¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónConvertido en uno de los destacados referentes de la actuación que sobre finales del siglo pasado, viajó de urgencia en España para sobrevivir a la última dictadura militar, exilio que lo marcó a fuego. Luego de recuperada la democracia, su presencia en el país creció en paralelo a sus trabajos artísticos, pero las huellas de lo ocurrido son imborrables en su alma y corazón. Buscando rememorar su obra y también ciertas vivencias dolorosas hasta el extremo, Héctor Alterio inició en las últimas semanas su “farewell tour”, como dicen en Broadway, o sea una gira realizada con el fin de despedirse del público que estuvo acompañándolo en sus siete décadas de exitosa carrera. El reconocido y querido intérprete estrenó hace pocos semanas el espectáculo "A Buenos Aires" en el remodelado teatro Astros, un breve show donde conjuga poesía, anécdotas y tangos moderados por su particular sentir, evento que en apenas sesenta minutos permite corrobar el íntimo lazo de sensibilidad emocional que lo mancomuna con todas las generaciones que disfrutaron sus distintos trabajos, muchos realizados en Argentina y otros en contexto iberoamericano.
Luego de un par de temporadas en España madurando el proyecto que lo encontraría allí sobre los distintos escenarios dando las hurras fiel a su forma de ser, el famoso intérprete de “Caballos Salvajes” lejos de armar un previsible show recordatorio donde se pudiesen disfrutar imágenes de sus películas, sumado a recuerdos de su carrera, apostó a duplicar la apuesta de su adiós armando un sincronizado repaso por la poesía de grandes referentes a los que sumó tangos y un toque de humor fríamente calculado. A los 93 años, el notable artista tomó la determinación de cerrar de manera apropiada, prolija e integral su extensa y exitosa carrera en las distintas ramas del espectáculo, intensa performance en una hora sobre escena que cuenta con la dirección de su esposa, la psicoanalista Ángela Bacaicoa, show producido por Andrea Stivel y Cipe Fridman que agota localidades todos los días.
El show en el Teatro Astros comienza con una muy prolongada secuencia instrumental desarrollada por el tecladista Juan Esteban Cuacci, usando un controlador digital que va ubicado en la carcaza de un falso piano de cola. Sorpresivamente la duración del tramo creado para provocar toda clase de expectativas, emociones y respuestas emocionales se distorsiona cuando el ejecutante de las teclas prolonga innecesariamente el tiempo que le corresponde para crear el clima de apertura, con un instrumento mal colocado sobre ese proscenio que halla al tecladista de espalda a la audiencia. Por suerte en un momento la fallida demostración de digitación acelerada y chiches de pulsación en el aparato termina, segundos donde la figura del anfitrión ingresa despertando una infrecuente respuesta del público que inmediatamente se pone de pie para aplaudirlo y ovacionarlo sin titubeos.
Carga en sus hombros con 93 años intensamente vividos, pero parece un adolescente muy cauteloso y tímido cuando se apropia respetuosamente del escenario evocando una gama de autores que le es común a su sentir en el agitado cruce de milenios. En sus palabras se percibe mucha inocencia pero también el guiño cómplice al espectador, confirmando que la presentación en ese reformulado proscenio del teatro Astros involucrará sumergirse en esos 60 minutos en un particular “juego de la verdad y la mentira”. Sin miramientos pone de manifiesto su capacidad de emocionar con sus evocaciones, retrotrayéndose herido al año 1974, momento donde debió abandonar de urgencia Argentina, ante las constantes y terribles amenazas de la dictadura militar por su posición política y social. Allí suena en el teclado de su acompañante “El último organito”, creando una atmósfera ceremonial a esa hora de la noche, donde no vuela ni una mosca interrumpiendo esa actuación.
Con la simple ayuda de un par de atriles y algunos apuntes, desarrolla un sensual viaje a los recuerdos más vívidos, porque como decía Eladia Blázquez en sus shows “siempre se vuelve a Buenos Aires”. Héctor encara ese propósito de volver a esta urbe, coincidiendo con Jorge Luis Borges al describirla como un “paraíso perdido”, sobrevolando muchas de sus inolvidables vivencias con la ayuda de referentes culturales como León Felipe, Cátulo Castillo, Astor Piazzolla, Horacio Ferrer, Hamlet Lima Quintana y la misma Blázquez, un cúmulo de textos que arman un microclima en esa sala subterránea ubicada en el corazón de la avenida Corrientes. La decisión de Alterio de bucear con detenimiento en muchos de los textos de León Felipe no es casual, puesto que el poeta republicano debió exiliarse de España en 1938 rumbo a México, donde generó una gama de particulares evocaciones.
En ese vuelo planeando sobre la obra de Felipe, sobresale “Escuela”, material donde las palabras son más que elocuentes. “He vivido largos años, y he llegado a la vejez con un saco inmenso, lleno de recuerdos, de aventuras, de incontables cicatrices”, señala Héctor Alterio provocando la primera de una larga cadena de ovaciones que lo cubrirá dentro de esa plataforma porteña de actuación. El actor prefiere no recordar los años ‘70s teñido de bronca o resentimiento, señalando al respecto que en un momento estuvo ubicado en una aeroestación comercial de España y los “vuelos a la Argentina desaparecieron” casi como por arte de magia, ante el dolor provocado por el exilio y los sinsabores de un país que a fines de esa pesada década acusaba el impacto de dicho autoritarismo militar. La picardía con la que maneja los autores seleccionados para responder a esas heridas, suena querible y convincente.
Por eso no sorprende que en el escenario surjan famosas piezas como “Al mundo le falta un tornillo”, de Enrique Cadícamo, la “Teoría de los buenos deseos”, de Hamlet Lima Quintana y “Mi viejo Piazzolla”, de Horacio Ferrer. Alterio se ubica cerca del teclado y con la mirada dirigida al público confiesa que llegó ese momento donde, obligado por las circunstancias, debió emprender el traslado a otra patria. “Que me voy y no me quiero ir” dice desgarrado, mientras las palabras orbitan muy cerca del mítico contexto tanguero de “Volver”. Sobre el final de esa sintética actuación, el prestigioso artista que popularizó en el cine aquella memorable frase de “la puta que vale la pena estar vivo”, se introduce con delicadeza y sentimiento en “La manchega”, permitiendo que su recitado de “María Marí” se convierta en una misa actoral de enorme vuelo interpretativo.
En compañía de sus pares, Alterio fue distinguido en un emocionante encuentro que se llevó a cabo en la cúpula del Centro Cultural Kirchner. Se repasó la trayectoria del actor, que incluye más de 150 películas y 50 obras de teatro, y se recordaron momentos clave de su vida. pic.twitter.com/vUZjpDEpJv
— Asociación Argentina de Actores (@actoresprensa) April 12, 2023
“A Buenos Aires” por Héctor Alterio
Escrito y dirigido por Angela Bacaicoa
Funciones: viernes, sábados y domingos a las 20.30. Teatro Astros. Corrientes 746. CABA
Imágenes: Agencia SMW 2023 / Télam
Fecha de Publicación: 27/04/2023
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