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La fama es lo de menos

“El hotel de los famosos” fue estrenado hace tres semanas y desde ese momento el ciclo que prometía mejorar el rating nocturno de El Trece comenzó a naufragar, un programa que indirectamente polemiza sobre cuál es hoy el significado de la popularidad.

Espectáculos
El Hotel de los famosos

La televisión en tiempos de pandemia aplacada no puede con su genio, a juzgar por todas las cosas que vienen sucediendo a medida que se fueron liberando todas las restricciones sanitarias duras con la vacunación masiva y otras medidas, pues la pantalla chica lejos de proponer otro tipo de formatos donde el entretenimiento asuma estructuras más divertidas y simpáticas, parece deleitarse en recordarle a la gente que durante casi dos años por esas circunstancias del destino, debió permanecer encerrada en sus hogares hasta que los cracks de la medicina crearon las vacunas apropiadas contra el Covid 19. Han transcurrido la brutal cifra de 24 meses en los que la sociedad de la noche a la mañana tomó conciencia a ciencia cierta que solo permaneciendo encerrada podría evitar la tragedia pandémica, algo que el decreto firmado por el presidente Alberto Fernández en la noche del 19 de marzo de 2020 corporizó de la manera más contundente y devastadora. La gente después que las vacunas comenzaron a surtir efecto, mientras cada jornada hay más barbijos abandonados en gran cantidad de calles y avenidas, busca la revancha de un tiempo donde no pudo salir a esos lugares que frecuentaba y esa vital decisión de tomar contacto con los sitios donde disfrutaba de ciertas actividades, por un lado expuso ahora presenciar las congregaciones multitudinarias en eventos al aire libre, mientras paralelamente la televisión, que se había convertido en la mejor compañera de la etapa de aislamiento, ahora experimenta enormes descensos de rating cuando el público a esta altura de los hechos apaga el aparato y corre a “callejear” con amigos o familiares.

 

 

Hace tres semanas, El Trece puso al aire el programa “El Hotel de los Famosos”, un ciclo que tiene una estructura mayoritariamente ligada al espíritu de un reality, formato que los canales habían descartado hace un tiempo, al advertir que los envíos con panelistas de gran verborragia, medían más que esas jaulas televisadas con personajes que después terminaban en algún psiquiátrico o con un cuadro de estrés camino al suicidio. Sin embargo, la denominada “caja boba” tiene esa discutible virtud de ser muy reincidente en temáticas o contextos que se juramentó no volver a tratar en los horarios centrales de la televisión. Hace dos meses, con tres bombos, dos platillos y una corneta, se anunció que debutaría el ciclo “El Hotel de los Famosos”. La pregunta que se haría cualquiera, es ¿“qué” significa ser a la altura de los acontecimientos “famoso”? ¿Se trata de ser conocido a través de los medios de comunicación? ¿Es haber protagonizado un hecho policial imborrable? ¿Es ostentar en las redes sociales varios millones de seguidores con sus posteos o imágenes? La fama en el inicio de la tercera década del nuevo milenio, no parece representar lo mismo para toda persona nacida en este siglo, que aquellos millones de ciudadanos que consideraban a una persona “famosa” a una muy limitada cantidad de personajes, antes que la sociedad viera en el arranque del 2000 esa maldición del “Y2K” que supuestamente rompería todas las computadoras con el cambio de calendario.

