Después de mucho tiempo de espera, principalmente por las demoras en completar todos los capítulos de la segunda temporada a raíz de las restricciones sanitarias provocada por el arribo de la pandemia, finalmente este domingo a las 23:00 horas se conocerán por El Trece los nuevos episodios de “El Tigre Verón”, una serie original de El Trece y Flor que está producida por POL-KA: En esta segunda tanda de capítulos que se verán primero por la señal de televisión abierta y posteriormente quedarán ubicados en la famosa plataforma digital, los protagonistas son Julio Chávez, Marco Antonio Caponi, Andrea Pietra y Luis Luque, elenco que se completa con las intervenciones de Sofía Gala, Diego Cremonesi, Claudio Da Passano, Lautaro Delgado Tymruk, Germán De Silva, Marcelo Domínguez, Nina Spinetta y Ailín Salas, entre otros. La nueva temporada de episodios cuentas con los libros de Germán Maggiori y Marcos Osorio Vidal, material que fue dirigido por Daniel Barone. A pocas horas de estrenarse la nueva temporada de episodios, el actor Julio Chávez dialogó con Ser Argentino, con la finalidad de contar detalles de esta ficción, una entrevista exclusiva en la que habló de otros aspectos de su profesión:
¿Qué podés contar sobre el esqueleto argumental de esta nueva temporada?
Julio Chávez: Bueno, el “Tigre Verón” salió de la cárcel, pero cuando quiere recuperar el sindicato, nota que Cueto, el interventor, le jugó una mala pasada y puso en su lugar a los hermanos Alvarado, que son dos delincuentes. Los Alvarado son cuatreros despiadados que pretenden instalarse legalmente en el puesto. El objetivo central de Verón es volver a su lugar, pero los Alvarado para complicarlo le tiran un muerto, nada menos que Cueto, el interventor. Ahí el “Tigre Verón” descubre dos objetivos, por un lado recuperar su puesto en el sindicato pero al mismo demostrar su inocencia con semejantes acusaciones. No las tiene toda a favor, porque su hijo Fabito en pleno proceso de recuperación de todas sus adicciones con la ayuda de un pastor evangélico, dejará dudas sobre su puede suceder a su padre. Pasan muchas cosas, entre ellas su mujer Marina lucha por mantener muy oculto su secreto, pero al verse superada por las circunstancias, tomará una drástica decisión. Esto es lo que puedo contarte del programa, pero el resto hay que verlo desde este domingo.
Compruebo que siempre intentas interiorizarte mucho sobre los personajes que vas a encarar, pero no sé si te metiste dentro de un sindicato.
Julio Chávez: Uno siempre se encuentra con alguien apropiado con quien poder hablar para enterarse de las características. Se ve que hay algo de nuestro oficio que pasa pero que no pasa, pero que pasa. Eso pasa bastante, entonces no puedo aceptar algo que no es mío, sino que pertenece a muchos, y es que muchos actores trabajan, se ocupan, yo tuve la suerte y tengo la suerte de tener un espacio donde eso se ve, porque por suerte he podido expandirme, no solamente prepararme, sino tener la suerte que esa preparación se ve y he tenido algún que otro éxito, que entonces se ve y se valora. Digo, tan mal estamos que uno hace su trabajo, es como un plomero que te va a tu casa y dice “quiero felicitarlo por el cuidado que ha tenido con su cañería”, es algo que no aceptamos, sobre que es tan hermoso nuestro oficio, por ende la ocupación es algo hermoso y feliz. Nuestro oficio lo disfrutamos segundo a segundo.
¿Adelantarse en ese sentido es achicar el margen de riesgo?
