¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónArdía la carpa de los Podestá en 1906. Mientras todos corrían con baldes y trapos, en uno de los gajes de los picaderos que dieron cuna al teatro argentino, Ernesta y José escapaban con su beba en brazos. La beba era Eva Franco. Se había salvado milagrosamente del humo, que no había invadido el carromato con su cuna. Una vez a salvo, el maestro Pepe Podestá dijo a su padre: “Tu hija ha sido bendecida por el fuego sagrado del teatro”. “Me resultaba imposible pensar mi vida al margen de los escenarios”, comentaba la actriz de un longeva trayectoria en teatro, cine y televisión. Desde 1917 a 1994 ganó varios premios en virtud de una calidad interpretativa que la hizo favorita de Federico García Lorca, “tu también tienes ángel”, le decía, a los directores de peso en cine como Oscar Barney Finn y José Martínez Suárez. Como acotaría la crítica Hilda Cabrera, “una trayectoria de vitalidad que Eva, de aspecto menudo y calibrada voz, seguía renovando con poesías y textos de clásicos españoles recitados en algún escenario de Mar del Plata o de Buenos Aires. La suya fue una vida en continuo cantábile” Las altas notas de la Alta Comedia Nacional.
Era un talento a considerar Eva desde pequeña edad. Nacida el 29 de junio de 1906 en Buenos Aires, desde niña aprendió a vocalizar, preparándose para diferentes repertorios, sainetes, zarzuelas. “Géneros chicos, sí, pero un momento, que el viejo sainete porteño fue el mejor maestro que tuvimos entonces los intérpretes criollos”, repetía en la memorias editadas en 1998 de la escuela que formó camadas fundadoras de artistas. Debutó a los cinco años en una pieza de Carlos Mauricio Pacheco, y siendo muy chica actuó en la compañía de Vittone-Pomar y la de su padre, Arata-Simari-Franco. En la compañía del padre actuaría y aprendería con Angelina Pagano, la trágica de los diez, y Florencio Parravicini, el primer capocómico. “La historia del año” (1920) de Romero y Bayón Herrera, en donde reemplaza a la primera actriz Lea Conti en el flamante Teatro Nacional, marcaría el ascenso definitivo a la consideración pública de “cuando se ensayaba a las dos de la tarde, y se realizaban cuatro funciones desde las 16” A veces ensayaba 32 obras en dos meses, lo que hizo que según la actriz, haya interpretado casi mil personajes.
“No es una cosa seria” de Pirandello, “La dama boba” de Lope de Vega, dirigida por el ángel de García Lorca; “Nuestro pueblo” de Wilder; “Espíritu travieso” de Noel Coward; “Yerma” con María Casares y Alfredo Alcón, dirigida por Margarita Xirgú; “Divinas palabras” de Valle Inclán, por Jorge Lavelli y “Doña Rosita la soltera” por Cecilio Madanes, algunos de los títulos más recordados a lo largo de varias décadas. Cubrió Franco también en extenso el reportorio nacional. Samuel Eichelbaum le dedicó “Pájaro de barro” (“A Eva”, se lee en el libro, cuenta Cabrera en el diario Página/12), y no fue ésta la única obra ni el único autor argentino que le entregó obras para que las estrenara. Esta pieza subió a escena el 3 de julio de 1940 en el Astral por la Compañía Argentina de Comedias Eva Franco -desde 1929 tenía su propia compañía-, y la dirigió el mismo Eichelbaum, autor de “Un guapo del 900”. La obra se repuso en 1969, dirigida por Armando Discépolo, y también con Eva, pero ya en el rol de señora, lejos de la chinita Felipa del ’40. Obtiene el Premio Municipal a la mejor actriz dramática en 1936 actuando en el Teatro Nacional de Comedias, dirigido por el maestro Antonio Cunill Cabanellas. También Alejandro Casona requirió su talento en las puestas iniciales de “Los árboles mueren de pie”, que Eva reestrenó en 1987 obteniendo el Premio Moliere, con temporadas en Buenos Aires, Lima y Mar del Plata. La Feliz la tuvo de dilecta vecina a partir de los setenta y animó varias temporadas estivales con teatro de calidad.