El hotel de los famosos Pampita

Hablar de famosos en su momento era aludir a no más de diez o quince personas que eran nombradas y todos aquellos consultados señalaban conocerlos, fuera cual fuera el lugar de residencia. A fines del anterior milenio, famosos eran aquellos populares personajes como Mirtha Legrand, Susana Giménez, Diego Maradona, Marcelo Tinelli, Adrián Suar, Carlos Menem, Valeria Mazza, Moria Casán, Nicolás Repetto, Graciela Borges y Carlos Bilardo, entre otros, algo que podrá ser muy discutido por cualquiera en cuánto a los ámbitos que en ese tiempo era contemplados, obviamente entendiendo que en esas circunstancias por supuesto había personas emergentes de la política, la cultura o los principales deportes que acaparaban ese espacio destinado a los seres populares, un cenit donde la medicina a excepción de Favaloro no tenía el mismo glamour o conocimiento de la población. Ahora, cuando Internet es lo más común al sentir de la sociedad, los jóvenes desconocen que es un periódico y las personas cada vez adquieren menos libros o discos, la popularidad o aquél concepto de fama ha cambiado subrepticiamente de manera demoledora, permitiendo a la camada de nuevas generaciones rendir pleitesía a personas que en su momento muchos no hubiesen considerado “famosos” ni remotamente. Ahora la fama pasa por los likes de una publicación en Instagram, un escándalo de sábanas ventilado en los sitios de farándula o un bochorno con derivaciones policiales, que despierta tanta curiosidad como cuando se decía que John F. Kennedy estaba viviendo un romance secreto con Marilyn Monroe. El concepto que los ciudadanos emplean hoy para catalogar a una persona de “famosa”, sin dudas dista bastante en todos los acontecimientos del especial contexto contemplado hace algunas décadas para declararlo ante los demás como “portador de fama”.

 

Por eso, antes de referirnos a un ciclo que proclama reunir a los “famosos”, debíamos sin dudas plantear ciertos basamentos vinculados socialmente con aquello que se relacionaba con la idea de “popularidad masiva” o “fama”, situaciones que podían prolongarse en el tiempo o desaparecer de inmediato si la persona involucrada dejaba de generar noticias al contexto social donde así se lo consideraba, o aparecía inmediatamente alguien que ante la debacle de este en cuanto a comportamientos o hechos en los que se veía involucrado, no reportaba el mismo impacto a quienes lo seguían cotidianamente. La frase resuena en el refrán y nadie hace oídos sordos cuando se dice que “la fama es puro cuento”, o aquél concepto analítico de “la fama es lo de menos”. Los famosos no se devalúan tan rápido como aquellos que dicen serlos y al menor tropiezo se esfuman en el recuerdo popular de los hechos cotidianos. A principios de este milenio, Viacom-Telefé puso al aire un reality de “famosos” que lucía más agujeros que una horma de queso gruyere, competencia en la que terminó ganando un remisero que había perdido en el formato de "seres comunes", una brutal patada al ego de quienes se consideraban así al tomar parte de ese programa. Aquél “Gran Hermano” con personajes “famosos” lo ganó Diego Leonardi, remisero con duros antecedentes policiales que había perdido la edición 2007 del formato  "común" con aquella pícara tucumana Marianela Mirra, la simpática chica que fumaba dentro de aquél encierro televisado para apaciguar los inocultables nervios.

El hotel de los famosos

Quince años más tarde, quiso el destino que Lissa Vera, que había salido tercera en aquél concurso de encierro con “famosos”, volviese a tener rol protagónico en un formato que reúne a 16 personas encerradas en una amplia estructura hotelera, escenificación ubicada a 35 kilómetros de la Capital Federal, donde también hay otro sector edilicio sin demasiada comodidad o lujos. La batalladora integrante del recordado quinteto femenino “Bandana”, obra por esas cosas del destino como enlace generacional con el nuevo elenco de personas que son sometidas a una conducta de absoluto aislamiento con la vida cotidiana, un reality que reúne a tres personas que podrían presumir de ser “famosos”, aunque jamás hayan evaluado vivir de esa membresía como formato de subsistencia. Ellos son Silvina Luna, que luego de salir de un “Gran Hermano” incursionó en la televisión o el teatro con dispar éxito, Alex, hijo del futbolista Claudio Paul Caniggia, quien con su hermana Charlotte construyeron una carrera televisiva plagada de situaciones exitosas, u otras condenadas a ser observadas durante las madrugadas del canal de las tres pelotitas de color, sin olvidar a la más famosa de todas las personas involucradas en este nuevo elenco de jugadores sometidos a un largo encierro, es decir el talentoso músico y cantante de pop Leo García, integrante invitado del grupo Soda Stereo en su recordada gira “Me verás volver” allá por finales de la temporada 2007.

