¡La única que nos faltaba! ¡Los ingleses toman mate en la concentración del mundial! No hay ni que mencionar que son un pueblo amante del robo de obras de arte, recursos naturales, dinero y cerebros... pero que se roben las tradiciones ya me empieza a molestar. Si escarbamos un poco, vemos que la costumbre viene por los jugadores de la selección inglesa que juegan en el Tottenham: Eric Dier, Dele Alli, Kieran Trippier, Danny Rose y Harry Kane. Parece que el “virus” lo inoculó Pochettino, ayudado por los argentinos que también juegan en el equipo: Gazzaniga, Foyth y Lamela. Igual no me gusta. ¿Otra cosa que me molestó? Que lo consideran adicción. Adicción es otra cosa, pirata. ¡Esto es una costumbre hermosa!
Está bien que quieran aparentar ser latinoamericanos (¿cuánto hace que Inglaterra no saca un jugador de nivel internacional? ¿Desde Beckham? ¿Rooney cuenta?), pero tampoco la pavada, che. Tiren un caño, hagan “la boba” de D´Alessandro, ¡pero no se metan con el mate! Quizás estoy un poco exaltado porque viví un tiempo en Entre Ríos, y considero al mate casi una bebida sagrada. ¿Sabrán cebarlo al menos?
El diario The Telegraph, muy importante en Inglaterra, encima, dice que es un té. Y miren cómo sigue la explicación: “En cuanto a la preparación, tradicionalmente las hojas se secan, pican, muelen y sumergen en agua caliente, antes de filtrarse. El agua debe estar caliente (alrededor de 70 grados centígrados), pero no hirviendo”. Y, como evidentemente la tirada de fruta no es propia de nuestros medios solamente, convocaron a un nutricionista que declaró lo siguiente: “El mate es bastante beneficioso como bebida. Los polifenoles y saponinas (compuestos de las plantas con las que se realiza la yerba) son antioxidantes y antiinflamatorios, similares al té verde. Sin embargo, tiene más cafeína que una taza regular de té, lo que ayuda a reducir la percepción del dolor, por lo que puede ser útil en el ejercicio ya que proporciona un impulso de energía y concentración. Ambos son útiles si eres un futbolista profesional". No se hagan ilusiones, piratas. Se van a quedar afuera en octavos. Van a ver.
Hipólito Azema nació en Buenos Aires, en los comienzos de la década del 80. No se sabe desde cuándo, porque esas cosas son difíciles de determinar, le gusta contar historias, pero más le gusta que se las cuenten: quizás por eso transitó los inefables pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Una vez escuchó que donde existe una necesidad nace un derecho y se lo creyó.