Trabajó en cine, pionera en la película muda de 1916, inhallable, “La cieguita de la avenida Alvear”, aunque desarrolló una esporádica presencia, obteniendo el Premio a la mejor actriz otorgado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina en 1981 por su actuación en la película “Misteriosa Buenos Aires”. Del mismo director, Barney Finn, se destaca su papel en “Contar hasta diez” (1985) y, entre las mejores intervenciones de Franco en sus veintidós películas, “Medio millón por una mujer” (1940) de Francisco Mugica y “La nona” (1979) de Héctor Olivera. Mientras que la televisión también la contó entre las precursoras e interpretó el primer libreto de Nené Cascallar, “Privado y confidencial”, grabado en el Palais de Glace en los cincuenta. Se destacó la actriz en los ciclos "El duende del teatro", “Qué le importa a Buenos Aires”, “Navidad del Año 2000”, “El coleccionista” -otra vez dirigida por Barney Finn- y "Entre los tuyos y los míos". Pero la gran pasión de Eva era el teatro.
Rodolfo Graciano en 1982 le dio la oportunidad de regresar a la actividad de primera figura con la obra “Las de Barranco”, de Gregorio de Laferrère, en el Teatro Cervantes, y ocupando el camarín que merecidamente llevaba su nombre. La crítica de ese año señaló a Franco, de 75 años, como la mejor actriz de la temporada. En 1994 interpretando a Martiniana de “Barranca abajo” de Florencio Sánchez, casi con 90, demostró lo perdurable de su talento. Ese mismo año se despide en Mar del Plata, su querido refugio lejos al ruido, Eva que supo ser amiga de Carlos Gardel y Eva Perón, pretendida por Alfredo Palacios, en una aplaudida temporada en el Teatro Carreras. Allí fallecería “La Dama de la Escena Nacional" el 28 de marzo de 1999. Franco fue una activa sostenedora de la Casa de la Empleada Doméstica y la Casa del Teatro. Un actriz que en los mejores momentos pudo “comprarse dos 0 kilómetros por mes” y que nunca dejó de tener los pies sobre la tierra.
“Yo siempre preferí el teatro. Es cierto que hice cine, y fui actriz pionera en la producción nacional…trabajé de figura infantil en “Reseca” de Alberto Weisbach en 1916…y seguí en el cine, de vez en cuando, pero siempre me pareció una experiencia frustrante para un actor. El cine es pura cámara: el que maneja todas las situaciones es el director. El teatro es otra cosa. Hay intuición, inspiración, hay comunicación directa con la pieza y con el público. Por supuesto que admirábamos a los buenos actores de Hollywood y del cine europeo, pero no los envidiábamos. Pertenecemos a otro mundo” a Sergio Pujol en “Valentino en Buenos Aires. Los años veinte y el espectáculo” Buenos Aires: emecé. 1994
“Mi padre me había advertido: "Nadie en el teatro argentino despliega la riqueza de tonos, de matices, de Eva Franco". Tenía razón. No sólo me entretuvo la previsible historia de la estanciera víctima de unos sinvergüenzas y rescatada por la devoción silenciosa de un capataz enamorado, sino que comprobé la verdad del aserto paterno. La actriz manejaba su voz con la flexibilidad de un instrumento musical, le arrancaba los acentos justos y, sin poder precisarlo todavía, a mi temprana edad, percibí también un exacto manejo del tiempo, de los tiempos, otro don musical” Ernesto Schoo en Lanacion.com.ar.
Agradecimiento: Grandes de la Escena Nacional
Imágenes: Grandes de la Escena Nacional
Fecha de Publicación: 05/03/2022
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