¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónAsí no te guste el fútbol no te pierdas esta nota. Te voy a contar sobre un hombre más que sobre un técnico.
Como técnico de fútbol Carlos Salvador Bilardo fue es y será uno de los más discutidos de la historia. Arrancamos que allá por 1984 dijo que el fútbol es un negocio. Todavía existían algunos líricos que no lo querían ver y muchos periodistas que eran parte de ese negocio en las sombras lo mataron. La revista “El Gráfico”, que en ese momento era un medio deportivo enorme, lo mató cada vez que pudo. Una movida comandada por Ernesto Cherquis Bialo e impulsada por alguien del poder; andá a saber quién. Desde “Tribuna caliente”, un programa de televisión con mucho rating, bastante ordinario y desprolijo; uno de los precursores de “los mediáticos”en la tele, solían llevarlo para que lo cuestionaran supuestos “hinchas comunes”. Veníamos del “fútbol total” de Menotti, Campeón en 1978 y desastre en 1982. Bilardo era la antípoda de Menotti. Especulaba, escondía, ventajeaba, se aprovechaba. Pero bueno: Campeón 1986 y Subcampeón (afanado) 1990. No era uno mejor que el otro. Eran distintos. Cuestión de gustos en cuanto a táctica y visión del fútbol. Los hicimos como hacemos con todo, antagonistas. Error. Como si uno no dejara espacio al otro. Para mí los dos tuvieron cosas muy buenas. Menotti era vistoso para ver. Bilardo era efectivo.
Bilardo era ganador. Había sido jugador en el Estudiantes de La Plata campeón local, de América e Intercontinetal. El típico ganador al que no le gustaba perder ni al Metegol. En el 86 el equipo llegó a México con la fama de que se volvía en primera rueda y Bilardo les dijo a los jugadores que si eso pasaba el avión a la Argentina no volvía.
Como técnico era un obsesivo del trabajo. Estudiaba al rival con una profundidad que nadie tuvo y no se si tendrá. Lo estudiaba en conjunto e individualmente. En lo táctico, técnico y psicológico.
Cuando en el 90 enfrentamos a Camerun, él había viajado solo a África y sin hablar una papa de inglés se había vuelto con videos de la liga local para conocer a los jugadores.
Bilardo se quería matar después de la final con Alemania en México porque nos habían hecho dos goles de cabeza. Cuando Diego hizo el segundo gol a los ingleses y todos los jugadores corrieron a abrazarlo, Carlos Salvador corrió a hacerlos volver rápido a la cancha para que no se desconcertaran. No fuera cosa que nos hicieran un gol sacando del medio...
Carlos Salvador negó toda su vida que el famoso “Bidón de Branco” hubiera existido, pero nadie le creyó. Su pasado lo condena. Quizá no lo mandó a hacer (seguro que no), pero creemos que puede haberlo hecho tranquilamente.
Bilardo hizo volver al micro a la concentración cuando iban a jugar en México porque alguien se había olvidado un shampoo. Y sacarle las tiras a los pantalones y las camisetas de Italia 90 (adidas) para que fueran iguales a los de México 86 (Le coq sportif). Así de cabulero era. Raro siendo un tipo tan analítico que nada dejaba al azar.
Volvía locos a indicaciones a los jugadores. Salvo en el entretiempo con Brasil en el 90 en que se quedó callado catorce de los quince minutos y al sonar el llamado de la chicharra solo dijo “Ah: si se la siguen dando a los de amarillo vamos a perder”.
Esto me lo contó un profe amigo, que trabajaba en la escuela de Bilardo: un día Carlos Salvador vio cómo un padre volvía loco a indicaciones a su hijo que entrenaba de marcador de punta. Loco. Entonces esperó a que terminara la práctica e invitó al papá a quedarse a jugar el picado entre profes y ex jugadores profesionales. Hasta ropa le consiguió. Lo puso de marcador de punta y delante de su hijo lo volvió recontra loco a indicaciones. Bilardo indicando nivel loco. Solo imaginalo. El papá no volvió nunca más.
Así de bruto que parecía (y era médico) porque era frontal y muy sencillo, era un hombre con una gran sabiduría deportiva. Siempre dijo que a los jugadores hay que exigirles ganar. Que ganar no es lo importante, sino lo único. Que nadie se acuerda del segundo hombre que pisó América. Que el segundo es el primer perdedor... Pero que a los chicos había que dejarlos divertirse tranquilos. Sin presiones. Sin gritos. Odiaba eso tan común de los padres al lado del alambrado gritándoles barbaridades a chicos en edad de formación.
Lo hacía por vivo: decía que si a un chico que tiene que aprender la técnica le exigís resultados no va a aprender la técnica. Y que una vez que la aprendió ahí se le deben exigir los resultados y lo demás no importa.
Pero también lo hacía porque era un tipo íntegro. Con valores. Noble. Derecho. No aceptaba regalos. Hasta se pagó su entrada para el centenario de Estudiantes en donde le hicieron un homenaje a... ¡él! Era un caballero que no insultaba delante de las mujeres. No mentía. No hablaba mal de nadie. Siempre será un ejemplo, sobre todo para los chicos a los que protegió.
Imágenes: Télam
Fecha de Publicación: 10/08/2023
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