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Batato Barea. El Amor sobre todo

El primer clown travesti literario, el único, que surcó Buenos Aires como una estrella a lo Gardel, dejando una estela de poesías y cosméticos. Con amor, a veces, con furia, otras, marcó los ochenta.

Espectáculos
Batato Barea

Quiso hacer todo en treinta años y no había manera de detener un cometa multicolor. Walter, Billy Boedo, Sandra Opaco, en fin Batato Barea, pocos días antes de morir, insiste a conocer a una de sus musas en Montevideo, la poeta Marosa Di Giorgio. Representará por última vez  “La Carancha”, de los clásicos contemporáneos del teatro argentino, escrito por Alejandro Urdapilleta; en compañía del mismo Urda y Humberto Tortonese, las yeguas del apocalipsis que despedazaron y reconvirtieron el durito teatro argentino a fuerza de numeritos de varieté y purpurina, clown y poemas de barricadas y baños. Batato estaba allí en un esfuerzo supremo, alucinado y débil, en un acto de amor supremo a la autora de estas líneas, “con esos ojos brillantes, misteriosos, brillantes, que sólo tienen los de su edad, nos dijo con la mirada: No me olviden. Tráiganme, de nuevo, acá”. Unos días después partiría Batato, no de gira eterna y lejana, sino presente en cada sala de engrudo, underground para él,  ése teatro que requiere amor y fantasía pegoteadas  con la tristeza del payaso y un cachito de la melancolía tanguera. “Oh, Tú el más hermoso en la noche de los que se han ido, haz que no muera sin volver a verte”, en los versos de la adorada Alejandra Pizarnik. Batato, nos verás volver en Amor, cirujeando y reciclando la cultura nacional.

TORTONESE y BATATO BAREA

Mamá Nené tenía trazado para Walter, el menor, la senda religiosa, adecuada le parecía a su carácter reservado y un pasión bibliográfica voraz. Lo inscribe en un colegio marista secundario al menor, pero que parecía el mayor según el hermano Ariel, y el inquieto niño nacido en Junín el 30 de abril de 1961, que creció entre los brillos del único salón de fiestas de San Miguel y el mercado del severo papá Hugo, torció el rumbo precozmente. Antes de los 18 años Walter mudó a la capital argentina, el imperio del deseo era convertirse en actor, y vive como puede de camarero, taxi boy, cadete, vendedor de salames y masajista “No mamá, no es eso lo que uno necesita, es otra cosa. Algo que a veces no entendés vos mismo. Sueño con ser artista pero papá no quiere, por eso te digo que es algo difícil ¿No me estás oyendo?” Así hasta los quince. Se escapó a Brasil. Era un aventurero. "Yo le decía al padre que lo deje que vaya y venga, que haga y deshaga”, recordaba Nené en el fundamental “Te lo juro por Batato” (Libros del Rojas) de Fernando Noy.

“Sueño con ser artista”

Comienza a estudiar teatro, participa en piezas menores, y suceden dos hechos que trastornarían sus días: el extenso servicio militar en 1980/81, “una experiencia desagradable”, entre los convocados luego de reserva en la Guerra de Malvinas; y el suicidio del hermano Ariel, en la casa familiar “Batato llevó al escenario el travestismo del hermano” repetiría Nené, María Elvira Amichetti. Pepito Cibrián da una oportunidad en “Calígula” (1983), al año siguiente serían Antonio Gasalla y Enrique Pinti que lo convocan en “Terapia Intensiva”, y adquiere un nombre filmando publicidades, entre otras marcas, Phillips, Bagley, turrón Namur y Pampero Infantil. Otro quiebre de aquellos años fue estudiar clown con Cristina Moreira, quien resultaría determinante  en la concepción teatral del artista; que demuele y reconstruye la tradición argentina con elementos payasescos y performáticos, en la banquina del kitsch –aunque jamás cínico, amaba demasiado a Berta Singerman, Azucena Maizini y Niní Marshall. “Batato ligaba los típicos roles acorde a su figura: ciclista, cartero, botones, bañista. Todo con el look de antihéroe. En los programas se llamaba Billy Boedo y decía ser hijo de una ardilla Mary Pickford y una réplica de Danny Kaye…era el feo sexy, o si la situación lo marcaba, el lindo inteligente”, remarcaba Divina Gloria, su compañera en Los Peinados Yoli, que revolucionaría contaminando las puestas con la danza, teatro, mimo y números musicales ligados al rock; todo organizado a partir de una estructura de varieté que Batato continuaría, exploraría, expandiría, a partir de 1984. Batato, en homenaje a la Reina Batata de María Elena Walsh, es como empieza a llamarse cuando conforma otro colectivo disruptivo, El Clú del Claun de Moreira, que desde un flamante Centro Cultural Rector Ricardo Rojas  inventa un clown posmoderno. Debutan con “Arturo” (1985) bajo las órdenes de Hernán Gené en el espacio de la Universidad de Buenos Aires, cuya sala principal hoy lleva su nombre en la avenida Corrientes.

