación de “pre-influencers”

En el viejo milenio, cuando una empresa u organismo necesitaba difundir masivamente a la sociedad un producto, idea o razonamiento político, usualmente aprovechaba el peso de los periodistas de distintas áreas o ciertas figuras públicas. En aquél momento, las firmas y sus equipos de marketing invertían en reuniones, eventos y presentaciones para seducir a estas personas que eran conocidas como “formadores de opinión”.

 

Estos convocados, algunos por cercanía profesional, otros directamente contratados por la empresa interesada, aprovechaban su repercusión masiva para transmitir estos conceptos instaurados por las mega-estructuras a sus audiencias. Los comunicadores periodísticos y el peso de su target difusional en sus medios, era un capital codiciado por las firmas.

 

El peso que, por entonces los diarios, radios y la televisión, sumado a la popularidad de las figuras públicas, era el territorio a conquistar para lograr esa respuesta masiva anhelada al respecto de productos, nuevos conceptos o estructuras de ideas. La fuerte modernización experimentada por la telefonía móvil y su llegada masiva, cambió todo lo conocido.

“Influencers”, la nueva profesión de los “celumanìacos”

Por más que en su momento el sitio “Facebook” significó un foco de difusión, la llegada de las nuevas redes sociales utilizadas por los celulares dejó a esa web en el anacronismo. El desembarco primero de Twitter y luego la expansión de los jóvenes subiendo sus videos a la plataforma “YouTube”, dejó al desnudo la aparición de nuevos e ignorados personajes.

 

Respaldados por adolescentes y no tanto, estos emergentes ganaron velozmente un lugar codiciado por las empresas o estructuras sociales, muy interesados en lograr una difusión masiva de sus productos o ideas. La expansión de los conceptos halló su bomba atómica con la aparición de la aplicación “Instagram”, una red donde se pueden subir fotos, videos o realizar transmisiones en vivo de audio y video con excelente definición digital.

 

Instalados en millones de celulares, esta App se convirtió en la más consumida “matriz” de distintos estratos sociales, emergiendo aquellos referentes capaces de captar seguidores en volumen masivo. Así nacieron los tan mentados “infuencers”, capaces de promocionar un yogur o unos zapatos con una cuidada foto hogareña, logrando multitudinarias respuestas en el circuito de comunicación de los teléfonos móviles.

Un sostenido crecimiento y el inesperado enemigo sanitario

Los “influencers” y sus millonarias audiencias se convirtieron en los unicornios deseados por las multinacionales o diversas estructuras difusionales. Recibiendo en la actualidad un trato privilegiado superior a los de cualquier comunicador o artista famoso, lograron veloz y sorpresivamente que la manera de difundir algo se reinventara de manera contundente.

 

Durante el último lustro, ganaron voluminoso sitio en la televisión y se convirtieron en los nuevos emperadores de los usuarios de celulares y sofisticados sitios webs. Asumiendo un injustificado estrellato, parecieron abusar de sus insospechados beneficios pretendiendo a la vista de todos, un sinnúmero de beneficios que curiosamente lograron en muchos casos.

 

Predicando como reformulados pastores o evangelistas digitales, los medios pusieron foco en estos personajes. Fue así que de la noche a la mañana se los disputaron las emisoras de broadcasting o las grandes empresas para difundir sus conceptos. Sin embargo, el inédito arribo de la pandemia y la consecuente cuarentena disparó una gama de situaciones que a la vista de todos expuso las falencias morales de estos artificiales personajes.

Mario Pergolini, el primero en encabezar la resistencia

Confinados en sus casas, sin chance de participar de eventos públicos, buscaron sobresalir y sus espacios de aparición mutaron fuertemente. Durante el invierno se los pudo ver en el “Cantando 2020”, en varios streamings o transmitiendo sin pausas desde sus hogares. Al principio esto no pareció provocarles inconvenientes, pero los mismos llegaron cuando la mayoría no aguardaba el principio de una adversidad.

 

El primero en detonar esta “rebelión” fue el exitoso empresario y animador Mario Daniel Pergolini, CEO de la firma Vorterix. En una de sus apariciones radiales, sus declaraciones fueron un misil provocando una hecatombe. “El negocio de redes está bajando para todo el mundo, justo ahora que iba a meterme, si uno pasa los 200 mil seguidores finalmente es un influencer, soy recontra influencer”, advirtió el ex – conductor del famoso ciclo de tevé “Hacelo por mí”.

 

Después de aclarar que era una ironía, finalmente se puso serio y aludió al asunto con una fuerza devastadora. “Sé que no lo soy ni quiero serlo”, dijo Pergolini al aludir a esta clase de formadores de opinión, pero sus expresiones se pusieron más mucho ácidas. “Para mí un influencer es un grado bajo, se trata de un busca momentáneo de una fama que también es momentánea”.

 

Desde Vorterix nació la esperada rebelión analógica

A mediados de octubre el exitoso animador radial había dado señales de su firme postura contra estos comunicadores masivos Santiago Baratea, uno de los referentes más famosos del género, había intentado concretar unas emisiones en Vorterix con la compañía de otro referente, el ahora mediático “cantante” Lizardo Ponce. Enterado de esa intención, Mario no se detuvo en su postulado y le prohibió dichos encuentros radiales.

 

Ese gesto pareció el principio del fin entre la relación entre el empresario y el pelilargo de la órbita telefónica. A mediados del mes pasado, el programa de Santiago Maratea que se emitía por segundo año en esa plataforma, sorpresivamente cesó en sus emisiones. Una de las razones o motivos que conminó al director artístico a excluir de la grilla al personaje, fue un episodio de agresión literaria que cobró insólito estado público.

 

Santiago Maratea, en una de esas habituales conductas disociadas de la realidad, no tuvo mejor idea que alterar un producto y venderlo como “obra de arte”. Maratea decidió tomar una colección de libros de la saga de Harry Potter y tachar en cada publicación el nombre del personaje, reemplazándolo con una expresión vulgar del órgano genital femenino, tras lo cual vendió esos libros tachados a valores sobrefacturados, como si fuesen cuadros.

Pedofilia, un streaming fallido y la reacción de Jorge Rial

En esos mismos días, Martín Cirio, autoproclamado “la faraona”, mantuvo conceptos que la mayoría aludió a una apología sobre la pedofilia. Este comportamiento, de nula ligazón con los valores éticos, fue criticado por muchas figuras públicas, entre ellas el animador televisivo Jorge Rial, quien desde su programa “Intrusos” y su red twitter fustigó como era de esperar a este mediático flojo de papeles.

 

La mirada sobre los influencers venía en picada desde un fallido streaming que llevaron a cabo Baratea, Ponce y Lola Latorre, hija del ex jugador de Boca Juniors. Acompañados en un show por Internet de Yanina Latorre, tuvieron conductas polémicas que detonaron en una ola de críticas desde distintos lugares. Muchos medios que antes respaldaban la tarea de estos “formadores de opinión”, finalmente empezaron a opinar distinto sobre el tema.

 

Sin embargo, mientras crece el rechazo y repudio contra estos personajes, desde el flojo e insostenible “Cantando 2020” nadie parece darse por aludido. La productora de Tinelli este año decidió apostar sus fichas con estos bizarros mediáticos, quienes en las votaciones de índole telefónico anulan a sus rivales para subsistir en este insulso ciclo. Los influencers parecen vivir su peor etapa. ¿Será el final de una era o tan solo una tormenta pasajera?             

 

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