Seguimos repasando las páginas de la historia de uno de los clubes más grandes del país (y de América, y creo, también, del mundo), nos referimos al gran River Plate. En entregas anteriores ya hemos hablado de los comienzos, de la afirmación en la primera división y de la construcción del primer estadio propio, del primer campeonato profesional (y de por qué, hasta el día de hoy se llaman “Millonarios) y de la primera victoria oficial frente a Boca. Es momento de las copas nacionales, otro aspecto del que River, hasta el día de hoy, puede enorgullecerse.
En 1932 se disputó la Copa Competencia, organizada por la Liga Argentina de Football, una entidad disidente de la entonces Asociación Argentina de Football de Amateurs y Profesionales. Estos dos organismos se unirían en 1934 para dar lugar a la Asociación del Football Argentino (que castellanizaría la palabra en 1946). Era un torneo de eliminación simple a un solo partido en cancha neutral en el que participaban todos los equipos de primera división. River la ganó la final a Estudiantes de La Plata por 3 a 1 y, de esta manera, estaba escribiendo su nombre en la historia de las Copas Argentinas. En 1936 ganó la Copa de Oro y la Copa Campeonato.
River y un récord difícil de batir
Pero fue en 1937, al ganar la Copa Ibarguren (goleando a Rosario Central en la final), cuando marcó otro hecho histórico que no se volvería a repetir nunca más: al ganar el Campeonato de Primera División, la Copa Aldao (que jugaban el campeón de Uruguay contra el de Argentina) a Peñarol por 5 a 2 y la mencionada Copa Ibarguren, River ganó todos los títulos que había en juego esa temporada. Además de “millonario”, se acababa de ganar el mote de “rey de copas”, que con el tiempo perdería a manos de Independiente.
Hasta que, por fin, el 26 de mayo de 1938, 37 años exactos después de su fundación, River inauguró el Estadio Antonio Vespucio Liberti, más conocido como “El Monumental”. El partido de inauguración fue ante Peñarol de Uruguay y ganó River 3 a 1. Ya podía decirse que estábamos frente a uno de los equipos más grandes del mundo.
Hipólito Azema nació en Buenos Aires, en los comienzos de la década del 80. No se sabe desde cuándo, porque esas cosas son difíciles de determinar, le gusta contar historias, pero más le gusta que se las cuenten: quizás por eso transitó los inefables pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Una vez escuchó que donde existe una necesidad nace un derecho y se lo creyó.