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El Rock Argentino ceba su mate en el Paraná

Se presentó en Buenos Aires el Museo que recorre la rica historia rockera santafesina de sesenta años. Rosario, cuna del rock en castellano en Iberoamérica.

Montevideo, Buenos Aires y Rosario se disputan la invención del rock en castellano para el mundo hispanoparlante. Tres ciudades de los confines australes pusieron letras castizas a las olas eléctricas que vendrían después del DF México a Madrid, de Santiago de Chile a San Juan de Puerto Rico. Y a la par de la mitológica cueva de la avenida Pueyrredón porteña, con Moris pasando del sótano beat al rock lunfardo, y la avenida 18 de Julio montevideana, rompiendo todo al tono beatle de los Shakers, Rosario con los Wild Cats, los futuros Gatos Salvajes de Lito Nebbia, impondría el idioma de Cervantes en los póster y gargantas de los jóvenes. Parte de ese linaje dorado mecido en el Río Paraná aparece en los baúles/ vitrinas del Museo del Rock itinerante, que se presentó en la Casa de Santa Fe en Buenos Aires. Abierto al público desde la Noche de las Casas de las Provincias porteña, establecida el 2 de diciembre del corriente, construye una narrativa que tiene como eje los comienzos del rock en los sesenta en la provincia, específicamente en Rosario, anclando en el tiempo presente a sus artistas y trabajadoras y trabajadores de la cultura.

“Tengo una vida paralela a mi actividad como artista. Hice hasta quinto año de arquitectura en la Siberia, en Rosario, y me quedó la pasión por la proyección y las estructuras”, comenta Juan Carlos Baglietto, uno de los gestores del proyecto del Museo del Rock junto al ministro santafesino Jorge Llonch y el diputado nacional Roberto Mirabella, a partir de una idea de Fernando Piedrabuena. El músico cuenta en su haber participar en el diseño del museo de Boca, de River, de la Conmenbol, el del Deporte de Rosario y el Vino en Cafayate, entre otros.

Con esa probada experiencia encaró en equipo la curaduría original con vitrinas a la manera de los Fly Cases, forradas en chifón similar al utilizado en los estuches musicales, y que transportan a los espectadores en la vida rodante de los músicos. Y contienen instrumentos, imágenes y objetos icónicos, varios que son leyenda. “Esto no pretende abarcar los más de 50 años que tiene el rock en castellano en Argentina, nos circunscribimos a Rosario y alrededores de Santa Fe. Sin embargo no puedo obviar que es la cuna de Lito Nebbia, de los primeros en cantar en castellano, y que no solamente marcó un rumbo a los rosarinos, sino a todos los argentinos. y gran parte de los países de habla hispana”, refuerza Baglietto, mientras observa el afiche original de los sesenta que anuncia el lanzamiento de la banda de Nebbia, Los Gatos. Ayer nomás.

Fue amor

Una cuestión encomiable de la curaduría, que tendrá en diciembre otra parada en Rosario y girará por el interior de Santa Fe y otras provincias en 2023, es la amplitud. Porque no solamente se encuentran las guitarras fileteadas de León Gieco, los teclados de Fito Páez, los afiches de Cielo Razzo o la campera de cuero de Vilma Palma e Vampiros sino que se surge memorabilia de conjuntos poco conocidos fuera de Santa Fe como Pablo El Enterrador, una de las bandas de Rubén Goldín, Certamente Roma, la versión rockera de un poco conocido Pablo Granados, en compañía de Flor Crocci, antes del pum para arriba de Marcelo Tinelli, y otras de gran actualidad, como los Farolitos. “Es que algunos tuvimos la suerte de transcender pero hubo varios que hicieron un aporte a la cultura tanto o más importante que el nuestro”, asevera Baglietto, una de las estrellas de la Trova Rosarina de los ochenta, y suma, “y nos falta mucha gente del interior de Santa Fe. Falta Virgen, falta Fata Morgana de Santa Fe capital, por eso decimos que es una muestra que se irá alimentado a medida que ruede”, adelanta el músico, que se conmueve mirando las imágenes que remitían “a asados y caminatas nocturnas”. “Esto no es un museo por encargo. Esto es un museo desde el puro amor gestado en el seno de la cultura popular de Santa Fe”, remata el autor del fundamental disco “Tiempos difíciles” (1982), y aclara que las piezas expuestas han sido cedidas gentilmente por los mismos artistas, a los efectos de compartirlas con el país.  

Es Santa Fe mi pasión y mi arrabal

“Me veo ahí. Eso me pasa con la exposición. Y me dan ganas de grabar. No siento nostalgia. Porque vos mirás y ves que esa gente sigue grabando y tocando”, refuerza Goldín frente a los baúles que vuelan para él en las tardes compartidas con Fito Páez.Una vez me dijo el Chango Farías Gómez que a la tradición hay que sacudirla para renovarla. Eso es para mí este Museo del Rock de Santa Fe”, exclama Goldín, el compositor e intérprete que emocionaba con su voz a Luis Alberto Spinetta.  “¡Che, si no van a Buenos Aires nunca la van a pegar!/ Es Rosario mi pasión y mi arrabal/…Es belleza y es lo único que juega”, cantan con orgullo rosarino y santafesino los Farolitos. Rosario siempre estuvo.