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Gaviota. Las olas que no se detienen

Original adaptación del clásico de Antón Chéjov dirigida por Guillermo Cacace, los lunes a metros de Parque Lezama. A media luz y en la mesa del teatro que vuelve a ser comunión y atemporal.

Cada vez menos frecuente en la cartelera teatral porteña, afecto a los efectos especiales mediáticos, lingüísticos o tecnológicos, que el teatro vuelva al ritual. A construir la pequeña tribu que escuchaba relatos y dar ese grito que viene del abismo de cada ser humano. “Gaviota” de Chéjov, en su apuesta intimista y fraterna dirigida por Guillermo Cacace, es una notable singularidad por diversos motivos artísticos y extra artísticos. Obra de cierta forma hija de la pandemia, es simultánea, obra hija de ritmos ancestrales. Bajar nocturnos en Apacheta Sala Estudio al tiempo suspendido, en el San Telmo herido de modernidad transformadora, y salir resonando en voz humana. En el teatro de “Gaviota”, sin artículo genérico ni urgencias enredadas, no se puede mentir.  

Regresan en esta versión de Juan Ignacio Fernández, adaptando la célebre pieza del dramaturgo ruso, esas mujeres terribles y vulnerables, que solamente podría escribir Chéjov, y que luego Tennessee Williams transportaría de siglo pero no de veneno y resiliencia. Rehabilitando esta impronta estética la puesta escoge lúcidamente un elenco enteramente femenino, Paula Fernández Mbarak (Irina), Pilar Boyle (Konstantín), Marcela Guerty (Boris), Clarisa Korovsky (Mascha), Romina Padoan (Nina). Y, a diferencia de las versiones convencionales de este cuento de desesperación y frustración, hace de Mascha el engranaje fundamental para entender la dinámica familiar y social podrida como el viejo tablado, a las orillas del lago de olas a temer. Su sometimiento estructural y sus incapacidades emotivas, en una notable interpretación de Korovsky, cobran una fuerza trágica que redirige la lectura tradicional chejoviana de la caída de una clase, o las batallas perdidas de las disidencias, hacia un terreno desconocido donde nadie “recuerda su nombre ni sabe por qué vive en este mundo”.

 

 

“Miraos bien y fijaos"

Fundamental en la descolocación del espectador resulta el montaje sin decorados ni vestuarios. En lo que podría parecer una simplificación de las teorías del autor de “El jardín de los cerezos”, aquella de derribar la cuarta pared y el subtexto, donde más importa la interacción que el argumento, Cacace y compañía bajan la acción a nivel del pecho de la platea. Alrededor de una mesa, con una iluminación que significa otro personaje más, los personajes lanzan filosos parlamentos, y amplían el campo de batalla a los espectadores. De silla a silla las miradas completan, como pocas veces en otras versiones, las hilachas que sirven a un teatro-instrumento, en la manos del director del clásico contemporáneo “Mi hijo solo camina más lento” -los domingos al mediodía en Timbre 4, en Boedo-. Sin mentiras, sin artificios, de alguna manera brechtiana la teatralidad de Cacace, pero a la vez, vuelto a los misterios y arcanos, a las verdades y las últimas consecuencias. Dejando sin macchietta a sus personajes/actores inmersos en la -¡necesaria hoy en día!- incomodidad de la platea, tan perdidos ellos y nosotros en las reglas de la sociedad bienpensante de su época, de cualquier época.

La historia narra que cuando Chéjov estrenó esta tragedia en 1896, un verdadero drama shakespeareano, fue un tremendo desastre. No estaban las cerezos maduros. Fue la mano de Stanislavski que luego ayudó a demoler, butaca por butaca, la inicial resistencia representando “La gaviota” en los brillos de Moscú y canonizando este clásico del teatro universal. Cacace y elenco bifurcan la medialuz del tablado original soñado por Chéjov, y el espíritu del vino, para llevarnos por los senderos que imponen luto de por vida, de la mano de Mascha. “Miraos bien y fijaos en la vida inútil y triste que lleváis”, podría haber dicho Mascha en la mesa de la sala porteña, dijo Chéjov, queda en la atmósfera de Buenos Aires en 2023, en la bruma de Parque Lezama.

+ Info

“Gaviota” de Antón Chéjov

Adaptación de Juan Ignacio Fernández/ Dirección de Guillermo Cacace.

Actúan: Paula Fernandez Mbarak, Pilar Boyle, Marcela Guerty, Clarisa Korovsky, Romina Padoan.

Apacheta Sala Estudio - Dr. Enrique Finochietto 483 - CABA.

Entradas al 11-3014-2997

Rating: 5.00/5.