¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónComo todos los eventos culturales afectados desde marzo de 2020 por la llegada de la pandemia, un festival de cine es como los grandes conciertos. Se torna imprescindible el roce de los participantes y las reacciones que provoca cada evento, aspecto central que el DISPO mutiló con la sencillez de una ametralladora con silenciador que acalla voces con magistral celeridad. Los amantes del cine celebraron -es una forma de decir- la postura de no rendirse ante la adversidad de los organizadores del festival BAFICI, una muestra que el año pasado se suspendió como la mayoría de los eventos presenciales y que este año se llevó a cabo de manera mixta, pero la conclusión de la 22 realización del mismo es que el evento, pasará sin pena ni gloria como otras cosas ante la desgracia sanitaria del planeta.
Con las fronteras totalmente cerradas en el mundo, un evento sin visitantes para respaldar sus realizaciones en un contexto de salas brutalmente limitadas por el aforo de seguridad, el BAFICI en su edición número 22 se pareció curiosamente en la mayoría de sus escasas acciones presenciales, a una ralentada visita guiada por las ruinas de Chernóbil, donde la sobreactuación de algunos involucrados, deparó que ciertas situaciones se pareciesen más a una escena descartada de Alan Parker para el histórico film musical “The Wall”. Jugar a cara o cruz la suerte de un festival de películas, a una original idea de verlas gratis por la plataforma digital, es aumentar la dosis de riesgo y adrenalina de una ruleta rusa donde el cargador tiene más de una bala colocada en el tambor.
La plataforma digital “Vivamos Cultura” dejó expuesta la gama de limitaciones digitales y desatinos que un sistema tecnológico así puede provocar, más cuando algunos ingresan al mismo solo por curiosidad, bloqueando el acceso de los verdaderos interesados. Reservar un asiento o conseguir un acceso de streaming para una película, fue tan despiadado como enhebrar el delicado hilo en una vieja máquina de coser eléctrica, con el aparato enchufado y la aguja constantemente en movimiento. O sea, un monumental desastre a todas luces en donde esa supuesta democratización no termina ayudando a absolutamente a nadie. Pocos pudieron sumarse a este planteo digital, en medio de un sistema tecnológico donde todas las cosas colapsan en cuestión de segundos sin el menor reparo de sus responsables.
La competencia internacional y su equivalente argentina tuvieron cada una 36 películas, pero al sentir de los habituales críticos de cine que no dejan festival sin concretar una muy detallada autopsia artística de ellos, el nivel de calidad de ambas secciones dejó realmente mucho por desear, algo que los especialistas venían remarcando en las ediciones con tono presencial. Del costado local, la presentación del largometraje "El Bandido” dirigido por el cordobés Luciano Juncos que protagoniza el icónico intérprete Osvaldo Laport, cosechó la simpatía de los presentes más por ver al actor encarnando a un cantante de música popular de mediana edad que entra en crisis, que por el nivel de calidad de la realización.
El “Baficito”, un habitual segmento del festival dedicado a las infancias, congregó la cifra de asistentes autorizados por aforo para ver en el jardín del Museo Larreta el estreno de la película “El universo de Clarita", un material del cineasta neuquino Tomás Lipgot sobre la vida de una adolescente de 13 años en Rosario, pero obviamente la mayoría de los niños sucumbió con la oportuna recorrida de la filmografía de Manuel García Ferré. El fallecido
ilustrador argentino que marcó un antes y después en el cine de animación, con personajes como Anteojito y Antifaz, la Bruja Cachavacha o el carismático Hijitus junto a su inefable perrito “Pichichus”, provocó el previsible cuórum que una situación como esta ameritaba bajo estas circunstancias.
Las actividades paralelas al festival con algunos personajes del exterior que aceptaron por compromisos previos concretar charlas virtuales, como Penélope Spheeris, Zoë Bell y la animadora Joanna Quinn, carecieron del lógico orden y habitual estructura de moderación ante las desinteligencias digitales anteriormente anunciadas, situaciones donde la limitada plataforma “Vivamos Cultura” colapsó obviamente por la cifra de interesados. La película “No va más” del cineasta y guionista argentino Rafael Filippelli, fue la encargada en este marco de clausurar la muestra, una abúlica realización tan despareja que no siquiera tuvo respuesta en los medios especializados.