No, es solo tomar conciencia de tu dificultad. Soy un hombre de más de seis décadas y me tengo que formar, tengo que meter el cuerpo y despertarlo a una actividad, es una parte de mí que no estaba preparada para eso y además me meto en un mundo especial que evita que alguien me vea y diga “ese señor nunca vio un sindicato”. Cuando te dicen “cámara, acción”, una de las cosas hermosas que tiene para mí la actuación es poder encontrar un signo de ficción que construya una emoción, una de las cosas más hermosas que tiene nuestra profesión. Hay que prepararse y yo para esto me preparé durante mucho tiempo
En un momento reciente de tu carrera profesional personificaste a un profesor de baile, unitario que tuvo una excelente repercusión cuando se estrenó en “El Trece” aquella mítica ficción “El Maestro”. En ese sentido, ¿es complicado manejar la relación entre el artista y el docente del género?
Julio Chávez: Yo colaboro con la formación de actores, encastro con el término maestro si se aplica al sentido de la formación, pero yo no formo a nadie, al único que he formado es a mí mismo, el del único que me puedo hacer responsable. Entiendo a la formación como un acto de autonomía y decisión que tiene finalmente enormes colaboradores. En el colegio sigue funcionando algo: si no prestás atención, esto no va a funcionar, porque la atención no te la puedo dar, no te la puedo regalar. Yo te puedo dar algo si vos prestas atención. Si vos me escuchás, yo puedo prestarte atención, pero el acto de escuchar es el acto del ser humano. Eso genera en el otro ciertas situaciones de autonomía, porque entiende que algo depende de él. Esas autonomías para mí son fundamentales, porque hoy por hoy para mí algunos problemas pasan porque no se sabe quién tiene la decisión de autonomía. Por ende todos esos comportamientos, apago, prendo, voy, me quedo, escucho, miro, son impresionantes, son importantes.
Muchos profesionales famosos dicen que estudiaron con vos, dando a entender que tu apellido e historial profesional genera un prestigio transferible a terceros.
Eso lamentablemente si es así tomado es una pena, entiendo que puede ser así, eso no lo vivo como un halago sino como una preocupación. Mi problema es que vos aún, sientas lo que sientas por mí, eso en todo caso espero que sea el vehículo por el cual vas a empezar a despertar tu interés verdadero e importante, es el gusto que te pueda generar en los problemas que yo te voy a meter como maestro, si empezás a sentir el gusto de estar en ese problema en una escena de Shakespeare, entonces yo considero que estás en mi espacio, que yo te pude contagiar lo que creo. Tu admiración hacia mí no el contagio de nada importante, en todo caso puede ser un vehículo. Para mí la enseñanza tiene que ver con que si vos te enamorás de ese camino que te propongo, como asunto, igual como halago es una cosa que se agradece.
Te convertiste en un referente clásico de la televisión, hiciste teatro con Adrián Suar llenando muchísimas funciones y el mundo fílmico no te es ajeno. ¿Sos feliz?
Julio Chávez: Vivo todo eso con mucho agradecimiento, queriendo que nunca terminen, pero sabiendo que se va a terminar, pero cada vez digo “es como despertarse” y uno dice “pero hoy no es el día en que me voy a morir”, o sea agradezco mucho pero bueno, la conciencia, porque lo veo, en algún momento se cortará. Y muy enamorado del momento, muy gustoso y agradecido, muy responsable y muy interesado. Es una sincronía de cosas felices, pero ya sabemos lo que viene después. Como decía mi madre “reíte que vas a llorar” (risas). Cada vez que digo “¡que contento estoy!” esa especial voz me advierte, en otro aspecto profesional, ya estoy trabajando sobre un material de teatro, yo necesito ocuparme porque entre otras cosas me trae un problema a futuro, me saca de una zona molesta y necesito ocuparme. Lo que va a venir es ocupación, ocuparme nuevamente, no estoy amigado con el ocio, es algo existencial pero no se trata de una cuestión rara, me gusta como idea, pero en el momento en que lo vivo, realmente no lo comprendo.
¿Cómo manejás las crisis personales y profesionales que pueden aparecerte?
