Como muchas cosas que se dan en el ámbito del fútbol argentino, los orígenes de los apodos que les damos a los hinchas de los equipos no son muy felices. Lejos de tener su germen en historias lindas o anécdotas positivas, los ingeniosos nombres suelen tener la finalidad primigenia de agredir, de insultar o de resaltar defectos. Bueno, no es tan diferente a lo que hacemos con las personas, cuando decidimos llamar a alguien como el gordo, el narigón o el pelado. Así, al hincha de Boca se le dice bostero, como diciéndole “sucio”; al de Colón, sabalero, por comer y pescar ese pescado tan popular; al de River, gallina por, supuestamente, haber “sido cobarde” en un partido. Canallas y leprosos son sobrenombres que nacieron juntos, con una impronta agresiva, de origen amargo.
La historia
Aparentemente, hubo una época en que la ciudad de Rosario afrontaba una dura situación, en relación con la horrible enfermedad de la lepra (mal de Hansen). Corría la década del 20 y el Hospital Carrasco había tenido una gran iniciativa: disputar un partido amistoso entre los dos grandes clubes de la ciudad. Sería una oportunidad de que muchísima gente pudiera colaborar para paliar los estragos que producía este mal.
La leyenda cuenta que el Club Newell’s Old Boys aceptó la propuesta. Pero Rosario Central dijo que no. Desde ese momento, los rojinegros habrían comenzado a insultar a sus rivales con el peyorativo ¡canallas!, por negarse a colaborar con una causa noble. Estos últimos se habrían defendido devolviendo un insulto más hiriente: ¡leprosos!
Al igual que casi todas las historias que dan origen a los apodos futboleros argentinos, la de canallas y leprosos no consta oficialmente en libros. Es tradición oral, cultura futbolera, saber popular. Esa cultura que tanto nos apasiona y, a veces, un poco, nos avergüenza.
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Argentino, nacido en la ciudad de Santa Fe. Licenciado en Comunicación Social, especializado y apasionado por la redacción. Amante de las canciones, los idiomas y la interculturalidad. Me gusta emocionarme con un lindo texto y dejarme sorprender como un niño. Juego a que soy escritor y músico.