Los ochenta son de Batato

También a mediados de la década participa de la inauguración de Cemento, plataforma cultural de la década, y del Parakultural, que se transforman en los laboratorios para que presente los “numeritos”, pequeñas escenas que podían retorcer y hacer brillar versos de Néstor Perlongher o Gustavo Adolfo Bécquer; Batato, quizá el mejor recitador junto a Alfredo Alcón o Singerman del pasado siglo. Barea empieza a llamar la atención de los grandes medios, él mismo salía tardes enteras a recorrer redacciones y canales gacetillas en mano, con los zapatos ortopédicos de mujer de Dr. Scholl –no se animaba a entrar a una zapatería de damas- , y aparece en programas de Juan Carlos Mareco, Teté Coustarot y la medianoche de ATC –hoy Televisión Pública-; parece ésta última intervención con Urdapilleta que escandalizó al presidente Alfonsín.  Con Alejandro se conocen por intermedio del actor Juan Acosta y actúan juntos por primera vez en “El Alambrado”, en cuyo elenco estaba el recientemente fallecido periodista, artista y gestor cultural  Gumier Maier. Y los tres integran las murgas “El Pescado de San Telmo” o “Los Viciosos de Almagro”, causando rechazo en la comunidad travesti y gay por el carácter transgresor del trío. Ya por entonces vivía en el Abasto, el barrio de Carlos Gardel, en un modesto departamento de la calle Tucumán, y recogía de los basureros el vestuario que utilizaba en las maratónicas presentaciones.  

“Él era poesía personificada”, señalaba Urdapilleta, “Un artista que prevenía la catástrofe. Alguien que va de frente a una caravana y si ve un precipicio, vuelve lo anuncia…con Tortonese éramos un travelling eterno, cada uno con su libertad”. El actor Humberto Tortonese recreaba el primer encuentro del trío de artistas, que los uniría en una potencia creadora arrasadora, “Yo estaba con Urda en el Parakultural…y de pronto descubro a Batato en  una escena increíble y casi me desmayo de risa. Cierta gente trataba de entender lo que pasaba y no había que entender nada, tan solo disfrutar en vivo y en directo, casi encima…no era una lucha de Batato contra nadie en específico, su lucha era de él, por él y para él…ahora comprendo ese apuro casi exagerado de meterse en todas partes”, en un proceso ardiente que derivaría en las primeras puestas de “Los fabricantes de tortas” en el Rojas y “Las culinarias” en la disco Shampoo. En simultáneo con el Clú del Claun viaja por Latinoamérica y España, y Antonio Gasalla incluye a Batato en varios programas de ATC en 1988. Por aquella época nace otro personaje, algo tanguero, Sandra Opaco, “después de cada función corría a su casa a atender los llamados. Había que ganar plata de algún modo. Ponía avisos en el rubro acompañantes. Sandra era una vikinga del deseo, bárbara como un mongol, muerta de risa por el insólito destino que la había traído a Buenos Aires…Ser prostituta era según decía: unir lo útil con lo agradable”. Significaba la primera vez que el clown asumía la condición de travesti y presentaba “Batatola” Poco tiempo después decide inyectarse siliconas de máquinas industriales lo que agrava un pésimo estado de salud de fatiga crónica y tuberculosis, varias presentaciones nocturnas cargando un bolso gigantesco con la producción completa tampoco ayudaban, con la sombra del SIDA.

Batato

Con la influencia de Copi, literatura y humor gráfico, Batato crea las historietas de Araca, Cala y Jaca, en la estética fanzine, con textos de Alfonsina Storni – a quien homenajea en las tablas, “Alfonsina y el mal”-, Alberto Laiseca y Adelia Prado, entre tantos escritores; y que hace un tiempo fueron reeditados en formato libro.  Y encara una faceta de zafada entrevistadora pública, en el Parakultural, que deja atónitos de Charly García a Celeste Carballo. Intensifica el actor sus numeritos por doquier y las apariciones en los medios, ahora en la grabación de “Hazte fama” de Fito Páez. En 1991 estrenaría con Urdapilleta y Tortonose “La Carancha. Una dama sin límites” en el Rojas, que volaría la cabeza de una generación de teatristas, que seguramente luego de verlos imaginaron que  escribir y actuar con vuelo podía ser la misma cosa, “Pueblo Argentino: /Se acabó el tiempo de las mentiras./Por eso dispongo/a poner en el altar/a la única verdad:/la mentira/¡Viva la Mentira!/¡Viva la Mentira!/¡Viva la careta!/¡La sorna!/¡La impunidad!/¡Las sonrisas falsas/de dientes falsos!”, en un latigazo al menemato, y allende al milenio, como pocos. “Escándalos” sería la última pieza en el país, con su madre en el escenario, y tras la actuación en Uruguay, Batato Barea fallece en Buenos Aires el 6 de diciembre de 1991. Fin de una época.     

“Él, mordiendo un limón mientras se acomodaba la redecilla para el pelo o soplando talco de las páginas de un cuaderno cubierto de poemas”, en palabras del poeta Fernando Noy, amigo, compinche, confidente de Batato Barea, “Él, bailando una cumbia de la Bomba Tucumana como si fuera una pieza de Maurice Ravel.  Él, vociferando los nombres de los chacales de la dictadura y de la Iglesia escritos en un envase de pizza, pronunciando con furia la palabra asesinos…él, con su malla enteriza color fucsia girando igual a los derviches, imperturbable y éxtasis proyectado hacia nosotros. Él, participando de una homenaje a la gran Niní Marshall, recitando un poema de Urdapilleta “Sombra de conchas”  y provocando un escándalo en la platea, aunque la propia Niní aplaudiera muerta de risa…nuestra eterna estrella con luz tan propia, pero siempre ofrendada como un faro que aún sigue alumbrando nuestro impasible mar de cemento, noche y día, como siempre”

 

AgradecimientoGrandes de la Escena Nacional

Fuentes: Noy, F. Te lo juro por Batato. Buenos Aires: Libros del Rojas. 2006, y Peregrinaciones profanas. Buenos Aires: Sudamericana. 2018; Dubatti, J.  Batato Barea y el Nuevo Teatro. Buenos Aires: Atlántida. 1995.

Imágenes: Argentina.gob /  Grandes de la Escena Nacional

Fecha de Publicación: 05/01/2022

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