 

 

En esa pirámide de personajes agrupados en este ciclo televisivo, posteriormente asoman personas que han tenido algún breve momento de reconocimiento o situaciones populares que posteriormente se evaporaron de manera contundente. Entre todos ellos aparece, bajo un accionar ligado a lo espiritual, el conductor televisivo de América TV “Pato” Galván, aquél que al concluir las emisiones de su ciclo de medianoche cerraba diciendo “Atorrantes a torrar y hasta mañana chaucha”. La actriz Sabrina Carballo, una intérprete teatral que siempre tuvo reconocimiento por su tarea pero escaso peso mediático en todos los ámbitos, el vapuleado intérprete Rodrigo Noya, que cambió su popularidad de joven estrella de la actuación por el picaflor sentimental menos pensado, junto con el futbolista Maximiliano Estévez, conforman una segunda línea de figuras conocidas en este conjunto de participantes. Detrás de ellos casi como un relleno coral al que nadie prestará demasiado interés, aparecen ignotas figuras de ciertos ámbitos, las cuales pudieron ostentar alguna popularidad en el pasado desde sitios de escasa importancia noticiosa, entre ellos la cantante Militta Bora, el panelista deportivo Walter Queijeiro, la bailarina Kate Rodríguez, el actor Imanol Rodríguez,  la panelista Majo Martino, el locutor Martín Salwe, cerrando el casting de convocados la directora del Gorriti Art Center, Melody Luz y la productora de moda Matilda Blanco, quien tiene cierta chapa mediática televisiva en los últimos años.

El Hotel de los famosos

Estas 16 personas tienen un objetivo, convertirse en la persona que supere todos aquellos obstáculos del concurso de encierro, previsto por 4 meses, donde la persona ganadora se llevará 10 millones de pesos, que a esta altura de la economía no es un premio menor en relación a lo que se paga de cachets por concursar en estos formatos de tv. El programa lo conducen cada noche la bella modelo y animadora Carolina “Pampita” Ardohain y el Chino Leunis, acompañados por Christian Petersen en la cocina, Gabriel Olivieri en la estructura hotelera y José María Muscari en la estructura de convivencia social. El ciclo a poco que se estrenara en la señal del solcito ya había sufrido dos bajas importantes, cuando se conoció que Silvina Luna debió abandonar el programa por un problema de salud, mientras que la otra  deserción tuvo que ver con la salida del prestigioso músico pop Leo García, quien al incomodarse con el agresivo trato de algunos compañeros de encierro, muy directamente vinculados con su sexualidad, una noche se hartó y decidió retirarse de la competencia en disconformidad con esa tóxica relación con sus competidores en el aislamiento. Nicolás Maiques, un actor de mucha exposición mediática fue quien tomó el sitio de Silvina Luna, mientras que puesto de García todavía no tuvo reemplazo desde que el ciclo comenzó a emitirse por El Trece todas las noches, menos los días domingo.

 

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La primera semana y media de capítulos emitidos provocó una sorpresiva respuesta de la gente en esa pantalla, jornadas donde este ciclo se mantuvo por arriba de los 10 puntos de rating, valioso guarismo en los dramáticos y complicados tiempos que se viven dentro del contexto televisivo, un programa que comenzó a descender de forma muy peligrosa en los números tras las partidas de Leo García y Silvina Luna. Hasta el momento quedaron eliminadas y dejaron el juego la cantante Militta Bora y la bailarina foránea Kate Rodríguez, quienes a la hora de buscar salvación con la competencia física, no tuvieron suerte con los juegos y fueron expulsadas del reality. El ciclo en la emisión del último lunes 4 de abril marcó solo 8.9 puntos de rating, encendiendo las primeras alarmas del desgastado formato que parece haber tocado en esta versión, donde en vez de personajes famosos hay unos cuantos 76 de copa que no logran cautivar a la audiencia en ese competitivo horario prime-time. Habrá que ver cuál es la reacción del público a medida que pasen las semanas y se reduzca esta cifra de jugadores encerrados. Promocionado con enorme estruendo publicitario, el ciclo no deja de ser un remedo devaluado de “Gran Hermano”, formato que podría regresar en su estructura original a mediados de junio por la pantalla de Viacom-Telefé, reality que en esta oportunidad tendría a Santiago del Moro como conductor principal.  

 

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Imágenes: El Trece - Box Fish

Fecha de Publicación: 08/04/2022

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