Tras la eliminación de Boca con Santos por un global de 3 a 0 y la misma consecuencia de River ante Palmeiras por un global de 3 a 2, y luego de la imagen muy diferente que han demostrado los dos equipos, nos surge la pregunta de si debemos quedarnos con la eliminación o la actitud que ha dejado cada equipo. ¿Realmente importa como quedar eliminado? ¿Le cambia algo al hincha?
Principalmente hay que entender que en la ida de la Semifinal de River ante Palmeiras el equipo dirigido por Marcelo Gallardo había sufrido la goleada por 3 a 0 como local en la cancha de Independiente. En un partido realmente raro donde los millonarios cometieron errores que el equipo Brasileño capitalizó muy bien. Primero fue el mal cálculo del arquero Franco Armani que le dio la ventaja en el marcador al Palmeiras, luego, el mal marcaje del central paraguayo Rojas que le valió el segundo gol y, por último, una tonta expulsión de Jorge Carrascal. Estos errores en defensa dejaron un partido de vuelta muy difícil, pero conociendo al DT de River sabíamos que iba a dar la cara, que el equipo iba a responder. Y así fue. Desde el comienzo del encuentro fue un dominio aplastante por parte de los de Nuñez, que no paraban de atacar y cerrar espacios para no dejarle la contra a su rival. Fue tal la superioridad que se encontró en el entretiempo ganando 2 a 0 y a tiro para empatar la serie. Pero ocurrieron algunos fallos polémicos del Var: uno de ellos le impidió el 3er gol por un offside dudoso y, además, enfrió el encuentro en momentos decisivos donde River era un huracán que arrollaba cualquier camiseta verde que se imponía en su paso. Dejando a un lado esas polémicas jugadas, River dejó en cancha su esencia, su ADN que lo caracteriza desde la llegada del muñeco.
Muy distinta fue la Semifinal de Boca ante Santos, en la ida en la Bombonera empataron en cero, mostrando ambos un respeto mutuo. Los dos equipos se midieron constantemente, pero esa táctica terminó siendo muy favorable al equipo visitante que no recibió ningún gol. El conjunto de Miguel Ángel Russo estaba obteniendo buenos resultados, dejando a un lado un poco el juego que no era el mejor pero alcanzaba para llegar hasta tan lejos en La Copa Libertadores y así también en el campeonato local. En el partido de vuelta de este miércoles en terreno brasileño dejó mucho que desear y no sólo en la táctica de juego sino lo que es peor, en la actitud. Desde el inicio continuó con la misma postura de aquel partido de ida, pero el rival cambio la cara. Comenzó a molestar a Boca con jugadas colectivas y una presión alta que permitía recuperar y atacar rápidamente. Llegó el primer gol y no hubo respuestas, no había chispa, ningún revoltoso, ningún jugador que sobresalga y un DT sorprendido. En el segundo tiempo pensamos que Boca tomaría la iniciativa ya que debía convertir un gol para pasar a la Final, aunque fue todo lo contrario, el segundo gol de Santos llega a los 4 minutos del segundo tiempo. Una cachetada ante un equipo que no reaccionaba ni lo iba hacer en todo el partido. Finalmente sentenció el partido Lucas Braga.
Boca jugando muy mal no pudo pasar a la Final y River jugando bien tampoco. El resultado es el mismo, pero el proceso es completamente diferente. El agua y el aceite. Yo creo que el hincha de River no tiene cosas para reclamar en el partido de vuelta, los jugadores salieron a buscar desde el inicio la heroica, demostrando un fútbol de alto vuelo y una actitud pocas veces vista en el fútbol sudamericano. Estaba decidido a pasar por arriba al Palmeiras, por el orgullo, por la camiseta o por la gloria, pero con la frente muy alta. Seguramente a pesar de la tristeza por no lograr el objetivo, esto deja muy tranquilo a los hinchas y a su DT.
La pasividad con la que jugó Boca, uno de los equipos con más historia internacional, fue desoladora. Realmente nunca se vio una mínima reacción ni de los jugadores ni del técnico con sus cambios. Boca estaba completamente sedado. Adormecido de pies a cabeza, con los ojos bien abiertos pero no pudiendo ver realmente donde estaban parados. Parecían mareados hasta el punto de no saber que representaban una camiseta tan importante.
En conclusión y con mi humilde opinión el hincha de Boca, como así también la institución, seguramente estén devastados para el futuro que depara. Deberá reflexionar profundamente y generar un cambio en su plantilla. Un cambio de mentalidad, sin dudas. Porque es muy posible perder un partido en Semifinales de la Copa Libertadores y que no hayas jugado bien, lo que no se puede negociar es el porte y la presencia.
Escribir sobre deporte es mí clara fascinación, es una atracción que me divierte, y la respuesta rápida que encuentro es debido a su flujo de sentimientos a la hora de ver un partido. Enojo, por aquella pelota disputada que el árbitro no decidió cobrar. Desazón, porque la última pelota rozó la gloria eterna que se hubiese inmortalizado en un trofeo. Nervios, si sos del equipo rival que vio en un segundo en cámara lenta el fracaso y le volvió el alma al cuerpo cuando la pelota se fue. Creo que el sentimiento más genuino es la alegría de haber podido ver esa victoria o porque no, de pensar que el deporte siempre da revancha.