Queridos lectores de Ser Argentino, muy especialmente a los hinchas de River (ojalá haya alguno de otro cuadro leyendo este artículo porque es una historia muy interesante), presentamos la cuarta entrega de la serie de notas que da cuenta de la historia de uno de los clubes más importantes del país. Si quieren, pueden leer la primera entrega acá, la segunda acá y la tercera acá.
Habíamos dejado a River ya vencedor de su primer título profesional, llamándose “Millonarios” por la contratación de Bernabé Ferreyra y de Carlos Peucelle y siendo dueño de un estadio imponente que, además, era la sede oficial de la Selección Argentina. Estábamos en 1932.
El primer superclásico profesional que gana River
Desde el inicio del profesionalismo, River no le había podido ganar a Boca. Había logrado un título, pero estaba en cero en el contador de superclásicos. En 1931, primer año de profesionalismo, ganaba River 1 a 0 y empató Boca en el último minuto, lo que generó incidentes y la suspensión del partido porque tres expulsados de River se negaron a salir del campo de juego, lo que hizo que el tribunal de honor le diera ganado el partido a Boca por 1 a 0. Lo de 1932 fue peor: se enfrentaron en la última fecha, instancia en la que Boca ya era campeón (había obtenido el título la fecha anterior). Por si fuera poco, ganó el xeneize 3 a 0 y dio la vuelta olímpica en el estadio de River.
Hasta que en 1933 sucedió otro hecho histórico que le permitió cierto desquite a River: se enfrentaron, una vez más, en la última fecha. Boca venía puntero de nuevo, a pasos de lograr el segundo campeonato y así superar a River (tenían uno cada uno). Pisándole los talones venía San Lorenzo. Como todavía los partidos daban dos puntos por victoria, con el empate Boca se aseguraría el primer puesto y, de San Lorenzo ganarle a Chacarita en la última fecha, habría partido desempate. San Lorenzo lo logró y se impuso por 1 a 0 ante Chacarita. Pero Boca trastabilló en el estadio de la Avenida Alvear y perdió 3 a 1. Conclusión: campeón San Lorenzo. La verdad es que ya no se puede confirmar, pero se dice que River ese día dio la vuelta olímpica y el triunfo fue festejado como un campeonato propio. La rivalidad acérrima ya estaba instalada.
Hipólito Azema nació en Buenos Aires, en los comienzos de la década del 80. No se sabe desde cuándo, porque esas cosas son difíciles de determinar, le gusta contar historias, pero más le gusta que se las cuenten: quizás por eso transitó los inefables pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Una vez escuchó que donde existe una necesidad nace un derecho y se lo creyó.