Crisis, problemas, límites, insatisfacción y problemas, administrativos y problemas de tipo artístico, los más fuertes son los administrativos, los artísticos son los más relegados, pero también se entienden, pertenecen a una administración. Los problemas del tiempo, cuando algunos notan que digo “algo dentro de diez años”, cómo no me va a preocupar el paso del tiempo (se toca la piel debajo del mentón), claro, me ocupa, me preocupa. Me angustia y lo experimento, como todo ser humano debe experimentarlo, con resultados diferentes, me impresiona, cuando digo “faltan diez años tal vez”, me sorprende enormemente el tiempo, enormemente la capacidad de olvido que tenemos. Me sorprende más el olvidar que el recordar. Me sorprende más esta cosa que de golpe…nos morimos, es brutal la vida en ese sentido, es muy fuerte, claro, como te preocupa a vos. No me preocupa la vejez, en el sentido de ir envejeciendo, que se me caiga la cara, que se me vea más viejo, no. En ese sentido tengo a veces diferencias, que en nuestro medio existen, y para mí un actor no debe ocultar el tiempo.
Sucede que los artistas son transmisores muy creíbles de los sentimientos.
Julio Chávez: En ese sentido somos comunicadores de sentimientos y me gusta comunicar a mí que pasa el tiempo, que no está mal. Porque me parece lastimoso comunicar que mantenerse joven es un atributo. El atributo es vivir, en todo caso. Ahí no me preocupa la caída del pelo, las situaciones físicas, lo veo, además lo entiendo y me da pudor, pero al mismo tiempo esto me gusta como experiencia, lo del no ocultamiento. Porque también me parece que un comunica al espectador algo que opina sobre la vejez y me parece ofensivo comunicarle a alguien grande que yo estoy salvado porque no parezco grande. Yo no quiero estar “salvado”, porque quiero ser actor y no quiero salvarme de nada, por el contrario, quiero meterme en todo. A veces esa preocupación impide que haga la experiencia y esa experiencia necesaria para el espectador entiende que le estoy hablando a él de algo que nos pasa. También nos pasa que no queremos envejecer, pero envejecemos.
¿Qué descubriste actuando cada noche con Suar en teatro?
Julio Chávez: Muchas cosas. Es un extraordinario compañero de trabajo, es cándido y es joven, en el buen sentido que entiendo yo, está ocupado y preocupado, pone en la parrilla lo que tiene como actor, es interesado en el problema, conoce sus límites, tiene humor en relación a sus límites y al mismo tiempo si le apretás la clavija, se ajusta. Yo he tenido y tengo un encuentro muy grato, además agradezco a la experiencia porque soy un ideólogo de no estigmatizar ningún espacio, ni para bien ni para mal. Me gusta la provocación de decir “¿por qué no?”, “por qué no?”, eso me gusta.
Sos alguien de tomarte tu tarea profesional con mucha pasión.
Julio Chávez: No lo sé, eso vamos a verlo con el tiempo, todavía me quedan unos años y varios juicios de por medio. No me encuentro que en lo social establezco con los otros un vínculo que para mí sea atractivo, tengo un grupo de amistades, pero ellos comprenden perfectamente también que puedo desaparecer. Yo tengo un espacio muy hermoso con el otro, que es el espacio de todas las ficciones que construimos. En cuanto a las ficciones sociales, que para mí son ficciones, también construidas, que no por ser construidas son menos verdad, son las ficciones menos interesantes, son las más cortitas, no le puedo dar diez horas de mi vida a la ficción de un vínculo, cagamos ¿no? ...un psicólogo por acá…(risas).
En tantos años de profesión rompiste muchos prejuicios, algunos decían o sostienen aún que la tv es un género menor. ¿Cómo lo analizas?
Julio Chávez: No hay ninguno en sí mismo que para mí sea menor o mayor, es la mirada de uno y solo ella la que lo hace menor o mayor, como decía Chejov “agarrás un cenicero” Pepe hace un cuento menor y Chejov un cuento mayor, entonces la culpa la tiene el cenicero?, no…es la mirada de Pepe o la de Chejov, uno de los temas que me asiste y me importa mucho es que el espacio de la tira no tiene porque anticipar una expresión determinada, si nosotros los actores estamos volviendo a repetir un fenómeno en la tira, la culpa no es de la tira.