El uruguayo, que en octubre cumplirá 44, marcó su primer gol como entrenador-jugador que le dio a su equipo, Boston River, el empate ante Danubio por la fecha 13 del Torneo Apertura 2020 de la Liga de Uruguay. Este tanto significó marcar con 30 equipos diferentes, contando su selección.
En 1976 la República Oriental del Uruguay vio nacer a Sebastián Washington Abreu. Claro está que ese es su país, su primer nido aunque me cueste creerlo. Es que más allá de haber visto sus locuras con la selección uruguaya en mi opinión lo siento un poco argentino, me crie viendo sus goles de todas las formas posibles en San Lorenzo y más tarde en River. Sin embargo cualquier persona de Chile, Uruguay, Brasil o México puede juzgar lo mismo debido a sus reiteradas huellas en aquellos países. Muy corto le queda a este trotamundos una sola nacionalidad, ya que pasó por once países diferentes entre ellos ochos son latinoamericanos, a la lista anterior se le suma: Ecuador, Paraguay y El Salvador. Por lo tanto, si los uruguayos me permiten, paso a declarar al loco Abreu patrimonio latinoamericano.
Su vida futbolística es una locura al igual que su apodo. No es por la cantidad de goles, aunque tiene bastantes (436), si no que por sus grandes actuaciones. Es decir, fue un goleador con importantes conquistas a nivel nacional, algunos de sus títulos más importantes son: Torneo Clausura en dos ocasiones, una con San Lorenzo y otra con River y el Campeonato Uruguayo también en dos oportunidades pero ambas con Nacional. Si ajustamos el lente y nos acercamos detenidamente en su vida profesional hay muchas más historias para contar que sólo goles. La última de su catalogo ocurrió el pasado fin de semana en el campeonato uruguayo donde el DT Abreu puso de titular los 90 minutos al eterno jugador de 43 años, Abreu. El loco metió el gol del empate tras un cabezazo colocado que dejó sin respuesta al arquero. Suena muy extraño que una misma persona pueda representar al mismo tiempo las dos partes más importantes de un equipo. Aunque no es la primera vez que pasa en el fútbol mundial, Romario dirigió al Vasco da Gama de Brasil mientras que era jugador y Ryan Giggs conformó la plantilla durante 3 partidos entretanto así mismo tiempo ejercía el puesto de DT.
En el encuentro anterior ante Defensores Sporting decidió sacarse del campo de juego a los 71´minutos del segundo tiempo para sentarse a dar indicaciones a sus compañeros-dirigidos. No obstante, el loco siempre tiene un disparate en la manga que lo diferencia del resto de los jugadores. Asimismo hay que aclarar que a pesar de haber convertido el gol del empate, luego de ir perdiendo 2-0, su equipo no atraviesa la mejor situación debido a que se ubica ante último en el campeonato local.
Otras locuras
Sin dudas que Sebastián Abreu es un personaje del fútbol, un ganador no sólo con los pies y la pelota sino que también con la palabra. “En un momento, entra Eugenio Figueredo (ex presidente de Conmebol), saluda y pide que le firmen una pelota. Cuando la voy a agarrar yo, me dice: 'No, no. Vos no', y me saltea. Me tocó el orgullo hasta el fondo y se empezaron a reír todos. Yo por dentro pensaba: 'Tranquilo, mañana va a venir de pechito porque va a ser mi día, les aviso ahora, me los como a todos y le voy a firmar así de grande la pelota”, comentó el goleador uruguayo horas antes de su partido ante Ghana por Cuartos de Final de la Copa del Mundo de 2010, donde le tocó patear el quinto penal que le podía dar el boleto a Semifinales. Tomó carrera, miro de reojo al árbitro y escuchó el pitido. Ahí mismo se dio cuenta que su escasa participación en el torneo no podía quedar sin ser recordada. En la corta corrida hacía la pelota lo decidió. Escondió el remate hasta el último momento, empaló la pelota con los cordones y engañó al arquero africano que se tiró a un costado mientras la pelota iba lento y por arriba. La picó frente a los ojos de todos. No se cayó de la cama, no lo soñó. Pero bueno, cuando la fantasía y la realidad se juntan obtenemos un único resultado que da locura.
Escribir sobre deporte es mí clara fascinación, es una atracción que me divierte, y la respuesta rápida que encuentro es debido a su flujo de sentimientos a la hora de ver un partido. Enojo, por aquella pelota disputada que el árbitro no decidió cobrar. Desazón, porque la última pelota rozó la gloria eterna que se hubiese inmortalizado en un trofeo. Nervios, si sos del equipo rival que vio en un segundo en cámara lenta el fracaso y le volvió el alma al cuerpo cuando la pelota se fue. Creo que el sentimiento más genuino es la alegría de haber podido ver esa victoria o porque no, de pensar que el deporte siempre da revancha.