El BAFICI tuvo obviamente perceptibles vencedores en la 22 edición. Un cortometraje de 15 minutos llamado “Mi última aventura”", de 15 minutos y dirigida por Ezequiel Salinas y Ramiro Sonzini sobresalió en la mirada de los jueces, mientras el film “The Nose or the Conspiracy of Mavericks” del ruso Andrei Khzhanovsky se llevó el tradicional galardón a “mejor largometraje”. Sin embargo, dentro de la limitada estructura existente para medir el interés de los involucrados a un festival así, sobresalieron “Jesús Shows You the Way to the Highway" del español Manuel Llansó, y el film animación "The Old Man Movie", de los estonios Oskar Lehemaa y Mikk Mägi, dos trabajos muy extravagantes con tramas al borde del delirio en comedias muy particulares.
La película nacional que más llamó la atención fue el film del joven realizador argentino Rodrigo Caprotti, quien presentó su ópera prima titulada “Bahía Blanca", película que está basada en la novela de Martín Kohan, asomó como un extenso thriller deforme que no se olvida de la comedia negra en ninguno de sus momentos. La sobresaliente actuación de la actriz marplatense Elisa Carricajo, una de las grandes figuras de la actuación argentina en el ámbito off del mundo teatral, sin dudas fue uno de los puntales de esta realización en la que también participa el intérprete Guillermo Fenning.
La sección “Música”, una de las más tradicionales y celebradas del tradicional festival BAFICI, no fue la excepción al contexto pandémico y más allá de no recibir visitantes, la selección de materiales dejó muchísimo que desear y confirmó la baja de nivel que tiene esta batea fílmica en las últimas temporadas. De las quince películas escogidas en esta oportunidad, solo una justificó su inclusión en esta clase de selecciones temáticas, con el significado que una selección así obra como convocante central en este tipo de eventos para los amantes del mundo musical.
La película en cuestión es “The Rise Of The Synths”, un seductor film dirigido por Ivan Castells que muestra como narrador al legendario cineasta John Carpenter, autor entre tantos clásicos del séptimo arte de joyas como “Halloween”, solo por citar a primera agua uno de sus grandes y más icónicos trabajos globales. Este muy brillante y conmovedor largometraje, muestra la ubicación de ciertos artistas en la actualidad que se sintieron influenciados por los maestros de la música hecha con sintetizadores, máquinas de ritmos y viejas computadoras en los gloriosos ‘80s. Utilizando una réplica exacta del coche del film “Back to the future”(“Volver al futuro”), el protagonista del film viaja en el tiempo acompañado por la voz del legendario cineasta, quien compuso la mayoría de sus bandas de sonido sin contratar a músicos de aquel momento.
En esa histórica y especial evocación, aparecen los nombres de artistas como Jean Michel Jarré, Vangelis y Tangerine Dream, entre otros, sobresaliendo obviamente la descomunal figura de Giorgio Moroder, artífices inevitables de famosas estrellas de la música mundial como Donna Summer, por ejemplo. El recorrido de ese viaje muestra la influencia que ha tenido en los nuevos cultores del género, tal el caso de “80’s Stallone”, figura británica de importancia en Argentina por sus publicaciones en las últimas décadas. La curiosidad del material que pudo verse en el Centro Cultural San Martín en dos ocasiones, es la escueta aparición del dueto francés “Daft Punk”, formación que sorpresivamente se disolvió tras 27 años de fructífera carrera a nivel mundial.
La edición número 22 del prestigioso festival BAFICI dejó en esta oportunidad bastantes más sombras que luces, fundamentalmente por cuestiones ligadas a la pandemia, pero es de esperar que los organizadores busquen para la edición del 2022 un camino de estricto aprendizaje sobre lo ocurrido, pues probablemente en abril del año que viene la situación sanitaria aún no esté corregida de la manera que la mayoría aguarda en estas horas. Este esfuerzo de mantener el festival es encomiable, pero requiere de de actitudes bastante más profesionales que las desandadas, tomando en cuenta que la presentación de esta muestra, fue anunciada en una conferencia entre gallos y medianoches que evitó sumar a los medios especializados en la materia, simulando un anuncio que no fue tal. Luchando con los tiempos que corren, la “Edición Fantasma” del BAFICI 22 cumplió como era de esperar con los “protocolos” existentes, exponiendo al mismo tiempo una fragilidad de índole operativa, desconcertante e inexplicable para gente con tan destacados pergaminos desde lo profesional.
Fecha de Publicación: 31/03/2021
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